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'El perrero', una tradición que se resiste a desaparecer en Badillo, Cesar

Esta es una herramienta parecida al látigo, y que nació por la necesidad de ahuyentar los pájaros de los cultivos de arroz.
Tatiana Orozco

Hacia el norte de Valledupar, a unos 30 minutos en carro, está ubicado el corregimiento Badillo, una tierra conocida por sus cultivos de arroz, gente amorosa y muy amable. Allí, en su plaza central, me encontré con Jairo Francisco Manjarrés, un hombre que a sus 74 años sigue siendo referente para la comunidad, porque es gran conocedor de una tradición que se resiste a desaparecer: 'el perrero'.

Esta es una herramienta parecida al látigo que al darle vueltas en el aire produce un sonido parecido a la pólvora, y que nació por la necesidad de ahuyentar los pájaros de los cultivos de arroz.


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“Es que en los años 50 se usaban voladores para alejar a las aves del arroz, pero se le quemaban las manos a mucha gente, entonces decidimos inventarnos este perrero, así no tiene uno que estar gastando pólvora”, dice el hombre mientras enseña cómo funciona.

Desde los 7 años Jairo sabe usar el perrero, él asegura que antes era indispensable conocer cómo hacerlo para poder tener opción de trabajar. “Yo no estudié, era mi oficio, mi trabajo, yo soy el mayor de 14 hermanos, entonces me tocaba trabajar para ayudar en el sostenimiento de la casa. Aquí en Badillo quien no sabía sonar el perrero no lo buscaban para trabajar, ese era el requisito que uno debía tener, era una obligación”, expresa.

En esa época le pagaban 10 centavos por su labor de perrero, que era nada más hacer sonar la herramienta para alejar a los pájaros de los cultivos de arroz y así evitar que se coman las espigas. Jairo Manjarrés asegura que hace lo imposible por no dejar desaparecer esta tradición. Él tiene cinco hijos y a todos les enseñó a usarlo y procura que esto siga de generación en generación. “Cuando nacen los nietos les fabrico uno de 20 centímetros, los infantiles que suenan tienen más de un metro, pero ya para los adultos los hago de 2 metros 40”.


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Mientras en Antioquia existe el zurriago, también conocido como perrero, que no es más que una vara de madera con látigo de cuero en la punta para motivar a un animal a que siga su camino, en el Cesar se usó también una similar para arriar el ganado. Quizás de allí salió la iniciativa de hacer uno parecido, pero con otra finalidad y técnica. Así lo explica este badillero experto en hacer perreros en la tierra conocida por su Custodia y por el arroz.

“Fue en base a eso, pero el perrero es nativo de Badillo. Primero lo fabricaban de una cabuya, pero como esa manila dejó de venir, entonces lo hacemos con el hilo de los sacos cafeteros. Yo me hago dos al día”, aseguró orgulloso.

Lo cierto es que no cualquiera hace sonar un perrero. Para eso se necesita buena práctica, entender cómo girarlo y lanzarlo al aire para que suene como un estallido. “Para aprender se necesita es voluntad. Hay personas que en un día logran sacarle el sonido, pero otras no. El perrero tiene una colita como explosiva, en el momento que uno lo lanza parece que tuviera pólvora, ahí está el secreto”, insiste.

Así se escucha 'el perrero':

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Aunque ya casi no se utilizar para ahuyentar a los pájaros, en Badillo grandes y chicos practican para usar correctamente el perrero, una de las motivaciones es porque todos los años hay concurso del ‘Mejor Perrero’ en el marco del Festival del Arroz y fiestas patronales de San Antonio de Padua, con la idea de mantener la tradición.

“Aquí hay niños que saben hacerlo, lo principal es darle la vuelta y lanzarlo en el momento indicado, además de aplicar el repique, que es cuando suena varias veces en poco tiempo al moverlo pa’ lante y pa’ atrás”, explica.

El corregimiento, al que el gran compositor Rafael Escalona le hizo la canción ‘La Custodia de Badillo’, por la reliquia que se llevaron, está lleno de historias sobre su principal actividad económica, que es el cultivo de ese cereal; un río lleva su nombre, ese mismo que inspiró a Octavio Daza para realizar aquel éxito tan conocido en la voz de Claudia de Colombia y los Hermanos Zuleta; y entre sus calles hay cuentos llenos de riqueza cultural, como la del perrero, una tradición a la que muchos, como Jairo Manjarrés, se apegan y mantienen una lucha silenciosa contra el tiempo para no dejarla olvidar jamás.

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