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Kasmhashoru: Piedra Pintada, el sitio sagrado de los Mokaná

Para el pueblo indígena Mokaná es un sitio sagrado que conecta con sus ancestros, para los arqueólogos es un enigma y para los turistas es una experiencia para vivir la naturaleza y la espiritualidad.
Piedra Pintada Mokaná en Tubará, Atlántico
Fotos: Cortesía Gobernación del Atlántico.
Rodolfo Rodríguez

En el municipio de Tubará, Atlántico, se encuentra Piedra Pintada, uno de los sitios sagrados de los descendientes Mokaná, un espacio para la transmisión de conocimiento y reflexión con sus ancestros.
Lin María Sánchez Orellano, sabedora Mokaná de Galapa, dice que Piedra Pintada o Kasmhashoru - en lengua Arawak significa la esquina tranquila del Dios HU- es el sitio sagrado donde reflexionan.

Al lugar van tres veces al año, - a inicios, a mediados en tiempo del solsticio de verano y a finales en el solsticio de invierno -, para evaluar lo hecho durante 12 meses o, cualquier otro día si se está pasando por alguna situación. Se va a Piedra Pintada a buscar una respuesta de los ancestros, de los seres de la naturaleza o de los mensajeros que están allí.

Agrega Lin que allá hacen la reflexión, el ritual, porque muchos llegan a la Piedra Pintada, pero no con el significado que tiene para la comunidad Mokaná.


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“La Piedra Pintada tiene algo muy religioso, único, espiritual. Nosotros vamos por el lado del sacrificio, por eso queda en una parte alta. La razón de esa subida, de cada escalón, es ir reflexionando por el camino del sacrificio”, explica la sabedora Mokaná, mientras apunta que hay otra forma, incluso más corta para ir al lugar, pero no tiene el mismo significado. En este caso, se refiere al Morro, llegando por la vía al mar que une a Barranquilla con Cartagena.

Anota que, tras recorrer los escalones, en medio de la vegetación y fauna propia del bosque seco tropical se llega al Cielo, punto intermedio donde se ha hecho ya una parte de reflexión; para luego continuar el camino real hacia el sitio sagrado, que es cuando se entra a la parte enmontada que va para la Piedra Pintada.

Piedra Pintada Mokaná

“Ahí estamos ya pisando un suelo, mucho más sagrado del que ya se venía caminando. Ahí se inicia una nueva reflexión, mucho más profunda, porque así te lo permite la madre naturaleza, la Pacha Mamá, te va guiando el camino y en él te puede poner mensajeros o cuidadores”, relata Lin Sánchez Orellano.

Apunta que cuando se va a Piedra Pintada hay que llevar las ofrendas que se le dejan a los cuidadores del sitio sagrado, pues mientras se recorre el camino, hay un encuentro con los espíritus de la naturaleza, que ayudan a reflexionar. Por eso, antes de entrar a los sitios sagrados, se hace un ritual especial.

El ritual

Piedra Pintada Mokaná

Consiste en llevar muchas cosas como ofrendas, aceites y armonizadores. Se hacen unos círculos dependiendo del tiempo, del momento y lo que se necesite, porque para entrar a los sitios sagrados no se puede llegar con la misma actitud de quien va de turismo, o no es Mokaná.

Por ello, los Mokaná rodeando el fuego, a ritmo de sonajeras, golpes a la tierra con un bastón, piden permiso a la madre, a la Pachamama.

“Ven padre Hu, ven padre HU, a mi corazón, para que ingrese al corazón de cada uno y nos ponga en reflexión, en actitud para escuchar a la naturaleza, recibir la sabiduría que permita resolver los problemas internos y espirituales. Es un ritual de armonización para poder ingresar al sitio sagrado”, precisa.    
Lin Sánchez Orellano señala que ir a Piedra Pintada es una cuestión de disponer su espíritu, el alma, el corazón, porque se va allí, a dejar energías y a traer las nuevas que se recogen en el lugar.

Muchas veces en el camino pasan cosas, anota Lin. “La Pachamama va mostrando, el Dios HU guía. Un día como hoy - primeros días de noviembre- que está Guakaribana, la diosa de la lluvia y el viento, no es aconsejable subir a la piedra sagrada”. 

Preparación interior

Antes de desplazarse al sitio sagrado, los Mokaná escogen la fecha para ir todo el día a la Piedra Pintada. Lin María Sánchez Orellano explica que, sobre todo los sabedores, quienes disponen su espíritu, su mente, pensa-siento: pienso y siento, desde el corazón.

“Hay que tener esa disponibilidad para pisar ese sitio sagrado, ya que cualquiera pisa, pero no sabemos lo que va a traer una mala pisada, porque muchas veces, si uno no va con respeto, él le cobra a uno la burla, digámoslo de esa manera”, enfatiza Lin.

Por eso, para los Mokaná es importante preparar la visita. Tener la disponibilidad absoluta del tiempo, de organizar lo que se va a llevar como si fuera un ajuar para ese día.

Llevan sonajeras, armonizadores, la chuva con la que se hace el llamado, los pitos, las semillas, el alimento para los cuidadores porque hay que dejarle las ofrendas, desde que entran al sendero que los conduce al sitio sagrado.


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Las ofrendas son frutas (mangos, manzanas) o lo que cada uno de los Mokaná pueda llevar, lo que sienta en su corazón y se organizan para que nadie repita, manifiesta la sabedora Lin. 

Cuidadores del sitio sagrado

Piedra Pintada Mokaná

Entre los cuidadores del sitio sagrado está el mono, que baja a recoger sus ofrendas. Quién logra verlo es porque fue bien recibido, pues no todas las veces se deja ver, ni todas las veces hace su sonido característico.

Subraya la sabedora Mokaná que la chicharra es otro cuidador y que existe una culebra grande, con un color de piel que en su vida había visto.

“Los mayores me habían dicho que hay cuidadores que no se reflejan a todo el mundo. El día que logres ver la culebra, es un día especial. Una vez, estábamos con unos hermanos Mokaná y después del ritual logré verla. Fue gratificante para mí, fue algo grande, porque el mayor me dijo que ella no se deja ver todo el tiempo y el día que la logres ver, va a ser algo grande para ti, dentro de la parte espiritual”, indica.

Puntualiza Lin, que según los cuidadores o mensajeros que vea un Mokaná, aumenta su parte espiritual y sabedora de la comunidad.

“Lo que heredamos de nuestros ancestros, el conocimiento que nos han dejado y toda la historia que hay en estos sitios sagrados, sobre todo Piedra Pintada, nos cuenta todo lo que hemos heredado de ellos”, asegura.

Piedra Pintada, visión arqueológica

Piedra Pintada Mokaná

Jhonny Meca es el director del Museo Arqueológico de Galapa (Muga), uno de los profesionales que en Atlántico se ha dedicado a estudiar a los Mokaná y mantiene contacto con descendientes de este pueblo indígena.

En el Muga hay una exposición permanente de los Mokaná donde se puede apreciar vestigios, piezas arqueológicas de inmenso valor halladas, muchas de ellas, en la zona y vivir una experiencia interactiva relacionada con Piedra Pintada y la cultura galapera. Meca y jóvenes de ese municipio son quienes cuentan la historia y la actualidad de los descendientes Mokaná.

Al preguntarle sobre Piedra Pintada dice que es un enigma para los arqueólogos, como casi todos los sitios de arte rupestre, que es un petroglifo que permite pensar que estuvo tallado hace 8.000 años por cazadores recolectores, que pasaron por la zona, que eran nómadas y no sedentarios.

Anota que Piedra Pintada parece un abrigo rocoso, como los existentes en el sector del Tequendama, en los Andes, que pudo haber sido un refugio de esas personas. Un lugar que empezaron a rayar, a dejar su huella en esta piedra y esa puede ser una primera apreciación.

Sin embargo, expresa que Piedra Pintada también puede ser la interpretación que le dan los Mokaná actuales, de un sitio ritual, de un lugar que se aleja no solamente de las faenas de caza y recolección de estos primeros habitantes, sino que para ellos representa encontrar un espacio que tiene varios anillos de seguridad, que tiene un significado porque está atravesado por un arroyo que es importante para ellos, que se ha convertido en un sitio de reunión de otras comunidades indígenas de la región, que ellos mismos le han dado también ese valor simbólico, al espacio.

“Por esto no deja de ser más válida una hipótesis que otra. Creo que se complementan. Creo que la piedra, que en algún momento rayaron los primeros cazadores recolectores, llegaron de diferentes migraciones, estamos en el Caribe colombiano es un sitio de paso obligado del continente”, subraya Meca.

“Creo que esos primeros nómadas que pasaron por allí pudieron haber plasmado faenas de caza o animales que estaban alrededor de ese territorio, en ese momento. Ese pictograma después fue completado por los usos rituales que tienen los Mokaná desde hace algunos siglos y finalmente fue reinterpretado por las poblaciones actuales de Mokaná, descendientes de esos primeros grupos indígenas”, explica Meca. 

Considera que Piedra Pintada ha pasado por diferentes estadíos, por diferentes épocas, por diferentes periodos históricos y eso enriquece mucho más el valor del lugar.

Una de las razones de la exposición permanente Mokaná que está en el museo es mostrar que no hay una sola interpretación de un fenómeno, en este caso de un sitio como es Piedra Pintada y que pueden nutrirse diferentes perspectivas, diferentes modos de ver algo. 

Piedra Pintada está cerca de otro sitio religioso, de un santuario católico, que le da más poder simbólico a la zona. El director del museo manifiesta que la misma población Mokaná del Morro, auto reconocida como etnia, hace rituales católicos, pero también hace pagamentos indígenas en Piedra Pintada.

“Ahí vemos todo ese sincretismo, del cual hemos sido hijos y creo que Piedra Pintada lo que hace es alimentar más esa visión de que somos multiculturales, pluriétnicos y que un sitio puede mostrar muchas cosas a la vez”, expresa.

Cada paso en el camino real hacia Piedra Pintada - Kasmhashoru, es un latido que nos acerca al corazón Mokaná.

Piedra Pintada Mokaná

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