De esa forma empezaba el intermedio y continuaba la noche, una vez finalizada la primera “tanda de aquella presentación memorable de “La Tigra . Lo fue, entre otras cosas, por haber incluido como estreno una nueva versión de “
El billetico . La canción, de su original sentir caribeño, pasaba ahora a ser reinterpretada como bambuco, tan campesino como urbano.
El clásico de Calixto Ochoa en la adaptación aludida, resultó ser acorde, cercano en cierta forma a la ironía que caracteriza la música de Edson Velandia. No había surgido por entonces el actual lugar común de reducir la música “rasqa a una “fusión entre rock y música carranguera. Nada más falso. Al contrario, la intención de Velandia al concebir la música para “La Tigra , su agrupación, fue tomar distancia de las evidentes costuras que caracterizaron aquellas propuestas musicales denominadas como “música fusión desde la década de 1990.
Tomar distancia, porque si bien el término “fusión no fue de su agrado, allí estuvo inmerso Velandia en compañía de Sergio Arias, otro gran cerebro artístico y musical. El Primer Festival Nacional de Fusión, desarrollado en 2004 en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia, incluyó en su variopinta oferta a la agrupación “Cabuya , perfecta desconocida procedente de la ciudad de Bucaramanga, al comando de Arias y Velandia. En el mismo festival, por ejemplo, debutaron los grupos “Tumbacatre y “Kilombo , con marcado influjo de las músicas de marimba y chirimía, tradicionales del Pacífico colombiano.
Pero “Cabuya marcaba diferencias. Además de no ser una agrupación radicada en Bogotá, tampoco respondía a la instrumentación orquestal característica de gran parte de los grupos de “fusión y el componente musical de extracción tradicional o local, iba más allá de la riqueza de las costas colombianas en la que muchos se encasillaron. Sergio Arias había transitado con éxito por la nómina de “Sidestepper , y esas inquietudes electrónicas se dejaban ver en este nuevo proyecto, con el atractivo papel del Dj. Trucha. Pero de forma más sorpresiva, la banda se destacó por textos sin parangón en los que Arias y Velandia dejaron profundas huellas.
Luego de la acogida de aquel concierto en el León de Greiff, “Cabuya prometió no solo volver a Bogotá, sino que lo haría con su primer disco en la mano. Iniciaron así una campaña promocional independiente de los ambiguos senderos marcados por la pesada maquinaria del comercio musical, e independiente además de redes sociales y otras herramientas aún inexistentes. “Casa de Citas , hay que decirlo, fue un eslabón fundamental para la proyección de “Cabuya en Bogotá, y solo hasta los últimos conciertos que dieron allí, se vio un tanto menguado el nutrido público que siempre atendió cada visita.
Al primer concierto asistió una inimaginable colonia de juventud santandereana. Con cada nueva presentación fue incrementándose la diversidad del público, siempre abundante (como en ese lugar solo lo lograban, por la misma época de “Cabuya , Petrona Martínez, El Sexteto Tabalá y la nueva generación de “Los Corraleros de Majagual ). En cada concierto “Cabuya mostró una propuesta escénica integral, célebre por los atuendos de cada integrante/personaje de la banda. Era música nueva, sorprendente, exótica, y los pocos cientos de personas que le siguieron, fueron suficientes para volverla aquello que se denomina “una banda de culto .
Por esos cientos la banda se animó a radicarse en Bogotá. Todo lo ocurrido hasta el momento apuntaló las esperanzas puestas en mayores pasos. Y tan grande fue la alegría de su llegada a la capital, como triste el descalabro de la banda y su público. Una vez más se hizo evidente que la sola calidad artística no es suficiente gracia. El público bogotano, algo frívolo, algo oportunista, algo testarudo y terco, una vez habituado a la agrupación, corrió en busca de nuevas fiestas con qué calmar su ambiciosa necesidad.
Pero aquella fue solo una de un conjunto de causas y azares más complejo. En general, “Cabuya y su combinación de ingenuidad, sueños, talento, creatividad y genial payasada, funcionaron mientras el centro de operaciones se ubicó en el árido cañón del Chicamocha. La fértil sabana santafereña, sembrada de pavimento y voracidad monetaria, marchitó la confianza y el espíritu filial de la manada. Ante el “ritual de lo habitual que define la industria del entretenimiento, resultó más que difícil dar cauce a una propuesta que pretendía innovar y al mismo tiempo sostener ocho barrigas.
“Casa de Citas , el bar “El Anónimo y el Teatro “La Candelaria , mantuvieron la ilusión de lograr sostenibilidad y prestigio. Pero al advertir la diferencia de intereses estéticos y monetarios, Velandia desertó de “Cabuya para volver a su tierra de los sueños. En Piedecuesta, Santander, surgió la cabeza de burro, su correspondiente alcalde, la música rasqa y un idiosincrático estilo capaz de suplir una vez más esa necesidad de lo novedoso. Velandia impactó de tal forma que hasta el terruño, donde se creía libre de todo mal, llegó el oscuro espectro del pop y empezó a pisar sus pasos. Decidió entonces, de manera emblemática, incinerar el icónico animal, como acto cumbre de la gira que en el año 2009 lo llevó junto a su Tigra hasta la Patagonia.
De esa “Cabuya se conserva, además del disco “Comienza el garroteo (2004), el video de la primera versión de “
El billetico , canción cargada allí de energía rockanrrolera y tropical. Bajo dirección de Velandia, se ve en la pantalla un mundo surreal contado en una concurrida plaza pública de Bucaramanga; es la celebración del garroteo colombiano sin el cual no hubiera sido posible la génesis de tan revolucionaria propuesta. Mismo garrote que dio al traste con lo que prometía ser, al menos, un ilustrativo futuro musical.
Al final del audiovisual, en el éxtasis de la transgresión y la locura, la cámara deja ver a contraluz y contra todo, la esperanza. De mantenerla en juego con su creatividad, Edson Velandia ha forjado un trasegar variopinto, del que con detalle se ha escrito en
oportunidades pasadas. Ahora, a pedazos, Velandia contó otro resto de sus historias. Fue un diálogo improvisado, debido quizá en buena parte, a un azaroso carácter. Mucho de este nuevo encuentro quedó plasmado para la próxima emisión de los Grandes Músicos Colombianos, en Señal Radio Colombia.
JOSÉ PERILLA