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Raúl Ariza, la dinastía del requinto

Por: Laura Ramírez León.

Raúl Ariza. Foto: Laura Ramírez.

Por: Laura Ramírez León.

El gran intérprete y compositor Jorge Ariza, nació en Bolívar (Santander) en 1927 y falleció en 1993. Hoy, 25 años luego su partida, continúa siendo considerado como uno de los maestros del requinto e impulsor del folclor de Santander.

En nuestra Travesías de Tiple y Requinto llegamos hasta Puente Nacional en busca de su legado. Donde nos encontramos con Raúl Ariza, sobrino nieto del maestro Jorge, con quien hablamos acerca de la dinastía musical de su familia, el legado musical del maestro Jorge y sobre las nuevas generaciones de requintistas en Puente Nacional, cuna de la guanina santandereana.

¿Cómo llega el requinto a manos de la familia Ariza?

El maestro Jorge Ariza era primo hermano de mi abuelo José Dolores Ariza, cuenta mi papá Uriel Guillermo Ariza, que ambos aprendieron a tocar requinto con mi tatarabuelo Teófilo Ariza.

Sin embargo, el requinto también llegó a Jorge de manos de Pacho Benavides. Pacho fue el que impulsó a mi tío a dedicarse de lleno a este instrumento. Para esa época Benavidez estaba grabando en Sonolux y lo vinculó. En esa época fueron grabados los temas ‘Mariquiteña’ y ‘Esto es torbellino’.

¿Cuál es el recuerdo más bello que tiene de su tío?

Recuerdo que una vez fui su telonero cuando tenía 8 años. Para esa época yo ya tocaba el requinto, mi papá me enseñó. Como yo le enseñé a mi hijo.

¿Por qué se conoce tan poco de la vida de Jorge Ariza a pesar de su importancia para el folclor nacional?

La historia de Jorge Ariza no se conoce mucho porque sus familiares no nos hemos dado a la tarea de reconstruirla, de investigarla en profundidad. Pero también porque a la gente ahora no le interesan sus grandes músicos. La historia de Jorge Ariza se ha trasmitido más de forma oral.

Yo le pregunté a mi papá, mi papá le preguntó a mi abuelo, de esa forma es como hemos ido manteniendo vivo su recuerdo. Eso es lo que yo he hecho con mi hijo, contarle de la tradición musical de nuestra familia.

Foto: Laura Ramírez.

¿Usted y su papá hicieron música juntos?

Si, mi papá fue el que me incursiono en la música colombiana. Él me enseñó a tocar el requinto. Recuerdo mucho cuando en 1990 participamos juntos en el Festival Mono Núñez y nos llevamos el premio a Mejor Dúo Instrumental.

Viniendo de una familia de grandes requintistas, ¿Por qué quería que su hijo Raúl se dedicara al piano?

Cuando mi hijo Raulito estaba pequeño yo quería que él fuera pianista. Quería que se dedicara a la música universal porque es un campo donde se encuentra más empleo. Para nosotros los requintistas, para los que nos dedicamos al folclor es más difícil encontrar trabajo.

Por eso le pagaba clases particulares de piano, pero cerda de los 8 años me dijo que él no quería ser pianista, que lo que quería era ser requintista. Ahí fue cuando me entregué a enseñarle todo lo que sabía del instrumento.

Raúl Ariza hijo. Foto: Laura Ramírez.

Raulito hoy a sus 19 años ya tiene dos premios del Festival Mono Núñez.

El primer premio que se llevó mi hijo en Ginebra (Valle) fue a la edad de 15 años como Mejor Solista Instrumental. Este año Raulito se presentó con una danza, composición inédita mía titula ´Triste despedida’, y se ganó el premio a Mejor Obra Inédita Instrumental.

Usted que proviene de una familia de grandes músicos y que es conocedor del folclor colombiano, ¿Qué cree que está faltando en Colombia para fomentar el amor por nuestras músicas?

Creo que hace mucha falta más difusión de nuestras músicas. Si la gente no conoce la música cómo se va a identificar con ella. Hoy las nuevas generaciones se están identificando más con una ranchera o un reguetón que con nuestros aires regionales y patrios.

Otra cosa que falta es inversión. Hay que fortalecer y mantener los procesos de formación musical de los jóvenes en el país. Las administraciones locales y regionales no le están invirtiendo lo suficiente a fomentar nuestro folclor.

Por último, así como los padres inculcan valores a sus hijos es importante que despierten en ellos el amor por nuestra música, hay que enseñarles a sentir su tierra.

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