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Nuevos artistas: ‘Suite permanencia’, el debut de Miguel A. Durán

Este estreno musical navega entre la música de cámara, el jazz y la improvisación.
Luis Daniel Vega

Miguel A. Durán es un joven pianista y compositor bumangués que recientemente presentó ‘Suite permanencia’ al lado del Ensamble Páramu. Su sorprendente estreno, que navega entre la música de cámara, el jazz y la improvisación, también es una reflexión sin palabras acerca del transcurrir en el caos de una ciudad pequeña, la subjetividad del tiempo y las relaciones problemáticas del ser humano con su entorno natural. Quien se presenta como una mezcla entre compositor y paisajista sonoro, nos contó los pormenores de un disco que contó con la presencia de Antonio Arnedo, Julián Gómez y Rafael Rodríguez, tres figuras notables del jazz y la música contemporánea en Colombia.

Para empezar, ¿en qué circunstancias se sintonizó con el jazz?

En Pereira estudié composición, armonía, contrapunto y dirección con el compositor francés Louis Tillet. En 2017 regresé a mi natal Bucaramanga donde alcancé a estudiar con Blas Emilio Atehortúa. Por esos años conocí la música de Stravinsky, Shostakovich, Boulez, Stockhausen, Ligeti y Miles Davis, quien se me apareció en mis lecturas. Después de ello, me alejé completamente de la música durante año y medio. Un día, sentado en la casa de mi abuelo, vi un video en el que el saxofonista Óscar Murcia, el director del Jazz Clan del Centro de Educación Musical de Bucaramanga (CEMB), invitaba a que nuevos músicos se unieran a su iniciativa. De repente reviví la misma sensación que había tenido cuando conocí la música de Miles Davis. Fue así que ingresé al Clan como pianista explorando la improvisación. Conocí discos como ‘The real McCoy Tyner’ y los sonidos increíbles de Brad Melhdau y Bojan Z.

Cuéntenos acerca de la intensa movida musical en Bucaramanga donde el jazz no es la excepción

El CEMB, dirigido por Irina Sachli –su hija Yevgenia- y Óscar Murcia en el área del jazz, ha sido crucial para la historia musical en la ciudad: ¡llevan 15 años sembrando la sonoridad del jazz en los oídos santandereanos! Además del Jazz Clan, que es un semillero, han hecho una importante labor de gestión trayendo a Bucaramanga a músicos de muy alto nivel, quienes han dado conciertos y han dictado talleres. Gracias al CEMB hemos visto y hemos compartido con personajes como Bojan Z., Ari Hoening, Sam Yahel, Julien Lourau, Kenny Grohowski y Jonathan Kreisberg, entre muchos otros.

Además de esto, hay una movida muy variada en la que podemos resaltar figuras consolidadas del jazz local como Juan Pablo Cediel, el mismo Óscar Murcia, los hermanos Juan José y Jorge Luis Ortiz –que, a propósito, acaban de estrenar un tremendo disco instrumental-, además del trabajo músicos emergentes como Elastic Band, D`Jazz Collective, Ensamble Equinox, Mountain People, estas últimas, agrupaciones integradas por antiguos compañeros del Clan.

En este escenario se ubica el Ensamble Paramú, ¿qué nos puede contar acerca de su nacimiento?

Básicamente fue la unión de algunos amigos que hacíamos parte del Clan, quienes nos juntamos para montar 4 piezas que yo había escrito para quinteto, y que estrenaríamos en 2019 bajo el marco de la primera edición del Festival CEMB de Jazz y Músicas Creativas. Coincidimos en esa ocasión el trompetista Felipe Forero, el trombonista Abel Arenas, el contrabajista Nicolás Eslava y el baterista Diego Ariza. A Édgar Martínez, el actual baterista, lo conocí en 2019 para el estreno de ‘Suite para quinteto y paisajes sonoros’, con la que gané una de las Becas Bicentenario que entregó la Gobernación de Santander.

Todos los músicos que en la actualidad hacen parte del Ensamble son muy versátiles; por ejemplo, Martínez ha explorado el folklor latinoamericano encontrando allí su propia versión del jazz. Por su parte, Felipe Forero está muy influenciado por el hip hop, mientras que Abel Arenas, quien tiene gran soltura en los instrumentos musicales de registro grave, también se ha interesado por la composición.

El nombre del ensamble hace referencia al ecosistema que, aunque nos provee de la vida, está siendo amenazado en diversos lugares del país por cuenta de la minería: ¿cuál es el aporte de ustedes al debate?

Al principio nos llamábamos Ensamble Páramo en alusión a un juego de palabras que tenía su origen en un lema: “Ensamble para la música emergente”. Luego nos dimos cuenta de que en Colombia hay varios proyectos musicales nombrados con esa bella palabra, así que decidimos ajustar, hacer un cambió leve de letras y quedó Ensamble Paramú.

Pero, además de esta grata coincidencia, el nombre si rinde un homenaje a ese ecosistema que usted menciona. Nadie alcanza a imaginar que el 50% de los páramos del mundo se encuentra en Colombia. Ellos nos dan el agua, un regalo invaluable. Nosotros reconocemos que somos parte de lo que nos rodea, pero llevamos siglos explotando recursos para satisfacer necesidades inventadas; desperdiciamos cantidades exageradas de agua por gramos de oro, destruimos desde adentro las montañas. Yo me pregunto: ¿qué nos creemos? A mí, por ejemplo, me gusta grabar el canto de las aves, para luego escucharlos, pero ¿qué estoy dispuesto a hacer para tener nuevos sonidos? ¿Irrumpir selvas vírgenes?

Las montañas siempre me han fascinado: de esa energía proviene mucha inspiración que se transforma en homenaje y protesta. Desde que la música fluye, transmitimos ese mensaje, cuando hay tiempo para hablar, damos nuestra opinión: somos responsables de cuidar nuestro frágil entorno desde cualquier lugar que podamos. En mi caso, la música.

Recientemente fue publicado un disco que contiene ‘Suite permanencia’: ¿cómo nace esta obra de gran calado?

La empecé a crear a finales de 2020 en medio del triste paisaje de la pandemia que transformó definitivamente nuestras vidas y nuestras formas de relacionarnos los unos con los otros. A pesar de las circunstancias, fuera de los escenarios durante muchos meses, tomamos la determinación de reunirnos en diciembre pasado, vernos en la sala de un apartamento y montar “Permanencia”, una de las obras que conforman el disco. ¡Fue liberador volver a tocar! Entonces fue el momento de retomar los planes de grabación que se habían aplazado por culpa de la cuarentena. Esto incluía hacer de nuevo una agenda y, asunto importante, desarrollar la idea original que ya se había nutrido de nueva música.

‘Suite permanencia’ recopila momentos de mi historia en la ciudad y el campo, además de mi gusto por los paisajes sonoros. Es la promesa de “permanecer” en el quehacer de la música, incluso en coyunturas tan extrañas: como cuando vemos planear las aves que, con sus alas abiertas, aprovechan las corrientes del aire y quedan inmóviles durante largas distancias.

Lo grabaron en Bogotá: ¿cómo fue la aventura?

Yo quería invitar músicos con experiencia en el jazz y la música académica contemporánea como Antonio Arnedo, Rafael Rodríguez y Julián Gómez. Como ellos estaban en Bogotá, nos quedaba más fácil a nosotros llegar hasta allí. Así que el 26 de marzo de 2021 salimos de Bucaramanga en el carro de Édgar y llegamos a las 4 de la tarde directo a ensayar junto a Rafael y Julián.

A pesar del cansancio fue reconfortante encontrarnos con la calidez de estos músicos y la amabilidad de Víctor Hugo Duque, quien, además de abrirnos las puertas de San Café para los ensayos previos, también nos incluyó en la programación del lugar. Así fue como en cuatro días montamos el disco con nuestros invitados, tuvimos nuestro debut capitalino y, finalmente, el lunes 29 de marzo en Altar Estudio, con la complicidad y la hospitalidad de Juan Valencia y Juan Sebastián Parra, grabamos ‘Suite permanencia’. Además, Andrés Luna y Diana Loza nos tomaron fotos e hicieron un video: ¡gracias por tan amable gesto!

La sesión empezó unos minutos antes del mediodía. Contábamos con poco tiempo para grabar “Casualidad”, “Permanencia” y “11:11”, que eran las piezas donde participarían Rafael y Antonio, quienes debían irse temprano. En total grabamos nueve temas, cinco de los cuales hacen parte de ‘Suite permanencia’, mientras que los restantes conforman la ‘Suite para quinteto y paisaje sonoro’. Del estudio salimos directamente para Bucaramanga ya que al día siguiente mi hermano Nicolás se iba a casar. ¡Debo decir que fue una aventura inolvidable!

La ilustración de la portada del disco nos muestra a un cóndor esplendoroso…

Sí, es una ilustración hermosa realizada por Natalia Guevara (Yuna Gc). Se trata de un cóndor hembra que representa orgullo y coraje. ¿Sabía que estas aves imponentes pueden recorrer 170 kilómetros durante cinco horas sin mover sus enormes alas? En junio de este año se encontraron tres cóndores muertos por envenenamiento en inmediaciones del Páramo del Almorzadero. Es una pena que se encuentre en vía de extinción.

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