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Yesid Achicué: el hijo de la montaña

Yesid Achicué es un filósofo, fotógrafo y "montañero" de 24 años de edad, perteneciente al resguardo indígena de Avirama, municipio caucano de Páez.
Yesid Achicué: el hijo de la montaña
Fotos: cortesía de Yesid Achicue
Richard Hernández

Los nevados de nuestro país se encuentran sobre las montañas que tienen cimas por encima de 4850 metros sobre el nivel del mar. Esta altura es la que permite tener esos hermosos glaciares que aún sobreviven.

Sin embargo, debido al cambio climático, hemos perdido 16 nevados. Actualmente, solo seis regiones tienen glaciares en Colombia: Sierra Nevada de Santa Marta, Sierra Nevada El Cocuy o Güicán, Volcán Nevado del Huila, Volcán Nevado Santa Isabel, Volcán Nevado del Huila y Volcán Nevado del Tolima.

Cerca de una de estas montañas nació Yesid Achicué, un filósofo, fotógrafo y "montañero" de 24 años de edad, perteneciente al resguardo indígena de Avirama, en el municipio caucano de Páez.

"Soy el menor de cinco hermanos. Mis padres, nacidos en esta parte de Tierradentro, han sido muy influyentes en la construcción de nuestra identidad por el simple hecho de haber nacido en la cordillera. Las montañas significan el entorno en donde vivo, comparto y de alguna forma aprendo. Dentro de la cosmovisión del pueblo nasa, las montañas juegan un papel muy importante en cuanto a la identidad", señala Yesid.

Asimismo, Yesid cuenta que estas montañas han servido para canalizar las energías de las comunidades indígenas, pero al mismo tiempo como un refugio para resistir la colonización. Los mismos españoles le pusieron a ese lugar el nombre Tierradentro porque entendían y dimensionaban que esas tierras eran muy hostiles para acceder y eso no les iba a favorecer. Sebastián de Belalcázar, cuenta, fue vencido debajo de una montaña en el cañón del río Páez.

"Recuerdo que de niño miraba el Nevado del Huila y mis abuelos me decían que ahí vivía el diablo y que por eso era que salía humo. Eso generó en mí curiosidad por saber qué era lo que había allá. En medio de mi inocencia, creía que en ese lugar había pingüinos (risas). Mi hermano mayor fue el que me llevó cuando tenía 13 años. Creo que ha sido una de las experiencias más lindas que he vivido. Ese entorno me ayudó a encontrarme conmigo mismo en mi adolescencia", cuenta.

Escalador

Yesid quería compartir esa vivencia con sus compañeros del colegio, pero ellos no le creían cuando les contaba sobre ese maravilloso y misterioso lugar. Gracias a una cámara fotográfica que le regaló su papá, Yesid comenzó a tomar fotografías del nevado.

"Luego compré una cámara digital. La fotografía también es una forma de expresión. A través de ella podía mostrarles a mis amigos ese lugar lleno de nieve y peñas deformes, un lugar completamente diferente al que ellos conocían. Mis compañeros quedaban fascinados y nos pedían que los lleváramos a subir al nevado. Registrar esos lugares con la fotografía es enseñarles a las demás personas a que conozcan más nuestro territorio".

Desde niño, a Yesid le gustaba mucho seguir a su padre mientras caminaba por el páramo recogiendo plantas para remedios. También lo acompañaba en los rituales de armonización, como el enfriamiento de bastones que la comunidad realizaba en las lagunas. Esto le ayudó mucho a tener la capacidad física y mental para poder subir montañas.

"La profesión del montañismo es muy elitista y algo egocéntrica. Es una persona que, lo único que quiere, es llegar a la cumbre y enorgullecerse. No hay una relación estrecha con la montaña, no hay un respeto previo para poder ingresar a estos lugares, sino solo llegar a la cima. En cambio, me considero un montañero porque de alguna forma uno ha nacido entre montañas y no las ve como un simple objeto para escalarlas y ya", asegura.

Nevados

Cuando Yesid comenzó a subir con sus compañeros, lo hacían con equipos improvisados y rudimentarios. Incluso escalaban con botas pantaneras. Por supuesto, solo llegaban al borde del nevado, lo contemplaban y luego regresaban. Pero luego quisieron ir más allá y comenzaron a adquirir el equipo adecuado.

"Ahora nosotros, los jóvenes, estamos trabajando como guías locales en estas montañas. Esto nos ha ayudado a conocer un poco más todo lo que gira en torno a esta actividad. También a comprar buenos equipos que, aunque son costosos, nos han ayudado a no pasarla tan mal debido a que las condiciones en esta zona son muy hostiles. Pero lo más importante es que no hemos perdido la esencia de ser montañeros, a diferencia de convertirnos en montañistas", dice.

Asimismo, Yesid lamenta que algunos jóvenes de su comunidad no hayan aprovechado esta oportunidad a través de la actividad de "montañero" para canalizar sus energías y estar bien consigo mismos, y en lugar de ello hayan terminado en circunstancias muy alejadas que no contribuyen al equilibrio del territorio.

"Cuando estaba estudiando filosofía, los profesores empezaban a hablar sobre el ser, sobre la existencia. En esencia, esta carrera busca eso, pero entiendo que cada uno debe encontrar su propio camino. La filosofía de vida se basa en lo que le da sentido a la propia existencia. Entonces mi filosofía es la montaña. Para mí, es como una religión. Ir a las montañas es peregrinar y no se trata solo del acto de llegar a la cumbre", cuenta.

Yesid ha tenido la oportunidad de conocer cada uno de los seis nevados que aún persisten. También, gracias a su afición por la fotografía de montaña, ha sido testigo de cómo se han ido transformando debido al cambio climático.

"Tratar de mantener en el tiempo esos lugares que en algún momento van a desaparecer a través de la fotografía es una forma de enseñar a las demás personas sobre esos lugares tan importantes que teníamos. También es un mensaje de que necesitamos conocer más nuestro territorio".

Yesid páramo

Por su amor y conocimiento de nuestros nevados, Yesid fue uno de los protagonistas del documental "Los hijos de la nieve", dirigido por el cineasta colombiano Óscar Jiménez y estrenado hace tres meses. La cinta narra la historia de cuatro hombres y una mujer que han dedicado su vida a contemplar y proteger los glaciares del país, los cuales están en vías de extinción.

Yesid ha subido al Nevado del Huila más de 20 veces. Hace más de dos años, mientras descendía de este glaciar, divisó en el fondo varias latas y vidrios. Al acercarse, se dio cuenta de que eran los restos de un avión que se había estrellado contra la montaña en 1995, cubriendo la ruta Neiva-Cali.

"Las montañas generan mucho respeto. Son ellas las que tienen la última palabra. No es uno con su ego tratando de subir únicamente. Siempre hay que ser muy sensible y respetuoso con los mensajes que ellas pueden dar. Hace dos semanas, en el Nevado del Tolima, dos jóvenes subieron a su cumbre y uno de ellos se perdió en la neblina y falleció.

Hace un mes, Yesid fue invitado a Perú para compartir sus experiencias. "Fue un aprendizaje y una experiencia muy gratificante. La Cordillera Blanca de los Andes es un mar de montañas muy hermosas y muy altas. Ver a los hermanos de ese país, en su mayoría guías indígenas, me llenó de muchas ganas e ideas para adaptarlas aquí. El propósito del viaje también era tomar muchas fotografías y videos y compartirlos en plataformas", asegura.

En el resguardo donde vive Yesid, ya existe un grupo de jóvenes que se han convertido en guías. Durante su viaje a Perú, Yesid se percató de que la mayoría de los indígenas de la comunidad eran los que realizaban todas las "guianzas".

"Me gustaría que eso se replicara aquí en Colombia. Que, si usted va a la Sierra Nevada de Santa Marta, lo haga con personas locales, como por ejemplo los Koguis o los Arhuacos. Son ellos quienes conocen las dinámicas de su territorio y pueden transmitir todo lo que implica ese entorno que usted está visitando", dice.

Yesid en el páramo

Hace poco, Yesid y un grupo de compañeros estuvieron en el municipio cundinamarqués de Suesca aprendiendo escalada en roca. El deseo de este joven amante de la montaña es establecer una escuela en esta modalidad, dado que en su territorio hay muchas formaciones rocosas. Con el aval del cabildo, ya han hablado para que un experto de Suesca venga y dicte talleres.

"Como indígena nacido en esta parte de la cordillera, soy montañero. Desde cuando me mandaban a hacer recados, a recolectar cosechas, a traer los caballos. También por andar en medio de las montañas y subir al páramo. Es bonito fortalecer estas costumbres desde la niñez. Lo digo como colombiano, no solo desde mi comunidad. Por eso debemos dedicar tiempo a estos lugares que atraviesan el país de sur a norte: nuestras hermosas montañas", concluye Yesid Achicué.

 

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