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Historias del Pacífico

Si bien los grandes invitados al Petronio son los cununos y las marimbas de Chonta, la fiesta no sabe a lo mismo sin la presencia del viche o de cualquiera de sus versiones.

El viche es una bebida espirituosa preparada en alambiques caseros y que comienza con la destilación de la caña de azúcar. Es además la base de otra serie de bebidas muy populares en el pacífico colombiano, como la crema de viche, la tomaseca, el tumbacatre, el curado, vinete, canyá, entre otras preparaciones mezcladas con yerbas y otros condimentos.

Hay reconocidas hasta el momento 12 preparaciones distintas con viche, aunque no todas son distribuidas en el Festival.

Hablamos con Beneralda Ruiz Valencia, ella tiene 78 años, de los cuales lleva 45 elaborando viche y sus derivados, además de comidas y dulces típicas del pacífico. “Yo he hecho más de 200 bebidas a partir del viche”, afirma mientras se ríe y recuerda a su abuela, que fue la persona que le enseñó a preparar el viche.

“Nadie se ha enfermado por mis preparados, las mujeres que no podían tener hijos los han tenido y los hombres con problemas de próstata se han curado”, dice, mientras os explica que muchas de las preparaciones de viche son usadas como remedios contra diversos males, como el caso del curado, que resulta de la mezcla de 47 yerbas distintas con el viche y es utilizado para todos los males.

“Yo entré a la universidad cuando tenía 50 años”, nos cuenta. “Yo iba a la universidad a aprender y a enseñar, porque para eso es que uno va a la universidad” esta mujer titulada en etnobiología de la Universidad del Valle con sede en Buenaventura.

No tuvo hijas, pero la vida le regaló muchas nietas que hoy aprovechan sus conocimientos y le ayudan en la producción de comidas y bebidas que comercializa en todo el país. “Uno tiene que hacer las cosas con sazón, eso fue lo que me dijo mi abuela cuando me enseñó a cocinar”.

Mientras tanto nos da a probar una nueva receta que es la crema de viche en jugo de naidí, una semilla típica del Pacífico que tiene propiedades para “curar el mal de ojo”.

Como doña “Bene”, cientos de personas vienen de distintas zonas del pacífico para comercializar sus productos. La llegada al Festival significa para muchos de ellos una travesía infinita desde los rincones más alejados para llegar a Cali y participar en esta muestra de la identidad afro.

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