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Pesca en altamar: creciente riesgo para embarcaciones en el Mar Caribe

Desde el 14 de septiembre cuando se conocieron las primeras imágenes de lanchas bombardeadas en el Mar Caribe, la tranquilidad de los pescadores y sus familias desapareció.
Rodolfo Rodríguez Llanos

Salir a pescar en el Mar Caribe hoy, no es igual que hace dos meses, cuando se conocieron los primeros videos de bombardeos de lanchas por parte de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos, bajo el argumento de luchar contra el tráfico de drogas. Una “lucha” que, en voz de los pescadores y sus familias, solo ha traído intranquilidad, zozobra y miedo. Sentimientos que no habían pasado nunca por sus mentes, porque se convirtieron desde mediados del mes de septiembre a la fecha, en objetivo de ejecuciones extrajudiciales, como los denomina la Organización de Naciones Unidas. Tras meses de bombardeos, tanto en el Pacífico como el Mar Caribe, han sido asesinadas más de 80 personas. El derecho a la vida, a la supervivencia, a la seguridad alimentaria, a los derechos humanos, son libertades fundamentales que los pescadores no tienen garantizadas.

Sus voces, sus rostros, se comenzaron a escuchar y a ver, cuando Hollman Morris, Gerente de RTVC, Sistema de Medios Públicos de Colombia, reveló en exclusiva la desaparición de Alejandro Carranza, un pescador de Santa Marta, que la última vez que se comunicó con su familia fue minutos antes de salir a faena en aguas del Mar Caribe, en una lancha de pesca artesanal. Alejandro hace parte de una familia de pescadores por tradición. Hoy sus allegados y amistades siguen a la espera de saber qué pasó con Alejandro, o como le dicen los más cercanos “Coroncoro”, apodo puesto por una especie de pescado. Pescadores y amigos de infancia señalan que Alejandro siempre se caracterizó por su alegría y por su don de compartir.

La voz de los pescadores

Luis Alberto Acuña, pescador, manifiesta que se sienten nerviosos porque para fin de año tiene que abrirse bastante, es decir, adentrarse en el Mar Caribe para corretear el atún y con los bombardeos, no se siente seguro. “Da miedo con esos bombardeos que lo vayan a coger a uno. Eso nos tiene bastante preocupados. Ahora, nos toca pescar cerca a las playas, casi que en la orilla, por eso, ni de riesgo irse uno adentro. Estamos con ese nervio, a nosotros no nos conviene esos bombardeos, porque nos tiene asustados”, expresa el señor Acuña, quien tiene una embarcación de 25 pies, con un motor de 40 caballos.

Los pescadores consultados por Radio Nacional de Colombia y RTVC Noticias indican que ellos dependen de sus faenas, que no tienen otra opción de trabajo y, por ende, les preocupa, y a sus familias, lo que está sucediendo, “que uno vaya a abrirse a pescar porque uno está con la zozobra esa”.

Manuel Yepes, es un pescador samario que ha hecho faenas en el Pacífico, en el Mar Caribe, en aguas por el departamento de La Guajira, en límites con Venezuela. Indica que algunas asociaciones de pescadores cuentan con lanchas de 28 pies, con dos motores de 50 caballos, con las que hacen faenas de nasa y de palangre, que son mar abierto. “Sí sentimos miedo de ir a altamar, mucho miedo. Estamos pescando muy costeros, pescando con redes, a menos de una milla. Especies como cojinúa, pargo, lebranche, róbalo, entre otros. Dejé de pescar en límites de aguas internacionales o con Venezuela, por los bombardeos”, explica el señor Yepes.

Anota que cualquiera siente miedo con lo que está pasando con los bombardeos en el Mar Caribe. “Se sienten dos cosas, miedo y temor. Nadie va a querer que le quiten la vida con una vaina de esa (se refiere a un misil) que venga quién sabe de dónde y cómo le caiga a uno y le quite la vida. Sentimos miedo y temor a pescar allá en altamar el atún, el pez vela, el marlín, que es lo que se coge afuera, en esa pesca de correteo, por miedo a que nos vayan a bombardear, esa es la plena”, afirma Manuel.

Como consecuencia de esta situación, los ingresos de los pescadores también se han disminuido, han caído, lo que afecta el sustento de sus familias.

“Nosotros nos podíamos ganar en un buen mes, con faenas en altamar, hasta unos cinco millones de pesos, ya nos estamos ganando un millón y eso los pagamos es en arriendo. Prácticamente, estamos quebrados”, afirma Manuel Yepes.

Jader Fontalvo, también es pescador, usa una lancha de uno o dos motores, como la mayoría de sus colegas, y comparte el temor que siente por los ataques con misiles que se han presentado en el Mar Caribe o en el Pacífico.

“Nosotros tenemos temor porque, muchas veces, cuando se vara una embarcación, los vientos nos llevan a la deriva, incluso, hay compañeros que los han rescatado a 57 u 80 millas náuticas y qué tal que pase, que una de esas lanchas en esa situación sea bombardeada, y sea de nosotros los pescadores?”


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Añade que “aquel que esté traficando, que esté haciendo lo indebido, que sea capturado, que se le demuestren lo que lleva, pero no que confundan a un pescador que se está ganando la vida diariamente. Se hace llamado a que se respete el derecho a la vida”.

Juan Jiménez, conocido como Juan Pescao, expresa que hay un sentir de todos los pescadores y es de zozobra inmensa, porque no es concebible que estén en medio de un conflicto en el que no tienen nada que ver. “Ahora nosotros con esta zozobra de no poder hacer nuestras faenas internacionales, bajo el filtro perverso de decir que si tiene una lancha con dos motores, un motor…es que nosotros los pescadores, no tenemos derecho a comprar una lancha con esa característica. Pregunto, ¿por qué los pescadores artesanales, que tenemos la responsabilidad de la sostenibilidad alimentaria nuestra, de nuestros pueblos, ahora tenemos que salir con esa zozobra?

Agrega que esta situación es preocupante, teniendo presente que estos meses de fin de año (octubre, noviembre y diciembre) es temporada para ir a altamar a buscar el atún. “Resulta que ahora no somos pescadores, que no podemos salir porque tenemos lanchas con un motor o dos motores y neveras con hielo, nos van a bombardear. No es justo”.

Bajo el radiante sol, teniendo de fondo las aguas del Mar Caribe y sus lanchas, los pescadores exigen se respete el derecho a la vida, la dignidad, la seguridad por su labor, porque como lo expresan: “nosotros salimos a ganarnos el sustento diario y no es lógico que cada vez que vayamos a una faena tengamos miedo de ser bombardeados”.

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