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Colinas: la vida después del conflicto en Guaviare

Son 182 firmantes de paz que se ubican en la vereda Colinas parte baja y que adelantan el proceso de reincorporación a la vida civil por medio de la educación, los proyectos productivos y el arte.
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Anderson Salinas.
Anderson Miguel Salinas Boada

El Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR) de Colinas “Jaime Pardo Leal” se ubica a unas doras del casco urbano de la capital de la esperanza: San José del Guaviare. Unas vías terciarias con lodo y maleza a sus orillas nos indican que el viaje nos lleva a la profundidad de la región amazónica colombiana. 

Un mural con la cara del dirigente político que en honor lleva el nombre del espacio nos entrega la bienvenida a uno de los dos AETCR que se establecieron en el departamento del Guaviare (Colinas y Charras). Aquí, el aire que se respira lleva el sello de la esperanza por un mejor territorio, donde la convivencia, la reconciliación y el perdón son el camino para la paz. 

Julieth Guevara adelanta su proceso de reincorporación a la vida civil como presidenta de la Junta de Acción Comunal del AETCR y nos cuenta que ella, al igual que sus compañeros, continúan con el trabajo de integrarse como una comunidad más del territorio con la formulación de proyecto agrícola e iniciativas educativas. 

“Nosotros nos encontramos laborando como campesinos y campesinas, nos dedicamos a los trabajos del campo de las fincas aledañas, algunos están vinculados a la oferta institucional, seguimos trabajando, es por eso que con otras mujeres estamos cursando el técnico-administrativo con el SENA, porque queremos superarnos día a día”, indica Julieth, que con su mirada color café nos indica que la paz es uno de sus propósitos personales. 

La pavimentación todavía no llega al núcleo veredal de Colinas, pero un parque bio saludable y un gimnasio comunitario son la primera impresión cuando se llega. El lugar donde 182 firmantes de paz decidieron dejar las armas y encontraron nuevas alternativas de vida que se salen de la lógica de la violencia y el conflicto armado que afecta a Colombia por décadas.  

Víctor Tirado, tiene 74 años, es del Urabá antioqueño, firmante de paz y con la experiencia que le entrega el camino recorrido durante cuarenta años en las filas de las antiguas FARC-EP, está convencido de la necesidad de lograr la paz, reiterando que es con voluntad y cumplimiento de las partes que Colombia podrá gritarle al mundo que está libre de guerras.

“La paz no es solo para nosotros, es para todos, nosotros reconocemos el daño que causamos, pedimos perdón y ese es nuestro legado con el país”, cuenta don Víctor mientras su barba blanca cae sobre su pecho para explicar que su compromiso también está con los macro casos que adelanta la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) a los que se encuentra vinculado. 

Unas casas en concreto prefabricado hacen parte del paisaje de un lugar donde la educación también juega un papel fundamental para la búsqueda del desarrollo del territorio. Entre los escenarios se encuentran: el Centro de Cuidado Infantil “Pioneros por la paz” que recibe a sesenta hijos e hijas de firmantes, la Escuela Nueva

Generación que es la encargada de formar cincuenta estudiantes o la biblioteca pública “La revolucionaria”.
Egidio Suárez, director territorial de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) en el Guaviare, comenta que, el 72% de los firmantes de paz adelantan su ciclo de formación educativa; así mismo, tres de las personas que se graduaron como bachilleres decidieron ingresar a la educación superior. 

Es así, como los procesos educativos también se transformaron en un anhelo por parte de las personas en proceso de reincorporación a la vida civil. En el AETCR de Colinas “Jaime Pardo Leal”, la paz la edifican también de la mano del desarrollo humano y profesional para consolidar iniciativas que busquen el mejoramiento de la calidad de vida.  

Proyectos agrícolas para la paz

El Guaviare se caracteriza por ser una tierra ganadera, turística y donde los frutos amazónicos no maderables del bosque se convirtieron una nueva apuesta productiva desde la legalidad. Es por eso, que los firmantes de paz se sumaron a estas líneas económicas para generar alternativas de vida para ellos y las nuevas generaciones.  

De acuerdo a cifras entregadas por el ARN en el Guaviare, como entidad vienen desarrollando el acompañamiento a nueve proyectos productivos colectivos que benefician 236 personas, y donde el 92% de los firmantes de paz ya cuenta con una unidad productiva en el AETCR de Colinas “Jaime Pardo Leal”. 
Una de estas iniciativas fue presentada a la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) y busca el mejoramiento genético de la ganadería y la transformación de la leche hacia un proceso de pasteurización de yogurt que beneficiaría a 80 familias, donde 33 personas son firmantes de paz. 

Leyder Mendez, a quien el Acuerdo de Paz (2016) le entrego una posibilidad de desarrollo personal alejado de las armas, agrega que esperan que la ADR continúe con el proceso y así comenzar con la implementación de la iniciativa que pretende el mejoramiento de la calidad de vida de todo el territorio.

“Con este proyecto buscamos que se consolide como una unidad productiva de doble propósito, que lo que produzcamos se quede en nuestro territorio, pero que también podamos realizar alianzas con las instituciones para que nuestros productos también formen parte de los insumos del Plan de Alimentación Escolar (PAE)”, cuenta Leyder Mendez, uno de los líderes del núcleo veredal. 

En la vereda Colinas, parte baja, zona rural de San José del Guaviare, los firmantes decidieron apostarle a que los proyectos productivos serían el reemplazo de los cultivos de uso ilícito y de la deforestación. Un insumo que históricamente fue la principal clave para el conflicto armado; y donde la historia giro en favor de la paz. 

IV Festival Selva Adentro: Arte para resarcir

Una cancha de micro futbol con un mensaje de “juguemos con respeto y alegría”, una de voleibol y un salón comunal también integran lo que es la vida social en el AETCR de Colinas “Jaime Pardo Leal”. Justo aquí, se desarrolló la cuarta edición del Festival Selva Adentro: Arte para resarcir”con la participación de delegaciones de los departamentos del Guaviare, Meta y Caquetá. 

Esta edición inició con un diálogo intercultural de saberes donde los firmantes de paz expusieron a la comunidad internacional y entidades nacionales los principales desafíos de la reincorporación. Así mismo, continuó con una velatón en símbolo de reconciliación donde las voces y los sentimientos se encontraron para pedir por un territorio que permita la igualdad de condiciones sociales. 

Noe Gutiérrez, quien es firmante de paz y uno de los líderes comunitarios, comentó que la educación, la formalización de la tierra y adecuación de las vías son algunos de los requerimientos hechos por parte de las comunidades víctimas, campesinas y firmantes. 

“Nosotros no queremos abandonar el territorio, al contrario, queremos elevar estas peticiones porque queremos tener mejores condiciones de vida y quedarnos en este espacio que con sacrificio hemos podido construir” agrega Gutiérrez, a quien la paz le entrego la oportunidad de construirla desde los territorios, con justicia social, con hechos reales.

El festival se desarrolló el 4 y 5 de noviembre de 2023 y nace en 2019 como una iniciativa propuesta por parte de los firmantes de paz que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura. Desde entonces es una iniciativa artística esperada por parte de la comunidad donde convergen las expresiones culturales más representativas de la identidad amazónica.


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Valeria Morena, es de tez morena, cabello negro y el rostro de tres mujeres sobre el músculo deltoides, nos explica que lo que se vive durante el festival es una experiencia única para los habitantes; es por eso que continúan con su desarrollo y no perder la esperanza de apostarle a la construcción de un mismo territorio. 

“Cuando decidimos apostarle a la creación del festival fue porque nos permitimos reconocer que el arte puede ser un vehículo de reparación colectiva, pero también de construcción, de memoria, reconciliación y perdón”, agrega Moreno, quién llego del departamento de Boyacá y se quedó con la premisa de transformar el imaginario social y cultural desde los procesos artísticos. 

Hoy, a siete años de la implementación del Acuerdo de paz (2016) en el departamento del Guaviare, los firmantes, la comunidad en general y las víctimas del conflicto decidieron consolidar un escenario donde la convivencia, la reconciliación y el fortalecimiento del tejido social son los destinos de la paz.  
En el Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR) de Colinas “Jaime Pardo Leal”, la vida después del conflicto armado interno en Colombia continúa con las propuestas comunitarias que se construyen desde la educación, los proyectos productivos y el arte como una posibilidad para un mejor país.


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