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La 'Bibliocanoa' llegó a Nueva Venecia, el pueblo flotante en Ciénaga Grande de Santa Marta

Este pueblo que desafía la lógica con casas flotantes, reafirma que la paz y la esperanza también se construyen con literatura.
Víctor Penaloza

En medio de los canales de agua de la Ciénaga Grande de Santa Marta, el pueblo palafito de Nueva Venecia, jurisdicción del municipio de Sitio Nuevo, vivió una jornada cargada de esperanza. 

Hasta este rincón del Magdalena llegó una travesía cultural que transformó el silencio de las aguas en melodías, colores y lecturas compartidas. Una experiencia que reafirma que la cultura también navega y florece, incluso en los lugares más remotos del Caribe colombiano. 

En medio de sus tradicionales casas de madera sobre el agua, niños, jóvenes y adultos disfrutaron de presentaciones de música clásica, espacios de pintura al aire libre y actividades de lectura gracias a la llegada de la “Bibliocanoa”, una iniciativa que lleva libros hasta las comunidades ribereñas. 

La jornada, organizada por la Caja de Compensación del Magdalena (Cajamag), buscó no solo ofrecer un espacio de esparcimiento, sino también fortalecer el tejido social y promover el acceso a la cultura en territorios históricamente aislados. Entre acordes de violines, pinceladas de color y páginas que se abrían al viento, Nueva Venecia demostró que la cultura también navega y que puede ser un puente de unión y esperanza para sus habitantes. 

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Vanessa Cera, cantante soprano, no solo con su hermosa voz cautivó a los presentes en la jornada que se llevó a cabo en medio de una cancha que flota en la Ciénaga, sino que también sembró ese amor por la música clásica en los niños y adolescentes. 

“Realmente esto significa muchísimo para mí, poder cantar en este lugar. Porque siento que el arte tiene que impactar de alguna manera, no solamente en los escenarios habituales donde nos presentamos los artistas, sino que tenemos que llevar la cultura a los lugares donde no hay acceso”, expresó Cera. 

Igualmente, resaltó que estas actividades pueden abrirle la imaginación a los niños y adolescentes de estas zonas alejadas de lo urbano. 

“No es solamente escuchar un tipo de música que nunca habían escuchado, es pensar que, así como existe este otro tipo de música, existen otros mundos, otras formas de vida y que eso va a expandir su visión del mundo”, indicó. 

El viaje hacia Nueva Venecia se da entre aguas tranquilas y cielos infinitos. 

Navegar rumbo a esta población no es solo atravesar la Ciénaga Grande, es llegar a un mundo distinto, donde la vida flota y la cultura también. 

Mateo Niro, docente y miembro de la Biblioteca de la República de Argentina, expresó sentirse impresionado y emocionado por conocer un pueblo que flota entre aguas como lo es Nueva Venecia. 

“Nunca había visto tal magnitud de lo que puede hacer la comunidad cuando se organiza para conseguir su propio sustento, su propia educación…Yo me leí Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez cuando tenía 15 años y todo lo que hice de ese momento hasta hoy fue querer conocer lo que había sido inspirador para ‘Gabo’ para escribir este libro y toda y su obra”. 

Llegar a Nueva Venecia es una aventura, aquí no hay calles, hay canales; no hay autos, hay canoas y en la jornada lo que sí hubo fue alegría, una verdadera fiesta cultural para siempre recordar. 

Fortalecer sus conocimientos en lectura 

Addy Martínez, jefa de los servicios sociales de Cajamag, señaló que el objetivo principal de estas jornadas es que los niños, niñas y adolescentes puedan fortalecer sus conocimientos en la lectura y la cultura. 

“Formar el hábito lector en ellos, recordar aquellas historias que todavía siguen en la mente de muchos y que afortunadamente la oralidad nos ayuda a transmitir. Igualmente, inspirar a aquellos niños para que ellos sean productores, que también sueñen y relaten historias tanto escritas como orales”, precisó Martínez. 

La ‘Bibliocanoa’ navega la Ciénaga llevando letras y saber, en esta embarcación Yohelis Ortega, docente en educación preescolar, comparte lecciones de lectura, talleres de pintura y con su traje de hada madrina lleva a los pequeños a fantasear con la magia de la literatura. 

Es una misión que realizó con mucha pasión a toda la población estudiantil de este entorno. Cada vez que mis pies pisan estas maderas, para mí se convierte en un acto de gran motivación, los niños inmediatamente ven mi personaje (hada de las palabras) y se lo toman tan en serio que piensan que de verdad esto es mágico”. 

Con sonrisas y aplausos, la comunidad despidió la actividad con el compromiso de seguir cuidando y promoviendo estos espacios que, más allá del entretenimiento, fortalecen su identidad y proyectan la riqueza cultural de este rincón único del Magdalena hacia el mundo. 

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