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Jesús Gómez, digno representante arhuaco del powerlifting en Colombia

Al joven deportista, quien ha logrado que otros arhuacos se vinculen a este deporte en el Cesar y otros departamentos del país, le tocó limpiar caminos a machete limpio y apoyar en otras labores.
Jesús David Gómez, deportista arhuaco
Foto: Liga de Levantamiento de Potencia del Cesar.
Andrés Llamas

Los mamos de Nabusimake escucharon en silencio y poporeando cada palabra que salió de la boca de Jesús David Gómez Izquierdo, un joven arhuaco que a sus 23 años alcanzó la gloria en el levantamiento de potencia, pero eso no significaba mayor cosa para las máximas autoridades de este pueblo ancestral que habita en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Llegó acompañado de periodistas y su entrenador Alberto Díaz Hoyos, pues esa cita con su pueblo había sido aplazada hasta que los mayores accedieron a su presentación en el templo ceremonial de la etnia, ubicado a 22 kilómetros de Pueblo Bello (Cesar), 2.200 metros sobre el nivel del mar, por caminos empinados, empedrados y tranquilos.


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Los mamos de Nabusimake escucharon en silencio y poporeando cada palabra que salió de la boca del joven Jesús David Gómez Izquierdo, un joven arhuaco que a sus 23 años ha alcanzado la gloria en el levantamiento de potencia, pero eso no significaba mayor cosa para las máximas autoridades de este pueblo ancestral, guardián de la sierra nevada.  Llegó acompañado de periodistas y su entrenador Alberto Díaz Hoyos, pues esa cita con su pueblo había sido aplazada hasta que los mayores accedieron a su presentación en el templo ceremonial de la etnia, ubicado a 22 kilómetros de Pueblo Bello, Cesar, 2.200 metros sobre el nivel del mar, por caminos empinados, empedrados y tranquilos.  Era su mayor prueba. Ochenta medallas, solo tres de plata y tres de bronce, no impresionaron a los mamos, líderes espirituales que conservan y defienden el orden natural del mundo, a través de sus quehaceres y costumbres, tan conectados con cada elemento de la naturaleza, alejados del ego, de los podios y los protocolos. Por eso, al joven deportista le costaría más que un recuento de sus seis recorridos mundiales: Sudamérica, Estados Unidos y Europa, con preseas doradas, alcanzadas luego de competir con referentes del planeta en este deporte. “Para ellos el deporte no es algo importante, es más bien algo negativo porque el deporte y esas cosas ponen a los jóvenes en contacto con otras cosas que los alejan de la cultura, y quizá después ya no quieran regresar”, dijo el deportista, en diálogo con Radio Nacional de Colombia, antes de entrar a la kankurwa, como se le conoce al templo.    Los mamos escucharon los relatos del indígena, de 1.55 metros de estatura, 53 kilos de peso corporal, que con su singular fuerza logra levantar 207,5 kg en peso muerto, 185 kg en sentadilla y 112 kg en el press de banca.  Estas autoridades, miembros de uno de los cuatro pueblos guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta, junto con los koguis, kankuamos y wiwas, se tomaron su tiempo para decidir si le daban el espaldarazo que el indígena necesitaba para continua

Era su mayor prueba. Ochenta medallas, solo tres de plata y tres de bronce, no impresionaron a los mamos, líderes espirituales que conservan y defienden el orden natural del mundo, a través de sus quehaceres y costumbres, tan conectados con cada elemento de la naturaleza, alejados del ego, de los podios y los protocolos. Por eso, al joven deportista le costaría más que un recuento de sus seis recorridos mundiales: Suramérica, Estados Unidos y Europa, con preseas doradas, alcanzadas luego de competir con referentes del planeta en este deporte.

“Para ellos el deporte no es algo importante, es más bien algo negativo porque el deporte y esas cosas ponen a los jóvenes en contacto con otras cosas que los alejan de la cultura, y quizá después ya no quieran regresar”, dijo el deportista, en diálogo con Radio Nacional de Colombia, antes de entrar a la kankurwa, como se le conoce al templo.

Los mamos escucharon los relatos del indígena, de 1.55 metros de estatura, 53 kilos de peso corporal, que con su singular fuerza logra levantar 207,5 kg en peso muerto, 185 kg en sentadilla y 112 kg en el press de banca.

Los mamos de Nabusimake escucharon en silencio y poporeando cada palabra que salió de la boca del joven Jesús David Gómez Izquierdo, un joven arhuaco que a sus 23 años ha alcanzado la gloria en el levantamiento de potencia, pero eso no significaba mayor cosa para las máximas autoridades de este pueblo ancestral, guardián de la sierra nevada.  Llegó acompañado de periodistas y su entrenador Alberto Díaz Hoyos, pues esa cita con su pueblo había sido aplazada hasta que los mayores accedieron a su presentación en el templo ceremonial de la etnia, ubicado a 22 kilómetros de Pueblo Bello, Cesar, 2.200 metros sobre el nivel del mar, por caminos empinados, empedrados y tranquilos.  Era su mayor prueba. Ochenta medallas, solo tres de plata y tres de bronce, no impresionaron a los mamos, líderes espirituales que conservan y defienden el orden natural del mundo, a través de sus quehaceres y costumbres, tan conectados con cada elemento de la naturaleza, alejados del ego, de los podios y los protocolos. Por eso, al joven deportista le costaría más que un recuento de sus seis recorridos mundiales: Sudamérica, Estados Unidos y Europa, con preseas doradas, alcanzadas luego de competir con referentes del planeta en este deporte. “Para ellos el deporte no es algo importante, es más bien algo negativo porque el deporte y esas cosas ponen a los jóvenes en contacto con otras cosas que los alejan de la cultura, y quizá después ya no quieran regresar”, dijo el deportista, en diálogo con Radio Nacional de Colombia, antes de entrar a la kankurwa, como se le conoce al templo.    Los mamos escucharon los relatos del indígena, de 1.55 metros de estatura, 53 kilos de peso corporal, que con su singular fuerza logra levantar 207,5 kg en peso muerto, 185 kg en sentadilla y 112 kg en el press de banca.  Estas autoridades, miembros de uno de los cuatro pueblos guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta, junto con los koguis, kankuamos y wiwas, se tomaron su tiempo para decidir si le daban el espaldarazo que el indígena necesitaba para continua


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Estas autoridades, miembros de uno de los cuatro pueblos guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta, junto con los koguis, kankuamos y wiwas, se tomaron su tiempo para decidir si le daban el espaldarazo que el indígena necesitaba para continuar su recorrido por el deporte mundial. Se tardaron varios días, pero antes de responder le recordaron su compromiso con la comunidad y que su corazón nunca más debe estar lejos de donde nace el sol.

“Dijeron que este deporte es viable porque esto es lo que se practica a diario: bajar un bulto de café desde el hombro hasta abajo es como hacer una sentadilla; levantar un bulto, desde abajo, y subir, es como hacer un peso muerto”, dijo Jesús David, feliz de haber obtenido el visto bueno de sus mayores, los cuales le ordenaron regresar para cumplir con la labor de semanero.

Al joven deportista, quien ha logrado que otros arhuacos se vinculen a este deporte en el Cesar y otros departamentos del país, le tocó limpiar caminos a machete limpio y apoyar en otras labores importantes para la cotidianidad de los arhuacos en el Cesar.

Los mamos de Nabusimake escucharon en silencio y poporeando cada palabra que salió de la boca del joven Jesús David Gómez Izquierdo, un joven arhuaco que a sus 23 años ha alcanzado la gloria en el levantamiento de potencia, pero eso no significaba mayor cosa para las máximas autoridades de este pueblo ancestral, guardián de la sierra nevada.  Llegó acompañado de periodistas y su entrenador Alberto Díaz Hoyos, pues esa cita con su pueblo había sido aplazada hasta que los mayores accedieron a su presentación en el templo ceremonial de la etnia, ubicado a 22 kilómetros de Pueblo Bello, Cesar, 2.200 metros sobre el nivel del mar, por caminos empinados, empedrados y tranquilos.  Era su mayor prueba. Ochenta medallas, solo tres de plata y tres de bronce, no impresionaron a los mamos, líderes espirituales que conservan y defienden el orden natural del mundo, a través de sus quehaceres y costumbres, tan conectados con cada elemento de la naturaleza, alejados del ego, de los podios y los protocolos. Por eso, al joven deportista le costaría más que un recuento de sus seis recorridos mundiales: Sudamérica, Estados Unidos y Europa, con preseas doradas, alcanzadas luego de competir con referentes del planeta en este deporte. “Para ellos el deporte no es algo importante, es más bien algo negativo porque el deporte y esas cosas ponen a los jóvenes en contacto con otras cosas que los alejan de la cultura, y quizá después ya no quieran regresar”, dijo el deportista, en diálogo con Radio Nacional de Colombia, antes de entrar a la kankurwa, como se le conoce al templo.    Los mamos escucharon los relatos del indígena, de 1.55 metros de estatura, 53 kilos de peso corporal, que con su singular fuerza logra levantar 207,5 kg en peso muerto, 185 kg en sentadilla y 112 kg en el press de banca.  Estas autoridades, miembros de uno de los cuatro pueblos guardianes de la Sierra Nevada de Santa Marta, junto con los koguis, kankuamos y wiwas, se tomaron su tiempo para decidir si le daban el espaldarazo que el indígena necesitaba para continua

Luego siguió su camino por las plataformas, compitiendo con los máximos exponentes avalados por la Federación Internacional de Powerlifting (IPF, por sus siglas en inglés). El pasado 24 de junio de 2022 llevó la llama deportiva bolivariana hasta la tarima Francisco El Hombre, en la Plaza Alfonso López, pues junto con Oscar Muñoz, el medallista olímpico, es un referente del deporte en el norte del país, y ahora lo acompaña la fuerza espiritual de su pueblo ancestral arhuaco.

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