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En Santander se baila cumbia: goce, reivindicación y evolución popular

Esta es una recopilación de algunas de las voces de distintos artistas que, a la fecha, han consolidado el disfrute de este género con todo su bagaje histórico, para todas las generaciones en Santander.
Evolución de la cumbia en Santander
Crédito foto: Serie 'Bailelas Menor' - Guane Films.
María Camila Bahamón Pontiluis

Inexacta es la fecha del nacimiento de la cumbia en el mundo, pero hay teorías que sugieren que surgió a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Es así como tantos años le hacen honor a esa capacidad latente y recurrente de este género por mantenerse a la orden del día.

Se dice que surgió en el Caribe, con origen en los míticos pueblos cumbieros, como El Banco, Chimichagua, Mompox y Tamalameque. También, las teorías apuntan que fue en Cartagena de Indias. 

Sin embargo, el lenguaje, aunque por diverso que parezca, tiene elementos y características que hacen de este género un solo movimiento: poderoso y sencillo que invita al goce. 

Ese lenguaje universal nos ha hecho viajar por la cumbia sonidera, texmex, poblana entre muchas más de México, entre otras variaciones latinoamericanas, como la del acordeón y órgano de Ecuador, la variación andina y sicodélica de Perú, la contemporánea y villera de Argentina, la orquestal de El Salvador y Venezuela; la cumbia andina, romántica, sound y rock de Chile, la cumbia pop de Uruguay y sus más infinitas variantes en este vasto universo que es la cumbia.

A pesar de este gran universo, sabemos que podemos encontrarnos en puntos comunes cuando suena “La pollera colorá”, una cumbia hecha en Barrancabermeja, Santander, considerada una de las canciones más emblemáticas del país y el mundo, compuesta en versión instrumental por el clarinetista Juan Madera Castro donde el cantante y compositor Wilson Choperena, de Plato, Magdalena compuso posteriormente la letra. 

También, hay unanimidad de emociones al escuchar “La Cumbia Cienaguera”, un himno que nace en 1937, del compositor cienaguero Andrés Paz Barros, una puya en sus inicios la cual tituló "La cama berrochona", con letra del percusionista Humberto Daza Granados, que tocaba el redoblante en la banda Armonía Ciénaga, dirigida por Paz, donde 15 años después una disquera la quiso grabar con el nombre popular por el cual se le conoce hoy y a la fecha acumula más de 70 años de historia.

Lo que sí sabemos, es que son décadas heredadas por nuestros antepasados y hay un regocijo natural al escuchar la interpretación de una gaita hembra, macho o corta, que se asemeja a una flauta de 80 centímetros proveniente de la comunidad indígena kogui. 


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También las maracas, el maracón, el guache, hechas a base de guadua o bambú, y lleno de semillas junto con los tambores que definen el ritmo, siendo el tambor llamador, tambor alegre y la tambora o bombo que es caracterizado como el más grande de la instrumentación cumbiera.

Para el caso de Santander, en la década de los ochenta, se vivió en el territorio la fusión de los sonidos tropicales de Colombia entrelazados con la Tecnocumbia proveniente del Perú. En Bucaramanga, este movimiento tuvo un gran alcance, así como en las ciudades de Cúcuta, Pereira, Manizales y algunas comunas de Medellín, Ibagué.

En fiestas de barrio o grandes bodegas convertidas en discotecas, se escuchaban artistas como el Combo Palacio, Los Mirlos, El Cuarteto Universal, entre otros, pues la música de los artistas peruanos fue tomada para versionarla en Bucaramanga por artistas icónicos como Saúl Naranjo o Javier Martínez. 

Según el artista y músico Richi Oviedo, el antes y el ahora de la cumbia en Santander responde a una escucha de cumbia tradicional y tropical, por lo que nos encontramos en la actualidad con un movimiento cumbiero, que también disfruta los tintes electrónicos de la misma y la experimentación que enriquecen el movimiento del género en el territorio local y ratifica ese organismo vivo que es la cumbia.

“A pesar de que hemos escuchado cumbia por más de 70 años, aún no encontramos ese sonido como compositores que defina el sello bumangués de nuestra cumbia. Ahora, en la danza hemos tenido un avance muy poderoso: estamos en un momento en que podemos crear un concepto de danza vernácula bumanguesa y ese movimiento obedece a ciertas particularidades, los pasos, los movimientos y un desarrollo corporal muy propio”, afirma el artista. 

En este sentido, seguramente son muchas las canciones, los momentos y los artistas que vendrán de inmediato a la mente y lograr retener por tanto tiempo esta memoria histórica cumbiera, abre un camino gigante para los y las artistas que se proyectan a hoy, desde sus sonidos con este género legendario.

En diálogo con el artista barramejo Jaison Neutra, sale a relucir esa necesidad de apropiarse de la cumbia como algo nuestro, tanto como el vallenato, subraya que: “En términos de cumbia, no tenemos claro que hay territorios que se conectan. Que, si pasa por Perú y vuelve a Santander, viene de un mismo origen. Desde mi quehacer artístico quiero continuar con estas búsquedas desde el sonido, conectar desde el río Magdalena, conectar con las raíces de la cumbia y de igual manera tener elementos de otros territorios que a la final hablen el mismo lenguaje y por supuesto, que eso se vea reflejado en los resultados de mi búsqueda como hacedor de cumbia en el siglo XXI”.

Por su parte, las mujeres en la cumbia también han tenido un matronaje fuerte desde el Caribe colombiano. Al nombrar a grandes exponentes como Petrona Martínez, la Niña Emilia, Toto La Momposina entre otras, dan línea a esas mujeres contemporáneas que también están en el proceso de componer cumbias y además, desde el interior del país, con nombres como Diana Burco o Na Morales, que representan este camino.

Dentro de la carrera de la artista santandereana Na Morales, hay una experiencia que marcó parte de su proyección musical. Morales rememora lo siguiente: “En la Patagonia hubo una experiencia que me sorprendió enormemente, estábamos en la fiesta de integración en un viaje que había hecho con el coro de la UNAB y viví un disfrute que no había percibido antes y es que estaban poniendo mucha cumbia y no había esa diferenciación o no se percibía ninguna estratificación o desigualdad de clase en el goce de la cumbia. A desemejanza de ocasiones donde sí percibía esto en Bucaramanga”.

Así mismo, la artista agrega que: “Desde ahí, empecé a acercarme a las raspas o a las cumbias más orquesteras, porque yo siempre he sentido esa emoción cuando suenan canciones como “Cariñito” o “Tabaco y Ron” y fue así como me aventuré a componer mi primera cumbia. Luego lo puse en mi álbum “Llévame a Colombia” y sentí una resistencia desde el gremio musical a ella. Al final lo que concluí es que sí o sí quería hacer cumbia y a hoy es una realidad en mi reciente álbum “Amado Trópico”. Espero seguir contemplando este aire cumbiero que tanto nos une y nos hermana en América Latina”.

Es así como las experiencias desde la escucha, la composición, la estética se agrupan también en una labor muy importante y es el oficio del selector de vinilos, para continuar con esa pedagogía que puede haber en la escucha de canciones curadas y de vinilos que pueden convertirse fácilmente en tesoros por la carga valiosa que puedan tener en ellos.

En conversación con Camilo Pardo, uno de los selectores de vinilos más interesantes de Santander, él explica la reinvención de la cumbia en las pistas de baile como un ejercicio que se ha venido descentralizando y que ahora también se manifiesta en espacios que tal vez antes no era ni pensado por sus dinámicas culturales o por sus dinámicas de clase o poder, menciona que: “ha sido un ejercicio que hace pensar al bailador desde una cartografía en Bucaramanga, porque tendríamos que hablar de la cumbia como música de consumo popular". 


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Pardo relaciona que, como selector y como persona que comparte música en los escenarios, se le hace muy interesante el ejercicio porque es difícil llamar al bailador a que se entregue al goce a partir de la cumbia. Afirma que: “Inicialmente, es complejo, pero es un ejercicio que lo ha hecho pensar mucho. Por ejemplo, me recuerda al escritor francés que se llama Pascal Quignard, tiene un libro muy bello que se titula “El Origen de la Danza” y habla de esta expresión viva como un primer reino, donde antes del lenguaje y las reglas del mundo, hay un goce completo y muy puro que se da de manera natural desde el vientre de la madre. Eso me hace pensar en el bailador como ese ser que quiere entregarse a ese reino desde la cumbia y que ese mismo llamado nos devuelve a ese primer momento que sería la madre cumbia”.

Es así como la cumbia es uno de los géneros que más ha viajado en el mundo, que posiblemente conecta tantos territorios latinoamericanos y del mundo y no reclama nada, no pretende nada, solo se mantiene y nos permite gozar ese de ese movimiento natural cadencioso y poderoso de ella misma.

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