Según la organización, se han encontrado con serias enfermedades como infecciones en la piel, hasta casos de violencia sexual.
La advertencia de Médicos sin Fronteras es que un 30 % de los migrantes que cruzan la selva del Darién lo hacen en condiciones de cansancio extremo, con síntomas de deshidratación, dolores musculares, alergias en la piel y hongos.
Además, entre enero y julio del presente año, cada día una persona fue violentada sexualmente en su paso por la selva.
“El tema de violencia sexual es una de las cosas que más nos preocupa, dado el impacto en la salud mental y en la salud física de las personas. Aquí nuestra preocupación más grande es poder atenderlas dentro de las 72 horas que ocurre el hecho, porque es en ese momento cuando podemos aplicar estos antirretrovirales para prevenir enfermedades de transmisión sexual”, expresó Marisol Quiceno, responsable de asuntos humanitarios de esta ONG.
Las atenciones ya suman más de 36 mil personas durante este año y las cifras entregadas dan un balance de que un 20 % de los menores presentan infecciones gastrointestinales y respiratorias; entre tanto, los 30 médicos que se encuentran en esta zona no dan abasto en materia de atención.
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“En general, las capacidades están totalmente colapsadas. De 331 mil personas que han cruzado, solo logramos atender a 36 mil personas. Casi todas las personas llegan con algún tipo de afectación, por más que sea una curación simple hay que hacerla porque esto luego puede infectarse y tener graves consecuencias. Para toda la arquitectura humanitaria e institucional que está respondiendo es insuficiente debido al número tan grande de personas que están tratando de pasar el tapón del Darién”, puntualizó Quiceno.
Además, las cifras de mujeres gestantes cruzando la selva es impactante. En siete meses, la organización ha atendido a 673 mujeres embarazadas luego de cruzar. Adicionalmente, la mayoría llegan con algún tipo de afección: desde heridas en los pies, dolor en las extremidades por las intensas jornadas; diarreas y enfermedades gástricas por beber agua de ríos; hasta depresión, ansiedad y estrés postraumático luego de vivir o presenciar hechos violentos.