El bullerengue de Urabá llora a Eustiquia Amaranto, matrona de las cantadoras
Eustiquia Amaranto Santana, conocida como “La Justa”, nació en Turbo en septiembre de 1928, tierra bananera del Urabá antioqueño, con una riqueza étnica y cultural que sirvió de gran inspiración para la creación de sus versos.
Proveniente de una familia bullerenguera, empezó en la música con más de 40 años y su primer álbum apenas lo grabó a los 92, se titula “Yo soy Eustiquia” y reúne una parte de su vasta creación. Desde muy pequeña creaba obras que relataban las historias de sus ancestros, el diario vivir de su comunidad y las vicisitudes de sus labores, que fueron tan variopintas como partera, cocinera, pescadora, rezandera y cocinera.
Radio Nacional habló con la cantante santandereana Diana Hernández, María Mulata, quien la conoció en su investigación para realizar el trabajo discográfico “Itinerario de Tambores”, con cinco cantadoras tradicionales del bullerengue, entre ellas Eustiquia:
“Itinerario de Tambores se realizó en 2005 y era la primera vez que cinco cantadoras emblemáticas dejaban su canto en el disco: Etelvina Maldonado, Graciela Salgado, Eloísa Garcés Eloa, Martina Balseiro y finalmente Eustiquia Amaranto, quien fue la última en irse de estas icónicas mujeres. Recuerdo mucho que en su voz dejaba ver su temperamento fuerte, se notaba que había tenido una vida en la cual ella era la matrona en su hogar, eso se reflejaba en su canto. Canciones como ‘Cada uno cada cual’, ‘Cada uno en su lugar’, tenían un trasfondo filosófico”, dijo María Mulata.
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La primera canción de Eustiquia Amaranto la hizo en los años 50, se inspiró en una historia sobre un incendio en Turbo; también escribió sobre Simón Bolívar y verseaba sobre cualquier cosa que veía o le contaban.
Durante más de tres décadas fue parte fundamental del grupo Brisas de Urabá, fue un referente para las nuevas generaciones de cantadoras, bailadores y tamboreros.
“Ella era una cantadora que componía sus propios bullerengues y ocupaba siempre los primeros lugares en los festivales, sobre todo el de Puerto Escondido. Creo que con ella se termina una gran dinastía de cantadoras de bullerengue, pero existe este Itinerario de tambores que hoy me deja nostálgica y a la vez satisfecha de haber emprendido este proyecto, capturando y uniendo a cinco cantadoras emblemáticas de las cuales ya no queda ninguna viva”, explicó María Mulata.
El legado de Eustiquia Amaranto trasciende fronteras, fue de las pocas cantadoras capaz de unir las costas colombianas con su canto; pasó por ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, Montería y Panamá.
“Ella conjugaba su trabajo vocal y sus presentaciones con su grupo, al mismo tiempo que su trabajo como cocinera, nos tomamos una foto donde sus ollas relucientes destacaban como trofeos; recuerdo que mientras cantábamos y me contaba su historia como cantadora, hacíamos chorizos y me enseñaba sus secretos, esos chorizos eran muy ricos”, narró María Mulata.
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“La justa” decía en sus versos “Si cantando yo me muero, no me lleven al panteón, porque ahí están los difuntos y se valen de la ocasión”.
El bullerengue está de luto. Paz en la tumba de “La Justa”, Eustiquia Amaranto Santana.