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En Nariño, la música campesina mantiene vivas las tradiciones del campo

La pala, el azadón y la ruana se fusionan en con las cuerdas del la guitarra o el tiple para exaltar las labores del campo.
Beatriz Fajardo

El unísono del empírico rasgado de guitarras, fusionado con las voces de hombres y mujeres que dejan descansar la tierra para hacer memoria de las tradiciones, se podría denominar el sonido que emana de la música campesina, interpretada en recónditos lugares de Colombia.

La ruana, compañera fiel y silenciosa de las tardes frías en las quebradas cordilleras del país, es testiga de cada acorde, carrasca o sonido que recuerda en los versos, las costumbres de los mayores que a lo largo de cada segundo son desempolvadas en cada canción.

Tradiciones milenarias que se llevan de generación en generación en cada letra, letra que inspiró el trabajo en la tierra, la mujer amada o la desazón de una causa perdida.

“Con las canciones rescatamos las tradiciones del campo, porque esta música es sentimental, tiene buenos y bonitos versos, porque además nos inspiramos en los árboles, los animales y la cementera; guardando así el legado de los antepasados”, dice Jesús Campo Elías Cuastumal, director de la agrupación Nuevo Horizonte del municipio de Sapuyes en Nariño.

Édison Velazco, del grupo Amanecer Andino, cuenta como la música está inmerso en el saber tradicional.

“La música la llevamos en la sangre a pesar de estar en medio de la pala, azadón, el cute o el chindé (…) llevamos el ´Quisindiquinde´ o sonidos campesinos en las labores diarias, acompañados de los inseparables puros con guarapo, el requinto, las guitarras y la carrasca”.

 

La música campesina se está dedicando a recuperar las buenas costumbres al plasmar en las letras cuando criamos bien a los hijos, estando juntos en familia, al prender un fogón y al contar cuentos de los ancestros de los mitos y leyendas: decía el cantautor.

Teodulfo Yaqueno, de Los Alegres de Genoy, una de las agrupaciones más recordadas en el sur del país, quienes además participaron en un reality de televisión nacional, manifestaba que desde el vestuario de los grupos regionales se guardan las costumbres, con el uso de la ruana, las botas con las que se trabaja en la tierra, el machete (…) y en las letras se recuerda los sabores de la comida tradicional como el cuy, la poliada (la crema de maíz), la chara y la sopa de cebada.

Los mitos y leyendas no pueden faltar en las composiciones inspiradas, muchas veces, en las anécdotas de quienes fueron cargados en medio de una borrachera por la vieja, la viuda o del duende, y dejados en el cementerio de sus localidades.

A través de la voz a voz de las canciones se guarda en el recuerdo los juegos tradicionales como ´El cuspe´ (trompo) o la pirinola.

Algunos de los intérpretes y cantantes recuerdan como en Radio Sutatenza sonaban ´Las Mañanitas campesinas´. En los radios de la época, que era la única compañía, al paso del jornalero, quien entre las laderas cultivadas con papa o cebada, escuchaba los talentos de antaño, ellos evocaban la guachapiada o la carranga, los bambucos (…) ellos reclaman que los medios de comunicación de hoy se dediquen a resaltar los valores, tradiciones y saberes de los campesinos.

Cada vez son menos las personas que se dedican al rescate del son sureño: pero entre los festivales y verbenas populares, sobresalen grupos de jóvenes que no dejan desfallecer el compás de esta tradición, quienes tienen como referente a los Rolling Ruanas y los Ajíces, entre otras agrupaciones, con las que hilan ese tejido musical.

Ángela Bárcenas, integrante de la agrupación Sonando Arte, cuenta como entre libros de colegio y acordes de violín, guitarras, cuatro, del güiro o el requinto, también se adicionan los instrumentos eléctricos en aras de estar a la vanguardia y de esa manera poder llegar con su música local hasta esferas mundiales.

“La música siempre ha sido una inspiración, un motivo para dar a conocer el arte de las regiones, en este caso de Nariño (…) la música campesina está viva porque la tierra suena… Nariño suena”.

A lo largo de la geografía colombiana se realizan festivales y encuentros de música campesina, en el caso de Nariño el epicentro de los sonidos tradicionales se da en el municipio de Sapuyes y en el Municipio de Pasto, además de algunos corregimientos como El Encano y Santa Bárbara que realizan versiones anuales.

En este compromiso de rescate de la tradición musical, Radio Nacional de Colombia también realiza cada año el Festival de Músicas Campesinas, donde los ganadores son protagonistas de la segunda producción discográfica de un CD y están en un mini book con las historias de los artistas del Festival.

El folclore convertido en canción tradicional, la memoria viva en los acordes y la simpática sonrisa de un hombre o una mujer, quienes cantan y tocan un instrumento, muestran la sensibilidad del que fue forjado con la rudeza de la madre tierra. Así enmarca la música campesina a sus actores principales.

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