Pasar al contenido principal
CERRAR

Ser librero independiente en Colombia: una pasión que pervive

En Radio Nacional dialogamos con tres libreros sobre el oficio, la sostenibilidad del negocio y los retos frente a la formación de públicos en el país.
Librerías independientes.
Colprensa
Yaneth Jimenez Mayorga

María Osorio lleva más de 20 años en el oficio al frente de Babel Libros, una de las librerías referentes de la capital colombiana; Violeta Gómez hace poco más un año inauguró La Verbena, librería y casa cultural en el norte de Bogotá; Carlos Sosa es uno de los libreros más reconocidos de Garabato Libros. Los tres se reunieron en la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo para conversar sobre esa pasión que los une.

En el marco de la Feria Nacional de Editoriales Independientes La Vuelta, organizada por La Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá (BibloRed) estos tres mosqueteros lectores empedernidos soñadores, y a la vez realistas, nos abrieron su corazón librero, ese corazón que cree que a pesar de los obstáculos, el oficio pervive y permanecerá por mucho tiempo. Esto nos dijeron:

¿Cómo se forma un librero?

María: esto es una pasión, una pasión por los libros que uno decide en algún momento compartir, compartir lo que uno sabe, lo que ha visto, lo que conoce, y enganchar al otro con los libros.

Violeta: el librero se forma siendo librero, trabajando en librerías, leyendo, yendo a otras librerías a conocer, hablando con otras personas alrededor del libro, con editores y autores. Yo creo que es como anclar esa pasión a diferentes espacios, teniendo diferentes conversaciones.

Carlos: Este es un tema de hacer el ejercicio, de estar constantemente involucrado en el espacio, es cumplir, de alguna manera, un montón de caprichos, pero a partir de esos caprichos, intentar seducir unos lectores.

¿Qué tan fácil o difícil es ser librero en Colombia?

María: este es un oficio difícil de ejercer en el país, primero, porque el concepto de librería aún está ausente del imaginario de muchos colombianos. Muchas veces es vista como un sitio lejano donde venden unos libros carísimos. Falta formación de público, y que el sector logre constituir una verdadera red de apoyo.

Violeta: En general, la cultura no es vista por el Estado como una necesidad básica y una apuesta válida. Adicional a ello, la gente está acostumbrada a no pagar por la cultura, luego se hace muchas veces difícil sostenerse económicamente, pagar un arriendo, pagar una nómina, encontrar ese balance entre lograr un negocio sostenible y mantener la esencia de la curaduría y la independencia de la librería.

Carlos: Yo creo que en este momento hay una explosión de espacios de todo tipo que tienen una oferta bibliográfica, muy volcados al comercio, pero no a la formación de lectores. Quizás la preocupación es por quien llega a sentirse interesado por eso que está dentro del espacio de la librería. Si no hay mucha más presencia o búsqueda de lectores y lectoras, no es tan fácil.


  También te puede interesar: La librería inspirada en Virginia Woolf que reivindica a las mujeres escritoras


¿Creen que después de la pandemia ha habido un mayor interés de la gente por la lectura y por estos espacios, y que eso haya hecho que surgieran más librerías?

María: La gente durante la pandemia leyó porque no tenía nada más que hacer. Leía, comentaba y compartía porque necesitaba comunicarse con los demás. Pero, una vez terminó, las ganas se fueron diluyendo. Y aquí estamos construyendo también una relación económica, que viene presionada por un montón de cosas. Entonces se termina vendiendo o tratando de vender para sobrevivir y se nos olvidan los lectores. Afortunadamente, veo gente joven que se engancha: están los jóvenes que quieren vender, los que quieren escribir, los que quieren comprar. Cada día hay más editores, más autores y más libreros.

Violeta: Yo creo que tiene que ver con ese romanticismo, con esa nostalgia relacionada con el libro físico. Creo que ahora estamos volviendo a él porque sentimos que hay una mayor conexión. Tenemos una relación con un objeto que nos genera una emoción: Recordar que ese libro me lo regaló mi abuelita, o el libro de segunda que logré conseguir, o el libro que ha pasado de generación en generación en la familia. Así mismo, el que se mete a crear una librería y lo hace no solo por las ventas, sino porque quiere generar público lector, generar conexiones y espacios de difusión de la cultura.

Carlos: en momentos de crisis como fue el encierro, se acentuaron ciertas prácticas olvidadas o vintage como hacer pan, coser, tejer, pintar, y por supuesto leer. Se forjó como un aura extraña sobre ese gusto que no hemos perdido. Nos dimos cuenta que todavía hay quienes quieren conservar o regalar un libro. Que hay ciertas texturas en ciertos libros que hacen que uno tenga una lectura detenida, que haya una conexión neuronal distinta, y eso generó de alguna manera esa explosión tanto de lectores ávidos como de espacios.


  Lee también: Hay Festival 2024: una programación cultural rica y diversa


¿Cuáles pueden ser esos retos en cuanto a lograr la sostenibilidad de una librería?

María: la sostenibilidad se logra si uno hace un trabajo juicioso y arduo, muy arduo. Hay quienes piensan que montar una librería es muy fácil: que se puede hacer en el garaje desocupado que tiene la casa de mamá, con los muebles que la tía ya no usa, y con los libros que dan en consignación. Pero se necesita conocer mucho de libros, de cómo funciona la cadena del libro, cómo se comercializan. Si uno tiene claro si lo que quiere poner es un supermercado de libros o tener una curaduría, algo pequeño, pero sabiendo qué tiene, cómo lo ofrece.

Violeta: Yo creo que es muy importante tejer esas redes de apoyo que se han empezado a generar, las iniciativas que buscan agremiar al sector. Cuando trabajamos en conjunto nos va mejor y podemos generar otras dinámicas donde el punto no sea competir, sino generar hábitos de lectura, formar público y un proceso cultural robusto.

Carlos: Uno de los aspectos a trabajar y en los que nos falta mucho es esa parte administrativa del negocio y el manejo de las nuevas herramientas, en cuestiones como el inventario, programas informáticos, manejo de redes sociales, etc. Si uno se queda leyendo detrás del mostrador, pues va a ser un poco más difícil. Tenemos que ser capaces de combinar esa pasión, ese conocimiento con el desarrollo de las habilidades que requiere un negocio.

¿Tiene futuro el oficio de librero?

María: Yo sí creo porque cada vez cada vez nacen nuevos proyectos, más creativos. Me parece que cada vez hay cosas más interesantes. Hay mucha gente joven que contrario a los muchos creen que no leen, sí lo hacen y les gusta un montón. Yo me imagino que a futuro, que espero sea algo muy lejano, va a haber una máquina a la que uno le oprime un botón y le entrega un libro, pero mientras eso llega, hay que tener lectores, editores y libreros porque si no ese futuro que va a llevar va a ser espantoso, en el que todos somos lo mismo.

Carlos: Yo hago la relación entre los videojuegos y los libros, en la medida en que el videojuego necesita la presencia de un usuario para que el juego se desarrolle. El libro es exactamente igual, que a diferencia de la música o la película o la serie, que puedo poner y al tiempo estar mirando otra pantalla o haciendo otra cosa. Me imagino que a futuro sí habrá una metaliteratura, no como la de los críticos literarios, sino como la capacidad de meterse al lado de Alicia e ir con el conejo.

 

Artículos Player