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Jordán, el pueblo santandereano donde se impone el matriarcado

Un grupo de mujeres conocidas como ‘Las Señoritas’ tienen sus propias reglas y viven en libertad. Tener un esposo e hijos y conformar una familia no ha estado entre sus planes.
Nataly Ayala Mendoza.

En la vereda El Pozo de Jordán Sube está la casa de ‘Las Señoritas’, cinco mujeres que son reconocidas en este municipio santandereano por su personalidad alegre y arrolladora.

Conformar una familia, tener esposo e hijos, nunca ha estado en sus planes; al contrario, siempre han vivido en independencia, tanto así que tienen sus propias reglas y hasta se atreven a decir que viven en libertad. 

‘Las Señoritas’ son 5 hermanas: Paulina, de 72 años; María Antonia, de 70 años; Lucila, 68 años; Herminda, de 60 años; y Ercilia, de 59. Son las ‘mandonas’ de un hogar que hasta hace unos años solo estaba integrado por dos hombres. 

A estas mujeres independientes, desde siempre su padre les recalcó que no había un mejor lugar que su casa.
“Que no tenían que matarse trabajando, que en la casa siempre había para comer y que las mujeres son independientes”, recuerdan. 

Esta manera de pensar influyó para que no se independizaran, pese a que admiradores nunca faltaron. Su casa era alegre, había fiestas, sus padres eran bastante conocidos con muchas amistades que aún conservan. 


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Su apodo, ‘Las Señoritas’, hace honor a su alegre personalidad aman el baile, como cuando estaban en la juventud. La música de cuerda las devuelve hace unos años cuando una serenata era una excusa para terminar bailando bajo lámparas de gasolina y con un buen vaso de guarapo. 

Cada una de ellas cumple su propio rol en ‘La Primavera’, la casa donde viven. Paulina, la hermana mayor, es la que cocina y en leña, porque aún no se ha acostumbrado a la estufa eléctrica. Su plato preferido es la arepa santandereana que prepara sobre una piedra.

María Antonia es la que hace el aseo de la casa, riega y cuida el jardín. Se encarga de ayudar en los cultivos y alimentar las vacas. Lucila es la encargada de lleno en todos los cultivos de maíz, tabaco y hortalizas.

Herminda es la más reservada de todas las hermanas, también trabaja en los cultivos y elabora costales de fique para vender a comerciantes de zanahoria en Villanueva; y finalmente está Ercilia la encargada de las finanzas, una mujer elegante y con muchos amigos, que tuvo una hija, pero nunca se casó.

Ellas siempre están acompañadas las unas de las otras; y hace unos años de Jenny, su sobrina, quien las cuida y les ayuda en el hogar. Sin embargo, Jenny si ha intentado independizarse. 

En estas salidas de casa, las mujeres han llorado y siempre le recalcan que allí estará mejor, tal y como se los decía su papá.

Jenny es la menor del matriarcado y quizás la única que ha buscado otras formas de vida. Trabaja como catequista de comunión y en la Registraduría cuando hay elecciones.

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