San Adolfo, memorias y apuestas de una comunidad que resiste por la paz
Un fuerte aguacero mañanero y el aroma a café nos recibieron al llegar al corregimiento de San Adolfo en el municipio de Acevedo al sur del Huila, después de un recorrido de cinco horas desde el municipio de Algeciras, norte del departamento, serpenteando el último tramo de la vía que es trocha hasta entrar al caserío; en el trayecto observamos montañas de la cordillera oriental bañadas por el río Suaza y contemplamos la colorida ruralidad de esta zona del departamento conocida como el 'corazón' cafetero del sur del país.
Allí, en San Adolfo, tras 24 años de la toma guerrillera más violenta que vivió esta población, ocurrida el 2 de septiembre de 2001, su comunidad se preparaba para realizar un acto de memoria por las víctimas que dejó este hecho y en respaldo a la paz, pues permanece la sombra de la reconfiguración del conflicto que les recuerda una historia que no quieren repetir y que dejó alrededor de 9 mil víctimas en el municipio de Acevedo.
A nuestro arribo al caserío y después de almorzar, caminamos por las calles junto a Nur Collazos y Fredy Quitián, una lideresa y un líder comunitario, quienes de la mano de cerca de 15 víctimas agrupadas en el colectivo Nuevo Renacer, trabajan por impulsar el arte y el turismo en esta población, donde las paredes están decoradas con coloridos murales que reproducen la fauna de la zona, así como letreros que declaran este lugar como territorio de paz.
Los artífices de estas imágenes plasmadas en paredes que en otrora resistieron a la guerra fueron firmantes de paz como símbolo de reconciliación. Fredy nos comentó que el objetivo "es recuperar esta iniciativa denominada 'San Adolfo se pinta de colores' y que más firmantes vuelvan al territorio".
Después de esta caminata por el municipio, la jornada cerró con una 'velatón' en homenaje a las víctimas del conflicto; vimos caer la noche y nos preparamos para el siguiente día que se realizaría el evento central.
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Acto de memoria
Muy temprano empezaron a prepararse los líderes y lideresas, firmantes de paz, así como familias víctimas en esta comunidad, para este acto de memoria que comenzó con un desfile desde el colegio local, amenizado por la banda de paz de San Marcos, un caserío cercano. Con consignas de paz decenas de personas acompañaron este recorrido que terminó en el parque principal bajo la lluvia.
En ese escenario, la lideresa Nur Collazos entregó un mensaje resiliente a la comunidad asistente. "Que esta conmemoración anual sea un recordatorio para que nunca se repita la violencia. Los hechos vividos en nuestro territorio han ocasionado daños en la esfera individual y familiar, así como daños colectivos en nuestras redes comunitarias, nos sembraron desconfianza y miedo, que hoy, desde el trabajo con las víctimas queremos revertir. Somos una comunidad trabajadora, solidaria y apasionada por el café, por la montaña y los ríos que nos alimentan para vivir en paz. Las víctimas y sobrevivientes del conflicto son un faro de esperanza para emprender acciones alrededor de la reconciliación y la memoria histórica", dijo la víctima, testigo directo de la toma guerrillera del 2 de septiembre de 2001.
Un hecho violento que debe permanecer en la memoria para no repetir la historia, según Juan Pablo Ramírez, psicólogo e integrante del equipo del Programa de Atención Psicosocial a Víctimas del Conflicto Armado en Acevedo, quien explicó que se trata de revertir las secuelas de la guerra en las comunidades. El profesional en salud mental les reiteró a las víctimas, en el marco de esta conmemoración, la importancia de "resignificar lo sucedido".
Un mensaje que resuena en la mente de las 300 víctimas del municipio de Acevedo atendidas mediante este programa. Juan Pablo lidera esta estrategia en la que "se trabaja en el manejo psicosocial de los duelos de las personas que han vivido en carne propia los estragos del conflicto armado", acompañamiento que implica el manejo de la ansiedad y del dolor, replantear alternativas, así como resignificar proyectos de vida. "Lamentablemente este programa sólo cobija a una minoría de la población víctima de este territorio", indicó el profesional.
En el cierre de este acto de memoria algunas víctimas hicieron reflexiones en torno a los estragos del conflicto armado, pero sobre todo, a cómo han seguido adelante con apuestas de paz, y allí, en un telón blanco plasmaron las huellas de sus manos con diferentes colores como símbolo de unión y esperanza. Además de alzar sus pancartas con mensajes como "la paz está en nuestras manos" y "perdonamos, pero no olvidamos".
Resignificar la historia
A unas cuadras del parque de San Adolfo se encuentra 'El Guácharo', el colorido restaurante de propiedad de otra voz esperanzadora de esta comunidad, la lideresa Zuleima Papamija, donde almorzamos y charlamos antes de regresarnos. Bajo la consigna "recordar para resignificar", esta mujer de 45 años, de semblante amable, evocó la toma guerrillera de 2001, donde fueron utilizadas granadas cargadas con gases tóxicos; ataque que dejó cuatro policías muertos, uno secuestrado, varios heridos y la destrucción de la estación de policía, de manos de al menos 300 hombres pertenecientes a las extintas Farc-ep. "Esa toma fue un domingo día de mercado aquí en San Adolfo, era en septiembre que es temporada de cosecha, la población estaba llena de andariegos, de un momento a otro a la 1:45 de la tarde hubo una explosión grande en la estación de Policía y todo se llenó de guerrilla ", recordó.
Tres meses después de este hecho la violencia le arrebató la vida al padre de Zuleima, Alcibíades Papamija, líder comunitario asesinado el 6 de diciembre de 2001. "Mi padre era vicepresidente de la Junta de Acción Comunal, hacía una resistencia no tanto a las ideas de la guerrilla sino a la libertad que necesita uno como campesino para poder trabajar. Y es que después de la toma guerrillera que se consideró muy dura había zozobra", dijo, situación que causó el desplazamiento de su núcleo familiar.
Pese a esta dolorosa pérdida y el impacto de la violencia en San Adolfo, la lideresa comunitaria resaltó la resignificación de esta historia y lo que han logrado como comunidad: "con actos de memoria y reconciliación como comunidad entendimos que el conflicto no era con nosotros. Para alcanzar la reparación y la reconciliación esta población ya fue reconocida por la Unidad para las Víctimas como sujeto colectivo víctima del conflicto armado", siendo esta la única comunidad en el departamento del Huila que ha conseguido este objetivo tras un largo proceso.
Resistir por la paz
Hoy por hoy, en medio de lo que consideran abandono estatal y el control que grupos armados ilegales intentan imponer en este territorio enterrado en las montañas del sur del Huila, las iniciativas de memoria y turismo se han convertido en la principal carta de esta comunidad para resistir al conflicto.
Una labor que ha ido de la mano de firmantes del Acuerdo de Paz como Omaira Rojas, más conocida como "Sonia", quien asistió a este acto de memoria donde reconoció lo que significa continuar apostándole a la paz: "para nosotros que estamos representando a los firmantes o comparecientes del extinto Bloque Sur que operó en esta zona, la importancia de estar aquí es porque le estamos apostando a la paz, a ayudar a reconstruir el tejido social. En este corregimiento ocurrieron hechos victimizantes como dos tomas al puesto de policía, para la comunidad es muy significativo hacer memoria, es nuestro compromiso dar una reparación efectiva", indicó.
Reparación que ha pasado de las palabras a las acciones con actividades y obras como la recuperación a manos de firmantes del sendero del Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, principal atractivo turístico de esta población, riqueza protegida que se localiza entre el municipio de Acevedo (Huila) y el municipio de San José del Fragua, en Caquetá.
Su extensión es de nueve mil hectáreas y fue creado en 1960. En el Parque se conservan las partes altas de las cuencas de los ríos Suaza y Fragua Grande, siendo éste también el hogar de una especie de ave que conocemos como guácharo. Actualmente la corporación Cerca Viva, del vecino municipio de Palestina, se está encargando de la administración, guianza y turismo para visitar este lugar, sin embargo, desde el Colectivo Nuevo Renacer están trabajando para que se retome la ruta de ingreso por San Adolfo, pues por esta zona originalmente era la entrada principal.
Entre los actos de reparación liderados por firmantes, también se encuentra la restauración de la biblioteca municipal afectada en el marco del conflicto. "Los firmantes también realizamos la reconstrucción de la biblioteca municipal porque la educación es un eje de paz; en las instituciones hay que seguir el legado que nos dejó la Comisión de la Verdad", agregó Omaira.
Oportunidades de reparación
En esta visita a San Adolfo además de sus calles también recorrimos el colegio local desde donde se divisan montañas repletas de plantaciones de café, allí charlamos con su rector, Bernardo Polanía, quien se refirió a la necesidad de hablar de emprendimiento en una población netamente cafetera, siendo Acevedo el tercer municipio en el país con mayor producción del grano con 13.208,87 toneladas en el último año cafetero. "Cómo traer un laboratorio de café para que la juventud y los productores puedan darle un valor agregado al café que se produce. En este colegio tenemos un énfasis de producción agropecuaria y una finca con 12 hectáreas aledaña a la institución que nos gustaría se convirtiera en un laboratorio, aquí hay personas que exportan café y fincas cafeteras ideales para el turismo, lo grave es que el Estado falla con el mal estado de las vías", afirmó el docente.
Y es que el café producido en esta región del sur del Huila cuenta con Denominación de Origen desde 2013, un sello que garantiza su calidad y lo distingue a nivel mundial.
En este sentido su llamado es a que la institucionalidad ponga la mirada en esta población altamente estigmatizada y que "se vea la educación como acto de reparación", visión que sin duda impactaría en esta institución educativa que cuenta con 1.038 estudiantes entre preescolar, primaria, secundaria y técnica. El docente además mencionó que en esta región la parte cultural y deportiva está muy abandonada, es muy difícil trabajar, por ejemplo, en este momento no tengo un profesor de artística y lo que hemos visto es que hay mucho talento, pese a ello la cultura está presente con apuestas como el Festival Folclórico Campesino".
Para el profesor rural este trabajo comunitario aporta a quitar el estigma que todavía recae en muchos territorios en el país como Acevedo y Algeciras. Once años en este corregimiento le han motivado a apoyar desde su rol, brindando asignaturas como la Cátedra de la paz, "para que los muchachos escuchen a las personas mayores sobre lo que se vivió y no se pierda la memoria de lo ocurrido, pero además para no repetir la historia ", expresó.
Con este mensaje resonando en el ambiente, y justo antes de ingresar a la camioneta para retornar a Algeciras, San Adolfo nos despidió con lluvias al inicio de la tarde. Salimos de esta pujante población teniendo claro que su gente se abraza a lo único que tiene para resistir a la violencia estructural: su comunidad y su fuerza campesina para mostrarle al mundo que en este territorio es posible una nueva opción de vida en paz.