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¿Qué perdemos cuando un líder social es asesinado?

Entre 2016 y 2018 fueron asesinados 431 líderes y defensores de derechos humanos en Colombia.

Por: Juan Ricardo Pulido.

Entre el año 2016 y 2018, fueron asesinados 431 líderes y defensores de derechos humanos, en lo corrido del actual gobierno ya se reportan 130, un poco más de 20 por cada mes, y la cifra pareciera no detenerse.

El gobierno actual ha presentado en diversos espacios y en varias oportunidades, acciones que parecieran no resultar efectivas.

A inicios del año 2019, Iván Duque presidente de Colombia, aseguró que grupos armados como el Clan del Golfo, Los Pelusos, el Eln y Los Caparrapos, están detrás de gran parte de los homicidios en contra de líderes sociales.

Se presentó un plan de recompensas para cabecillas de estos grupos y otros similares. Previamente se creó el Plan de Acción Oportuna, para protección de líderes sociales, defensores de derechos humanos y periodistas.

Se llevó a cabo la III Mesa por la Vida, en donde entre otras cosas se pidió más compromiso de alcaldes y gobernadores. La Unidad Nacional de Protección, tiene esquemas de protección para más de 3000 líderes y defensores de derechos humanos, y, aun así, los asesinatos no paran.

El profe wayuu

El pasado martes 19 de febrero en la ciudad de Riohacha fue asesinado el docente y líder indígena José Víctor Ceballos Epinayu. Tenía 36 años de edad. Era profesor en la Institución Etnoeducativa Murray, miembro activo del movimiento indígena Nación Wayuu, y sus más recientes denuncias eran por amenazas contra integrantes de este movimiento, autoridades y líderes. Todos, paisanos suyos.

El diario El Heraldo de la ciudad de Barranquilla fue uno de los primeros en registrar la noticia. Elaboró una muy breve reseña, con unos datos básicos para identificar a José Víctor. Pero para las comunidades, era mucho más que un joven profesor que había hecho denuncias.

El profe José Víctor hablaba mucho sobre la situación humanitaria en el departamento, la emergencia social, la falta de agua, de comida, de todo. Sobre la extracción y destrucción de recursos naturales en su tierra. Hablaba del Cerrejón y sus impactos, de la labor del ICBF. Fue muy cercano al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que dictó medidas cautelares para proteger a los niños de su pueblo indígena en La Guajira. Básicamente, defendía la vida y el territorio del pueblo indígena Wayuu.

El interés y la preocupación por su comunidad y muchas otras particularidades de José Víctor Ceballos Epinayu, no tenían exclusividad. Sin duda eran excepcionales, pero tanto como las de muchos otros líderes y defensores de derechos humanos.

¿Qué hacen nuestros líderes?

Defienden. Si fuera necesario decirlo en una palabra, sería esa probablemente. Defienden sus comunidades, sus derechos, sus recursos y los de todos. Defienden principalmente el derecho a la vida y los derechos humanos, todos los derechos que como colombianos y habitantes del territorio tenemos. Defienden a la comunidad, una familia, a sus niños. Defienden un río, una montaña, arboles, suelo, e incluso subsuelo. Defienden y para ello, educan, empoderan, suelen decir ellos mismos: “Le abrimos los ojos a las comunidades”.

Es una persona que conoce su comunidad, las penas de la comunidad, sus necesidades, y se convierte en la voz de esa comunidad. No tiene que tener título, ni cargo alguno, su potestad está soportada en el reconocimiento de su comunidad.

Para William Rozo, investigador del Centro de Investigación y Educación Popular, CINEP, Programa por la paz; basado en el informe ¿Cuáles son los patrones de los asesinatos de líderes sociales en el posacuerdo?, un líder o lideresa social es una persona que cuenta con reconocimiento de su comunidad por conducir, coordinar o apoyar procesos o actividades de carácter colectivo que afectan positivamente la vida de su comunidad, mejoran y dignifican sus condiciones de vida o construyen tejido social.

¿Quiénes se benefician con su muerte?

De acuerdo con el investigador William Rozo del CINEP, el estudio adelantado permitió hacer una pequeña aproximación sobre quienes serían los primeros beneficiados de estos asesinatos.

En primer lugar, aparecen los latifundistas, aquellos que se están apropiando de la tierra. En segundo lugar, los megaproyectos, principalmente minero-energéticos, y en general proyectos de orden extractivista. Se benefician además quienes están detrás de los cultivos ilícitos. Y finalmente, con el asesinato de los líderes y defensores de los derechos humanos, se benefician quienes buscan la permanencia de la guerra en el país.

En este último grupo, son asesinados líderes que se oponen a la presencia de grupos armados en sus territorios. Asesinados simplemente por buscar la paz, en una gran mayoría, hablamos de pueblos indígenas.

“Su guerra y su discusión, llévela afuera del resguardo. Su campamento por favor, sáquelo del resguardo. Su base militar, sáquela del resguardo. Y por eso los matan”, dice William Rozo.

¿Qué pasa cuando un líder social es asesinado?

Cuando un líder social y defensor de los derechos humanos es asesinado, las comunidades quedan desprotegidas. Pierden su capacidad de denuncia. El miedo queda sembrado en la comunidad y se agudiza su condición de vulnerabilidad. Pierden la esperanza y quedan a su suerte.

“Cuando un líder social es asesinado, no solamente pierde la comunidad, pierde el país y pierde el mundo”, afirma Oscar Montero, líder indígena del pueblo kankuamo.

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