Pasar al contenido principal
CERRAR

Hechos que hace 383 años marcaron la historia de Tumaco en Nariño

En 1906, un milagro aplacó la furia de un tsunami, en 1986 el papa Juan Pablo II llegó a ´La Perla del Pacífico’ y unos meses después sucedió ‘El Tumacazo’.
FOTO
Juan Miguel Narváez.
Juan Miguel Narváez Erazo

La historia de Tumaco está marcada por agridulces episodios que según historiadores y académicos van desde catástrofes naturales, visitas de altos personajes del planeta y revoluciones sociales. Hoy cuando conmemora sus 383 años de fundado sus habitantes recuerdan los sucesos más trascendentales.

Uno de esos hechos que guardó relación con la naturaleza lo recuerda Ever Lizcano, sacerdote Carmelita Descalzo y párroco de Santa Teresita del Niño Jesús al traer a su mente aquel 31 de enero de 1906, cuando a las 10:00 de la mañana, ocurrió un devastador temblor que sacudió la zona. 

Las aguas del mar se retiraron súbitamente de la playa, era una señal indiscutible para los habitantes de que se avecinaba una ola gigante, un maremoto. Frente a esa inminente amenaza, los fieles, invadidos por el pánico, corrieron hacia la iglesia y al entrar encontraron las imágenes de los santos tirados en el suelo; esto debido al temblor.

Luego se dirigieron hacia los dos religiosos encargados de pastorear la isla y les rogaron que organizaran una procesión para implorar la protección de Dios ante la emergencia que estaban enfrentando.
Los frailes trataron de calmar a la multitud, infundiéndoles confianza, pues desconocían el significado de esa retirada repentina del mar y no comprendían el motivo del espanto. Pero cuando les llegó la noticia de que el agua había retrocedido un kilómetro de la playa, se dieron cuenta de que estaban ante un trágico cataclismo. 

“Cuenta la historia que Fray Gerardo Larrondo, quien era el párroco, regresó al templo, donde con premura consumió todas las Hostias consagradas del copón, reservando solo la hostia magna.   Luego, frente al pueblo, se dirigió con solemnidad y serenidad diciendo: “Vamos, hijos míos, vamos todos hacia la playa y que Dios se apiade de nosotros”, comentó el religioso. 

Apresuradamente los fieles tomaron las imágenes de los santos en andas y salieron en dirección al mar. En la playa los feligreses no paraban de rezar, mientras divisaban a lo lejos una aterradora pared de agua del tamaño de la peña de El Morro que avanzaba a gran velocidad.

En ese momento, fray Gerardo Larrondo, erguía hacia lo alto la Sagrada Especie y con ella trazaba una gran señal de la cruz; a su lado fray Julián Moreno se dio cuenta que de manera portentosa, el mar se detenía abruptamente y gritó: ¡milagro!, llenando el ambiente de sorpresa y fe. Las aguas alcanzaron solo la altura de la cintura de los frailes y sin tocar la sagrada hostia, las olas comenzaron a retroceder gradualmente.

“Este inolvidable momento dejó una profunda huella en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de ser testigos de tan sobrenatural acontecimiento”, expresó el religioso tumaqueño.

A los sollozos de terror, siguieron lágrimas de alegría cuando el padre Larrondo ordenó apresuradamente traer la custodia para entronizar la Sagrada Hostia, que había mostrado su milagrosa intervención. Con gran pompa, el Santísimo Sacramento fue llevado en procesión por las calles y alrededores de la ciudad, que había sido salvada del exterminio. 

A partir de ese día, el pueblo comenzó a reunirse todos los años en el templo parroquial, para agradecer el maravilloso milagro realizado por la presencia divina.

Visita de Juan Pablo II
Después de 73 años de ocurrido el milagro tras el fuerte temblor, Jimmy Angulo director de la Oficina de Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco recordó que el 12 de diciembre de 1979 un terremoto registrado a las 2:59 de la madrugada, fue uno de los más fuertes en toda la historia de la región.

El fenómeno natural originó un tsunami que afectó las costas de los departamentos de Nariño y Cauca, especialmente los sectores comprendidos entre Guapi y San Juan de la Costa. Según sobrevivientes,  3 olas que superaron los 3 metros de altura arrastraron a su paso con personas, cultivos, animales y casas. 

Según reportes de los organismos de socorro, en aquel entonces 454 personas perdieron la vida y más de 1.000 resultaron heridas. Así mismo, mientras 2.000 viviendas fueron averiadas alrededor de 3.000 fueron destruidas.
Siete meses después de la tragedia, es decir el viernes 4 de julio de 1986 Karol Józef Wojtyla, su santidad Juan Pablo II visitó a los tumaqueños por la tragedia ocurrida en aquel diciembre de 1979.

Para Jimmy Angulo director de la Oficina de Pastoral Social de la Diócesis, Tumaco quienes sobrevivieron a la tragedia, dan fe de que la gracia de Dios es la fuerza divina que por más de 3 siglos mantiene en pie a ‘La Perla del Pacífico’ nariñense.     

Aquel viernes, 4 de julio de 1986 cuando Juan Pablo II arribó a la isla de El Morro en una camioneta que se improvisó como ‘Papamovil’, luego de bendecir a los feligreses que lo saludaron siguió su ruta por el principal puente que une a las tres islas y se dirigió hasta el parque San Judas donde realizó una homilía. Desde esa época en la que aseguran que sintieron paz en sus corazones, los fieles afirman que Tumaco jamás volvió a ser visitado por altos representantes de la iglesia universal.  

'El Tumacazo'
A lo largo de sus 383 años de fundado, Rosa Elvira Quiroz maestra e historiadora asegura que Tumaco también ha sido escenario de muchos conflictos sociales.  

Indica que en este lugar¸ hace 37 años fue donde hombres y mujeres se alzaron en una manifestación histórica contra las instituciones que encarnaban el poder, por el olvido total en mejorar y obtener los servicios públicos, mejorar la carretera Tumaco – Pasto y dar respuesta al pliego de peticiones principalmente de energía eléctrica, acueducto y alcantarillado. 

“Personalidades del puerto, líderes cívicos habían adelantado campañas de mejoras y defensa de los intereses de los moradores de Tumaco, ya que en el país día a día se agudizan los problemas socioeconómicos, corrupción, impunidad, violencia, secuestros, extorsiones, mediocridad, desfalcos estatales, desempleo y ante todo resistencia al cambio”, comentó.

Recordó que en abril de 1987 se creó el comité cívico Tumaco Alerta S.O.S, el cual contó entre sus filas con personas que representaban todo el espectro, líderes y simpatizantes muy dispuestos a ofrendar hasta su existencia para mejorar y dignificar la vida de toda una comunidad. Además, fue incuantificable la alta participación de las mujeres en estas luchas.

En junio de 1988 habían permanentes apagones de energía eléctrica y en agosto, de manera continua los apagones eran intermitentes cada dos días; así fue hasta el 13 de septiembre, fecha que se había dado como compás de espera para realizar el mitin ya que habían realizado asambleas, paros, toma del aeropuerto La Florida, reuniones con el alto gobierno reclamos, foros y hasta retención de funcionarios del Icel Instituto Colombiano de Energía Eléctrica. 

Contamos hasta aquella fecha 22 días sin energía eléctrica, ni agua y el cansancio de la población en general ante la no respuesta del gobierno a las peticiones de mejoras de servicios.
“En la asamblea del 13 de septiembre de 1988 surge la idea de separación por encontrarnos huérfanos de la patria, para ello se realizaría un acto simbólico y la comunidad angustiada gritaba: Tumaco también es Colombia, Tumaco libre, Tumaco independiente”, recordó la historiadora. 

El debate fue muy fuerte unos de acuerdo otros no y los que sabíamos que eso era una utopía, se decía para lograr que las miradas de la nación se volcaron sobre Tumaco con el dolor de separarnos por sentirnos huérfanos de la patria por su ancestral abandono. 

Se abre el debate nacional, la prensa escrita, la radio, televisión nacional e internacional, escritores, columnistas se duelen de este deseo de separación y conminan al gobierno a solucionar las cosas. Se determinó otro compás de espera hasta el 16 de septiembre a las 2:00 de la tarde.
Proclama

Rosa Elvira destaca además que Tumaco ha estado presente desde los albores de la República de Colombia hasta hoy y que en noviembre de 1781 se escuchaba el primer grito de Independencia en boca del negro Liberto Vicente de la Cruz y que más tarde, los pobladores de estas islas se atrincheraron al lado de Bolívar y Mosquera.

Y en la última guerra civil en las huestes del general Uribe Uribe infringiendo una de las más vergonzosas derrotas a las fuerzas del gobierno comandadas por el general Alfredo Vásquez Cobo, cuando, con un solo disparo de cañón ‘Eduviges’ hicieron naufragar al Boyacá con todos sus ejércitos.

Más, si Tumaco ha portado con sus riquezas, su raza y su sangre a la formación de la República y a la nacionalidad colombiana ha recibido muy poco, hasta el punto de que no cuenta con los más elementales servicios públicos el agua potable y la energía eléctrica.

En apartes de la proclama se lee: “Hoy 16 de septiembre de 1988 nosotros negros descendientes de africanos con el corazón en las manos, estamos izando a media asta el tricolor colombiano por el cual dieron la vida nuestros antepasados para expresar nuestro profundo dolor de sentirnos huérfanos de la Patria”.

“Como primer acto de soberanía levantamos la bandera de Tumaco proclamando a las naciones del mundo, que de continuar la indiferencia del gobierno a nuestros álgidos problemas, nos veremos en la penosa obligación de continuar el proceso hasta lograr la separación definitiva de nuestro territorio, de la República de Colombia.”
En la cancha de San Judas; a los 16 días del mes de septiembre de 1988 el contenido de esta proclama expresa el sentido de una comunidad deseosa de denunciar públicamente la situación por la que se atraviesa al completar 24 días sin agua y energía.

El 16 de septiembre, día del mitin que se realizó en la cancha San Judas donde la fe había llegado en la persona de Juan Pablo II se había llenado de incertidumbre en la persona de un pueblo agobiado por el olvido y la pobreza, mitín de cuya convocatoria se informó al alcalde Erick Seidel, policía Nacional, con antelación a realizarse en la cancha San Judas a las 2:00 p.m.

Nos regía el Estatuto de Seguridad en los tiempos del expresidente Turbay Ayala y lo aplicaba muy bien el presidente Cesar Gaviria, ya que todo el que alzaba la voz de protesta le endilgaban muchos cargos y así quedaba por mucho tiempo hasta demostrar la inocencia, allanaban el domicilio sin orden alguna de juez, alguien decía que había armas u otra información para acusarte.

Sin distinción de credo o de color personas iban llegando en grupos sin clasificar, estudiantes, ancianos, teatreros, zanqueros, comerciantes, sindicalistas, pescadores, concheras, danzantes, cantoras, diferentes agremiaciones, todos con la consigna que esa tarde todo iba a cambiar.

Los ojos del mundo se fijaban en este puerto de la Patria donde mujeres y hombres de ébano con los indios, mulatos, zambos, cholos y albinos contenían la pulsación para escuchar en la tarima la voz libertadora de los Carabalí, Hurtado, Salazar, Ortiz, González, Biojo, Mora, Becerra y Quiroz.

La cancha cuál hormiguero hervía en ansiedad tensa calma, nadie había convocado a tanta gente a través de “Radio Bemba”. Era un carnaval sonaba marimba, cununo, guasá, maracas y la furia, la indignación, la frustración y espera de largos años de padecimiento y oídos sordos del estado que no respondía con soluciones, todo estaba allí en medio de danza y cantos. 

De pronto el ultraje del ejército a una periodista rompió el seguro…se pensaba que la Policía y el Ejército que estaban allí para salvaguardar el orden, se replegaron. De aquí para adelante todo fue un caos, el brazo armado del Estado había irrumpido en el escenario no podía permitir que lo desafiara, no podía permitir que el pueblo por donde entregaba el petróleo se sublevara, había que aplacar el grito de Independencia así sea a punta de fusil.

La Policía se puso sus máscaras y empezó a lanzar gases lacrimógenos no les importó la presencia de ancianos, niños, estudiantes, periodistas. Sonaron unos disparos “intimidadores” qué hicieron blanco en la sangre de un joven Alex Quiñónez, fue el detonante final para explotar en histeria colectiva, el dolor tornarse en ira, los brazos en garrocha y el canalete en lanzas. 

La turba enardecida arremetió contra todo lo que fuera opresión, contra los símbolos de explotación estatal. La Fuerza Pública se replegó a sus cuarteles mientras en llamas ardían el Seguro Social, la Caja Agraria, juzgados, desde kilómetros se miraba cómo se consumía la alcaldía. El pueblo quedó anárquico; al caer la noche la sangre agolpada se fue calmando, 

Los reportes de ese entonces daban cuenta de 53 heridos, 100 detenidos, contusos buscaron sus hogares para mitigar su dolor. A los directivos del comité cívico Tumaco Alerta S.O.S que estaban en la tarima de la cancha San Judas, la comunidad los protegió, a algunos los alzaron en hombros y los llevaron a una vivienda y otros se refugiaron en otro país. Radio Bemba manifestaba “huyan, huyan hay orden de matarlos”.

A las 5 de la tarde la presidenta del comité cívico sale de su vivienda que custodiaba el Ejército para evitar qué integrantes del comité salgan. Ella se cubre con la bandera de Colombia, sale y los soldados le dan pasó.
En ese entonces, se mandaron varios heridos al hospital San Andrés, se visitaron detenidos y se pusieron cuatro cirios en la cancha San Judas como símbolo del velorio de aquel día que un pueblo entero decidió no morir.

El estado responde enviando altos mandos del Ejército y Policía, acusaciones entre ellos van y vienen y llegaron en lugar de plantas eléctricas y respuesta al pliego de peticiones, ocho tanques blindados mostrando poderío sobre un pueblo que se reveló porque se cansó de tanto esperar soluciones que no llegaron.


Lee también:


“Las palabras no se quedaron en los archivos, hicieron eco y retumbaron en el oído de quienes 
amamos a Tumaco. Cinco años después, en 1993 el presidente Gaviria entrega interconexión eléctrica, carretera Pasto Tumaco, Puerto Pesquero, incluye a Tumaco en el plan Nacional de Rehabilitación”, dijo la historiadora.
Tumaco derroto su apatía, su conformismo, su tradición de esclavismo y decidió ser artífice de su propio destino.

Lamentablemente nuestro estado social de derecho sólo es posible en el papel y para qué funcione se hace necesario llegar a las vías de hecho. Finalmente Rosa Elvira concluye que a los 28 años de lo que se llamó el ‘Tumacazo, el panorama es sombrío; pues los servicios públicos son precarios y costosos.  
 

Artículos Player