Pasar al contenido principal
CERRAR

Huertas caseras: el ejercicio escolar que se impone en las casas de Manizales

El proyecto ‘Sembrando amor cosechamos sonrisas’ surgió en el 2016 para acercar a los estudiantes a la naturaleza.

Por: Andrea Cardona

La zona verde que tiene la institución Educativa Pablo VI, sede Simón Bolívar, en el barrio Los Nogales, de Manizales, inspiró a la docente Cecilia Inés Betancur para crear una huerta escolar. Ahora que los estudiantes no están asistiendo a clases presenciales, sus alumnos del grado quinto implementaron esta práctica en sus casas.

El proyecto de la profesora, que orienta la asignatura de Ciencias Naturales, se llama ‘Sembrando amor cosechamos sonrisas’, y surgió en el 2016 para acercar a los estudiantes a la naturaleza, la tierra y los ecosistemas. Es una herramienta para que conozcan de dónde vienen los alimentos que normalmente consumen. Los alumnos incluso en horas de recreo visitan la huerta y trabajan en ella.

Cecilia Inés lleva 37 años en la labor de la enseñanza. El cariño y conocimiento por el campo lo aprendió cuando trabajó siete años en colegios de veredas. Su hijo, Alejandro Barco, que estudió gastronomía, la impulsó a promover el consumo de productos saludables y huertas orgánicas con los estudiantes, por eso creó la huerta escolar, un modelo del espacio que ella tiene en su casa y donde siembra varios productos.

Con el apoyo de los directivos del colegio, la docente usó materiales reciclables para darle forma a la huerta. “Nosotros comenzamos a trabajar con residuos orgánicos para la elaboración del compostaje, que lo usamos para enriquecer el suelo e iniciar el proceso con las semillas. Luego usamos bloques ecológicos que hicimos con botellas de plástico rellenas de basura que nosotros llamamos ‘chillona y brillante’. Con los ecoladrillos adecuamos los bancales y los caminos divisorios de la huerta”, contó la docente.

En la huerta tienen siembra de cebolla de huevo, ahuyama, cebolla larga, frijol, maíz, cilantro, lechuga y plantas medicinales como prontoalivio, apio y caléndula. Cuando hay cosecha y por la gran cantidad de productos, los perecederos se reparten entre los estudiantes y sus familias. Y más valioso que la misma fruta o verdura es la satisfacción que sienten los niños al saber que lo que van a consumir es el resultado de su trabajo y cuidado.

“Una vez recogimos una ahuyama de 5 kilos y, para no dejarla perder y con el apoyo de las personas que trabajan en el restaurante escolar, hicimos una deliciosa sopa y la compartimos con los estudiantes de transición y primaria. Las madres de familia al ver la cantidad de zanahoria que sacamos de la huerta prepararon una torta que también compartimos”, dijo Cecilia.

Las tareas que tienen en ese lugar no son una materia que cumplir o una nota por ganar, es el caso de Samanta Galves Romero, estudiante de quinto grado. Para ella el mayor aprendizaje que le ha dado la huerta es valorar lo que da la tierra, la labor de los campesinos, a aprender a trabajar en equipo y aprovechar los recursos naturales. Recuerda que a inicio de año una de sus labores era quitarle la maleza a la huerta.

“En la huerta de nuestra escuela quitabamos las flores marchitas pero por la pandemia no pudimos hacer lo mismo, entonces la profe Cecilia nos mandó las guías y seguimos con trabajo en casa. Con mi familia preparamos un compostaje que hice con toda mi familia”, dijo Samanta.

Del colegio a la casa

Una de las preocupaciones de los estudiantes al saber que tendrían clases desde casa era la huerta. Por eso, para cumplir con los temas académicos, la profesora Cecilia los animó a crear las huertas en la casa. Por medio de guías la profesora les indica cada proceso y ellos mediante fotos muestran las evidencias de sus huertas como la estudiante de quinto María Isabel Rojas Gómez.

“Este año hemos aprendido mucho de la huerta. Nos repartimos por grupos y algunos hacíamos compostaje, desyerbas y plantamos limoncillo. En mi casa hemos hecho talleres, compostaje y un ecosistema con plantas y lombrices. Eso se llama lombricultivo”, mencionó la estudiante de 10 años.

La labor de la profesora Cecilia la hizo merecedora el año pasado de la medalla Eladía Mejía que otorga la Alcaldía de Manizales, como mejor docente de la ciudad. Los grupos de quinto año esperan regresar pronto al colegio para recuperar su espacio ‘Sembrando amor cosechamos sonrisas’.

ETIQUETAS