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Medio siglo sin Efraín Orozco Morales: una vida entre el jazz y el bambuco

El 27 de agosto conmemoramos 50 años de la desaparición física de Efraín Orozco Morales, recordado director de orquesta y compositor caucano. Por eso, es nuestro artista de la Semana.
Radio Nacional de Colombia

Por casi 20 años, la llamada Gran Orquesta de las Américas, del caucano Efraín Orozco Morales, triunfó en territorio argentino y se codeó con las grandes figuras del tango y el jazz porteño. Sin embargo estaba visto que, para el músico, parafraseando su bambuco “El regreso”, una de sus más famosas composiciones, no había nada más lindo que “volver al hogar nativo / y poder recordar con los viejos amigos la dulce infancia”.

“El regreso” describe el retorno de Orozco Morales a su natal Cajibío, departamento de Cauca. Los paisajes de su tierra lo llevaron a componer en la década del 60 la música y la letra de ese bambuco, un verdadero himno para quienes retornan cada año a sus hogares, ya sea en diciembre o en otras épocas, pero que al hacerlo vuelven a ser, por algunos instantes, los niños que dejaron atrás.


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Nacido en enero de 1897 y fallecido en agosto de 1975, en Bogotá, Orozco fue incentivado desde pequeño por su madre, Amelia Morales, que le enseño a tocar guitarra, y por su padre, Cenón Orozco, que le regaló un cornetín a sus ocho años. A sus 12 ya tocaba el bombo y la corneta en la Banda Militar de Popayán, y luego se fue a Buga a integrar una orquesta de carácter tropical. Orozco Morales quería desplegar sus alas y a sus 19 años emprendió su primera salida internacional, que lo llevó por Panamá y Costa Rica con su amigo Leonardo Pazos, integrando diferentes orquestas.

Ello fue determinante para iniciar una carrera que transitó entre las composiciones de música andina colombiana y la dirección de una orquesta internacional con fuerte influencia del jazz. A sus 19 años ya había compuesto las piezas instrumentales “Enigma” y “Sandino”, a ritmo de fox.

Tras llegar a Bogotá se unió en aventuras al barítono Carlos Julio Ramírez y a su colega multiintrumentista Alex Tobar. Con ellos fundó en 1934 la agrupación Efraín Orozco y sus Alegres Muchachos y también con ellos decidió irse de gira a Chile en 1938, invitado por un directivo de un prestigioso club de Viña del Mar. De Chile saltaron a Argentina, donde su Gran Orquesta de las Américas obtuvo un éxito inusitado interpretando y grabando jazz, foxtrots, música cubana y colombiana. Además de sus connacionales, otros cantantes argentinos hicieron parte de su orquesta, entre ellos Leo Marini, Carlos Argentino Torres, Gregorio Barrios, Liliam White y Lita Nelson.


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Un diario argentino describió así la relación de Orozco Morales con Buenos Aires: “Se siente ciudadano voluntario de la ciudad. Se ha identificado tanto con Buenos Aires que sus pasiones son las mismas que pudiera tener el hombre que está solo y espera en la esquina porteña de Corrientes y Esmeralda. Sabe de fútbol, de carreras, de política, de todos los temas de la conversación ciudadana”.

De regreso en Colombia, en 1953, se radicó en Popayán, donde fue director de la Banda Sinfónica del Cauca. Allí siguió componiendo en clave andina colombiana, y se involucró también en la música publicitaria, haciéndose pionero en ese ramo en Colombia. Dentro de las marcas para las que compuso canciones se encuentran gaseosas Posada Tobón, zapatos Croydon, Flota Mercante Grancolombiana y Lotería de Cundinamarca.

Aparte de “El regreso”, entre sus composiciones más exitosas se cuentan el inmortal pasillo “Señora María Rosa”, y otras como “Allá en la montaña”, “La llamaban primavera”, “Tenjo”, “Diana”, “Adiós a Popayán”, “Ramón”, “Claudia”, “Dos vidas” y “Volver”.

 

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