Pasar al contenido principal
CERRAR

El renacer de la ciénaga de Mallorquín: un anhelo comunitario en Barranquilla

Lugareños, al igual que colectivos medioambientales, se han propuesto promover la restauración de este ecosistema crucial para varias especies de fauna y flora.
Ciénaga de Mallorquín: restauración y construcción de ecoparque
Fotos: José David Oquendo
José David Oquendo

La Ciénaga de Mallorquín, ubicada en el corregimiento La Playa, en Barranquilla, viene ganando resonancia en medios de comunicación desde que la Alcaldía se propuso, hace poco más de dos años, restaurarla y construir allí un ecoparque. El área de trabajo abarca 980 hectáreas e implica la construcción de senderos en madera, la siembra de 10 mil mangles y la limpieza del agua por medio de microalgas.

Para el alcalde Jaime Pumarejo, se trata de un proyecto clave para que Barranquilla afiance su apuesta como distrito sostenible.

“Se vale soñar, lo que hace dos años y medio era un sueño, hoy ya toma forma. Aquí caminaremos, haremos avistamiento de aves, deportes náuticos y estaremos en comunión con la naturaleza. Así creamos biodiverciudad, y calidad de vida”, dijo el pasado 12 de septiembre al anunciar la finalización de la primera etapa y el inicio de la segunda, que será coronada con un tren turístico que echará a rodar el próximo año”, aseguró Pumarejo.

Con todo, habitantes de La Playa y del vecino barrio Las Flores consideran que ha faltado socialización y que el ecoparque no se sostendrá si no se desactivan algunos problemas, como el de las construcciones que se llevan a cabo en zonas aledañas.

Nancy Gómez es montemariana, pero hace varios años llegó a La Playa, donde ha ejercido el liderazgo comunitario y feminista. A su edad -62 años- dice que ya no piensa en cambiar el mundo, como durante los años en que su militancia política la vivió con mayor fervor, sino en hacer mejor su mundo: el corregimiento y la ciénaga. En este punto, evoca con nostalgia los años en que bandadas de exóticos flamencos llegaban atraídos por la abundancia de alimento y zonas de anidación.

“Cuando yo llegué aquí esto era un paraíso, había muchos mangles pero todo lo han devastado; ahora queremos que esto se convierta en el único pulmón de Barranquilla”, explica mientras observa la orilla cubierta de espuma y vasos plásticos. Y añade que el deterioro no fuese tal si a las mujeres les hubiesen permitido ayudar desde mucho antes.

 

Te puede interesar: WWF invita a reducir el desperdicio de alimentos con un "spam de platos limpios"

En ello coincide Sheryn Yidi, una joven cineasta y activista que hace parte del colectivo medioambiental ‘Barranquilla +20’, quien hace énfasis en que las mujeres son quienes más sufren los estragos del cambio climático.

“Las mujeres no tienen acceso a muchos recursos como los hombres, muchas trabajan la tierra y cuando hay sequías o inundaciones, por ejemplo, quedan sin sustento y sin independencia. Por eso muchas migran. De hecho, el 80% de las personas refugiadas por el deterioro del clima son mujeres”, sostiene. Y agrega que la ciénaga de Mallorquín es clave para que las barranquilleras y atlanticenses consoliden su liderazgo.

Melisa Obregón, socióloga y miembro de Barranquilla +20, celebra que en todo el mundo cada vez haya más mujeres hablando sobre medioambiente y que no sea distinto en el caso de la ciénaga de Mallorquín. Y plantea que la crisis climática es hija de una crisis social producto de un modelo económico que conduce a la hecatombe y que está lleno de buenas intenciones.

“¿Qué es el desarrollo? Eso no es construir un parque ecoturístico sin socialización ni diálogo entre saberes. La Alcaldía no sabe qué dicen los académicos y la comunidad. Hay que ahondar más y olvidarnos de esas relaciones de poder asimétricas”, dice.

El agua de la Ciénaga es poco profunda y salobre, y viene de la cuchillada que le da el río al mar en Bocas de Ceniza. El pescador Jairo Arteaga, de 51 años, explica que hace muchos años no había que esforzarse tanto para capturar buenos ejemplares de camarones y mojarras. Ahora, como están las cosas, lo mejor ha sido asociarse y migrar hacia el turismo ecológico.

“Aquí ofrecemos paseos los fines de semana, visitas guiadas hacia las islas cercanas. Es que ya no se puede vivir exclusivamente de la pesca porque todo está duro”, asegura.

Foto


Lee aquí: Cuidar la capa de ozono: una labor para salvarnos como humanidad

Y no solo la pesca se ha puesto difícil, agrega, sino que hay otros problemas en el corregimiento: servicios públicos deficientes, microtráfico y extorsión, contaminación. Para algunos de ellos la solución ha sido saltarse el conducto regular de las autoridades, como cuando desviaron artesanalmente el cauce del arroyo León que desembocaba, con sus aguas putrefactas en la ciénaga. Además, queda por verse qué pasará con los negocios de ecoturismo ahora que el parque se estrene con todas sus atracciones.

Esa preocupación la comparte el politólogo y veedor social Pablo Pachón, quien por medio de redes sociales ha ido denunciando inconsistencias que, según él, rodean el entramado legal del ecoparque.

“Al igual que en todos los megaproyectos, el promedio de oferentes en la licitación fue muy bajo. Además, el ecoparque quedó en manos de contratistas amigos de la Alcaldía que han sido cuestionados por consultas previas y trabajo con las comunidades. La contratación pública se ha seguido concentrando”, denuncia echando de menos un pronunciamiento de las autoridades y mayor cubrimiento mediático.

Con todo, las obras avanzan a toda marcha con la meta puesta en que el ecoparque entre en funcionamiento el próximo año. Muy cerca de donde fueron instalados los pilotes que sostienen el sendero que se adentra en la Ciénaga, está el tajamar y el canal de acceso al puerto de Barranquilla. Más allá, el parque nacional Isla Salamanca. Desde la orilla, Nancy Gómez contempla el panorama pensando en la ciénaga no como es ahora, sino en lo que fue: “esto era un paraíso”, repite.

Foto

Artículos Player