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Riosucio: donde el arte y la cultura siembran paz en el Chocó

En Riosucio, Chocó, la música, la danza y el arte se han convertido en herramientas de resistencia y reconciliación, fortaleciendo el tejido social y transformando la memoria del conflicto en un camino hacia la paz.
Lida Elena Rivas Mosquera

En medio de la exuberante riqueza natural y cultural del Chocó, Riosucio se erige como un vibrante epicentro donde la cultura y las artes se convierten en poderosas herramientas para la construcción de paz. Más allá de su valor estético, las expresiones artísticas aquí son un lenguaje universal que une, sana y transforma comunidades.

Imagina un lugar donde cada nota musical es un abrazo, cada paso de baile una historia de resistencia y cada pincelada un sueño de futuro. Ese lugar existe y se llama Riosucio, en el corazón del Chocó. Aquí, la cultura y las artes no son solo un adorno; son el alma de una comunidad que ha encontrado en la creatividad su herramienta más poderosa para sembrar y cosechar paz.


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El arte como voz y resistencia

La historia de Riosucio, marcada por desafíos, ha encontrado en sus artistas narradores incansables. A través de la música, la danza, el teatro y las artes plásticas, los habitantes expresan sus vivencias, sus sueños y su espíritu de resistencia. Estas manifestaciones no solo preservan la memoria histórica, sino que también abren espacios seguros para el diálogo y la reconciliación.

¿Has sentido alguna vez cómo la música puede curar? En Riosucio, la chirimía y el bunde no son simples géneros; son ceremonias de vida. Agrupaciones locales, integradas por jóvenes y adultos, canalizan sus experiencias en melodías que celebran la identidad afrodescendiente y la resiliencia. Sus letras son manifiestos de no violencia; sus ritmos, un llamado a la unidad. Cada ensayo y cada presentación son actos de afirmación de que la vida, en su diversidad, merece ser celebrada en paz.

Las paredes de Riosucio son lienzos vivos. Artistas locales, en colaboración con niños y jóvenes, transforman espacios grises en explosiones de color. Estos murales no solo embellecen; son mensajes visuales que claman justicia, recuerdan la importancia de la memoria y proyectan un futuro de convivencia. Son un recordatorio constante de que, incluso en los momentos más difíciles, la belleza y la esperanza pueden florecer.

La verdadera magia ocurre en los talleres y semilleros artísticos. Allí, niños y adolescentes descubren el poder de su voz a través de un instrumento, la disciplina en una coreografía o la imaginación en un lienzo. Estos espacios son más que clases de arte: son refugios donde se forjan valores, se aprenden habilidades para resolver conflictos y se construyen sueños que alejan a los jóvenes de la violencia, ofreciéndoles un futuro lleno de posibilidades.

Cada movimiento de las danzas folclóricas de Riosucio es un capítulo de su historia, un homenaje a sus ancestros y una reafirmación de su identidad. Estos bailes colectivos fomentan el trabajo en equipo, el respeto por las diferencias y la expresión libre de emociones, elementos clave para la construcción de una cultura de paz.

Cuerpos que cuentan historias

Observar a los bailarines de Riosucio es presenciar un diálogo sin palabras. Con cada giro y cada movimiento narran la historia de sus ancestros, la lucha por su territorio y la alegría de su existencia. La danza se convierte en un espacio seguro para liberar emociones, conectar con el otro y comprender que la armonía de un grupo se construye respetando la individualidad de cada miembro.

Riosucio, como muchas regiones de Colombia, ha navegado por aguas turbulentas. Pero mientras los titulares suelen enfocarse en los desafíos, la verdadera historia se teje en sus calles, en sus centros culturales y en el espíritu inquebrantable de su gente. Es una historia donde el tambor no solo marca el ritmo, sino que también ahuyenta los ecos del pasado, y donde el color de un mural pinta un mañana lleno de esperanza.

A pesar de las profundas cicatrices dejadas por el conflicto, el municipio de Riosucio demuestra una notable fortaleza y una visión clara hacia el futuro.

En diálogo con este medio, Jorge Durán, gestor cultural del municipio, confirmó que, pese a la violencia histórica del territorio, Riosucio se mantiene firme, apostando por la paz, la cultura y el arte como pilares de reconstrucción social. Sus palabras subrayan el papel esencial que la expresión artística y la gestión cultural desempeñan como herramientas de sanación y cohesión en esta región del Chocó. La comunidad, liderada por figuras como él, prioriza la inversión en la creación y el diálogo como mecanismos efectivos para cimentar un entorno más fuerte y unido.

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