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Una ingeniera en Neiva desarrolló un uso sostenible para el aceite de cocina usado

Gracias a la inquietud de una ingeniera ambiental, este tipo de residuos no genera más contaminación en ciudades como Neiva, y se convierte en un emprendimiento con reconocimiento nacional.
Emprendimiento ambiental con aceite de cocina usado en Neiva
Foto de referencia: Pixabay
Rafael Trujillo

¿Qué hacer con el aceite de cocina usado? Esta pregunta, que se podría repetir con cualquier otro residuo doméstico o industrial, comenzó a inquietar hace algunos años a Nany Marcela Lizcano Gutiérrez, una ingeniera ambiental que, en Neiva, capital del departamento del Huila, conoce cómo todos los vertimientos de viviendas, comercios y de muchas empresas terminan en la red de alcantarillado. Vale decir: en el río Magdalena. “Todo lo que desechas en tu lavaplatos termina en el río”, anota.

“Con el tema de los aceites usados comenzó a surgir la pregunta de qué hacer con este tipo de residuos”, recuerda Lizcano, quien empezó en 2016 a investigar el aprovechamiento industrial y de reutilización que podría dársele a este tipo de elemento.

Los aceites de cocina usados pueden ser uno de los productos más contaminantes en las aguas de ríos y quebradas, a donde usualmente llegan desde los sifones en las viviendas. Así ocurre en Neiva, ciudad que se convierte en la primera gran contaminante del río Magdalena en el país, al no contar con una planta de tratamiento de aguas residuales. 

El aceite crea una capa sobre la superficie del agua, que impide el paso de oxígeno, fundamental para la vida. En 2018 Marcela Lizcano logró un primer avance con la fórmula para la elaboración de un jabón para lavar la loza. “Los aceites son la base para la elaboración de jabonería, natural y ecológica, con lo que podíamos evitar que se convirtieran en agentes de contaminación”, explica.

Ese mismo año registró la creación de su empresa, Amanita Soluciones Ambientales, con la que pronto ampliaría la investigación hacia otros productos a partir de aceites de cocina. 

Conseguir la materia prima no resultó difícil. Pronto creó alianzas con conjuntos residenciales y restaurantes de Neiva, Pitalito y Garzón, los municipios más grandes del Huila, de manera que se facilitara la recolección del aceite usado. La empresa entrega a cambio una certificación de disposición adecuada, a la vez que fomenta un proceso de educación ambiental sobre la gestión de residuos.

A partir de este proceso, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena, la principal autoridad ambiental en el Huila, la invitó a registrarse como “negocio verde” y a postularse a la convocatoria internacional “Climate Launchpad”, considerado el concurso de ideas empresariales ecológicas más grande del mundo.

“Llegamos a ser calificados como uno de los diez mejores negocios verdes de Colombia”, destaca Marcela Lizcano. Este resultado le brindó un nuevo impulso. Aunque tiene una venta física en Neiva, hoy despacha sus productos a toda Colombia. Productos que incluyen una línea de uso personal, como champú, jabón, desodorante, cremas para la piel y perfumes tipo splash.

Lizcano cuenta que todo el proceso incorpora otros aspectos: “el apoyo a productores locales, que permite identificar la procedencia de los insumos, con lo que se dispone de un comercio justo, y provee como resultado un producto de calidad, natural y amigable con el medio ambiente”.

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