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La casona de Jorge Isaacs, un símbolo del olvido

El lugar donde murió Jorge Isaacs, en Ibagué, Tolima, es una vieja casona en el Cañón del Combeima, que se encuentra en grave estado de deterioro.

Pasar por el lado de la gran casona del Cañón del Combeima en Ibagué, Tolima, es imaginarse a Jorge Isaacs sentado en una silla, mirando hacia fuera a través de una ventana, tal vez hacia el cielo, observando a las aves, admirando su vuelo y su despreocupación. Deseando ser libre como ellas.

Aves que también están presentes en su literatura, como el ave negra en ‘María’, que Germán Arciniegas compara con el cuervo de Edgar Allan Poe, un ave que sigue a los amantes recordando su trágico destino, un destino que pareció seguir al propio Isaacs en su búsqueda de la riqueza, luego de que su padre perdiera toda su fortuna. Su vida terminaría con una sensación de exclusión, de fracaso.

Su llegada al Tolima

Jorge Isaacs Ferrer llegó a Ibagué en el año 1885, luego de varias batallas, no solo en la guerra, sino también en los negocios y en la política. Arribó con los ánimos decaídos, tras enfermarse de paludismo años atrás, perder gran parte de su dinero, y tener que llegar a vivir con su familia en casas alquiladas, entre estás la última, la de su amigo el escritor Juan de Dios Restrepo, más conocido como Emiro Kastos, quien le prestaría la casona del Combeima, lugar que casi 200 años después decae en silencio, al igual que ocurrió con la vida del escritor, un paradójico paralelo entre este lugar y sus males.

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El escritor vino a Ibagué buscando un lugar de paso o, tal vez, de calma para el espíritu, atraído por la búsqueda de oro y plata. Sin embargo, terminó quedándose hasta su muerte, el 17 de abril de 1895, a los 58 años de edad.

Para muchos ibaguereños, ya es común pasar cerca de esta casa y sentir cierta congoja, aunque sin saber muy bien qué hacer para que aquel lugar del gran novelista no decaiga.

“Él sentía su romanticismo. También era alguien lúgubre y, por eso, se puede explicar su final”: me dice María Isaacs, bisnieta del escritor. Su padre fue el abogado Jorge Isaacs Gómez, hijo de Lisímaco Isaacs González, a su vez, hijo mayor del escritor de ‘María’.

María Isaacs, bisnieta de Jorge Isaacs. Foto: Juana Restrepo

Ella es una mujer amable, tranquila, que conserva como tesoros los recortes de periódicos y libros sobre Jorge Isaacs. Afirma que su familia no tiene pertenencias del escritor.

La casa de Isaacs pertenece a Lucero Moreno, quien la heredó de un familiar. Por ser la casa un bien privado ha sido imposible que el Estado invierta en ella.

"Lucero es una enamorada de Jorge Isaacs, lo estudió mucho e hizo el documental ‘Cuando bramó el Combeima’. Sin embargo, por ser un bien privado, ni la Gobernación, ni la Alcaldía pueden invertir en ella. Según el presupuesto de Lucero son cerca de 2.000 millones de pesos para restaurar la casa. Ella quiere hacer un centro cultural. Creo que no quisiera perder el manejo del proyecto. Sin embargo, todo lo que se ha tratado de hacer se ha quedado en papeles”, cuenta la bisnieta del escritor.

María dice que de las tres hijas que tuvo Jorge Isaacs —María, Julia y Clementina— ninguna se casó o tuvo hijos. Sus tres hijos varones sí se casaron y, por eso, el apellido Isaacs continua. El papá de María trató de recuperar la Concesión Isaacs que, según relata, iba del golfo de Urabá hasta la Guajira, donde había minas de petróleo y de carbón, pero tampoco lo logró.

María Isaacs, bisnieta de Jorge Isaacs. Foto: Juana Restrepo

Los manuscritos de Isaacs, conservados por Clementina, fueron donados a la Biblioteca Nacional y de la herencia artística, María afirma que solo una descendiente, María Gloria Isaacs Isaacs, escribió un libro de poesía.

Jorge Isaacs Gómez, papá de María, heredó los derechos de autor de Isaacs y luego, al morir, los heredaron María y sus hermanas. Alcanzaron a perseguir ediciones piratas y a permitir la producción de la película María, en 1972, una versión mexicana protagonizada por Fernando Ayende, Taryn Power y Alicia Caro.

Los nietos de María ya comenzaron a leer la famosa novela de su ancestro, un libro que ella ha releído varias veces para entender la historias de su familia en el Valle del Cauca.

El primer escritor moderno de Colombia

El ministerio de Cultura declaró el 2017 como el año de Jorge Isaacs. ‘María’ cumple 150 años de haber sido publicada. Junto con ‘Cien años de soledad’, obra que cumple coincidencialmente 50 años, son las dos novelas colombianas de mayor audiencia internacional.

Foto: Documental 'La casona del olvido', Lisandro Penagos.

Para recordarlo, el escritor Carlos Orlando Pardo me recuerda que María fue catalogada como un clásico por Jorge Luis Borges. En 1937, esto fue lo que el escritor argentino escribió sobre ella:

“Ayer, el día veinticuatro de abril de 1937, de dos y cuarto de la tarde a nueve menos diez de la noche, la novela María era muy legible. Si al lector no le basta mi palabra, o quiere comprobar si esa virtud no ha sido agotada por mí, puede hacer él mismo la prueba, nada voluptuosa por cierto, pero tampoco ingrata…He afirmado que Isaacs no era más romántico que nosotros. No en vano lo sabemos criollo y judío, hijo de dos sangres incrédulas... Las páginas hispanoamericanas de cierta enciclopedia dicen que fue un servidor laborioso de su país . Es decir, un político; es decir, un desengañado...El argumento de María es romántico. Lo anterior significa que Jorge Isaacs era capaz de deplorar que el amor de dos bellas personas apasionadas quedara insatisfecho... Descontada la fábula central, los rasgos y el estilo de la novela no son en exceso románticos. Busco un tema cualquiera: la esclavitud. Afición a las cosas de cada día hubo en Jorge Isaacs; amor, también, de las repeticiones y costumbres de cada día. Las mutaciones de la Luna, los puntuales colores de los crepúsculos, el ciclo de las cuatro estaciones, vuelven y recurren en su obra. En novelista, ahora, suele manejar la sorpresa. Jorge Isaacs, en María, prefirió trabajar con la anticipación y el presentimiento. En ningún instante se oculta que María va a morir. Sin la seguridad de que va a morir, apenas si tendría sentido la obra. Yo recuerdo una línea memorable que está casi al principio: Una tarde, tarde como las de mi país, bella como María, bella y transitoria como fue ésta para mí...”

“Isaacs, el primer romántico de Colombia, no conoció su valor en vida”, dice el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien también afirma que este escritor “quería ser un hombre de negocios, pero terminó siendo un gran novelista”.

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“Isaacs estuvo toda la vida escarbando. Fue un minero frustrado. Denunció el primer pozo en el Sinú y las Minas del Cerrejón. Sus herederos, finalmente, lo pierden un alegato jurídico. Él se fue al Tolima porque quería seguir buscando oro en Ataco y en los ríos de la Cordillera Central. Vivió peleando con todo el mundo y su situación económica era muy difícil. No tenía cómo sostener a su familia”, afirma Álvarez Gardeazábal, autor de la novela ‘Cóndores no entierran todos los días'.

Isaacs llegó al Tolima ya exhausto. Hacia excursiones solo Combeima arriba. “La casa es como un fantasma recordatorio en Ibagué. Desde que él muere su familia sale de ahí. La mantienen sus dueños con la ilusión de que la van a convertir en museo algún día”, cuenta este escritor.

Dibujos de Jorge Isaacs

Isaacs incursionó en distintos negocios en el Tolima como la sociedad Isaacs Hermanos en Honda —con la que distribuían maquinaria— o la Hacienda Maracaibo, en Armero.

La procedencia de Isaacs

Isaacs era hijo de George Henry Isaacs, un judío inglés originario de Jamaica, y de Manuela Ferrer, chocoana, de ascendientes catalanes y napolitanos. Su padre sería dueño de múltiples propiedades en el Cauca, entre estos de la hacienda Manuelita, en nombre así por su madre, y que Isaacs, junto con otros bienes, también perdería.

Sus abuelos, Enrique Isaacs y Sara Adolfus, “eran de aquellos judíos errabundos que acabaron haciendo su nido en las Antillas. La mayor parte habían venido de Holanda. No pocos eran descendientes de aquellos perseguidos en España…para ellos la patria era la familia. Vivían en Montego Bay”, cuenta Germán Arciniegas en el libro Genio y figura de Jorge Isaacs.

George Henry Isaacs muere en 1861 y Isaacs, quien había combatido con Tomás Cipriano de Mosquera, regresa para hacerse cargo de los negocios de su padre, quien infortunadamente, tenía varias deudas de juego. Por tal razón, debe desprenderse de las haciendas ‘La Rita’ y ‘La Manuelita’ (actual ingenuo Manuelita). En 1864, comienza a escribir su célebre novela ‘María’, pero también por aquellos años contrae el paludismo, enfermedad que afectaría en gran medida su vida.

‘María’ se publicó en 1867 y tuvo éxito inmediato. Fue traducida a 31 idiomas. Además, este escritor fue cónsul en Chile, representante a la Cámara, Jefe político y militar de Antioquia y secretario de la Comisión Científica, cargo con el que exploraría el departamento del Magdalena, hallando importantes yacimientos de carbón, petróleo y hulla.

Foto: Documental 'La casona del olvido', Lisandro Penagos.

“Era un tipo genial, pero le tocó generar su vida alrededor de un papá jugador, que perdió su fortuna en las mesas de juego de Palmira. Él afronta la responsabilidad familiar: intentó ser agricultor, ganadero y no le fue bien y su temperamento lo llevaba a ser ingrato. Carlos y Jorge Holguín lo nombraron en puestos diplomáticos, pero se ganó la enemistad de Miguel Antonio Caro y cuando fue secretario de Educación del Cauca se enfrentó con la Iglesia por ser un libre pensador y, además, idealista. Así fue como escribió una novela tan mágica, que 150 años después leemos”, me cuenta Álvarez Gardeazábal.

Su última voluntad fue ser enterrado en Medellín. Estaba molesto con su Cauca natal, aunque no podía negar el amor por su tierra: “¡Sí, mucho amo al Cauca, aunque es tan ingrato con sus propios hijos!”, llegaría a afirmar.

La casona se cae

Actualmente, y por una acción popular que interpuso el señor José Alirio Martínez, se está llevando a cabo un proceso de primeros auxilios para la casona.

Foto: Documental 'La casona del olvido', Lisandro Penagos.

“Este proceso es de primeros auxilios de la casa para que no se siga deteriorando y no la desvalijen más, porque la recuperación de la casa cuesta miles de millones de pesos”, afirma el historiador tolimense Carlos Gálvez Santa.

En Ibagué, Isaacs no tuvo mayor protagonismo. Llegó ya con más de cincuenta años -que en esa época era la edad de un hombre mayor- y el paludismo había dejado grandes secuelas en su salud.

En el documental ‘La casona del olvido’ de Lisandro Penagos, para la Universidad del Valle, se evidencia claramente esta situación. Cuentan que Emiro Kastos le montó un granero y se presume que le ayudaba con el mercado.

En la época en que el escritor llega a la ciudad, el Tolima era un sitio de especulación minera. Isaacs denuncia más de 11 minas en distintos sitios de Colombia, que no le son tituladas, solamente ‘La Clemencia’ y ‘La Galatea’ en Ibagué, en las que invierte casi todos sus recursos, aunque sin duda son su gran fracaso.

Foto: Documental 'La casona del olvido', Lisandro Penagos.

“Isaacs para los negocios y el humor era negado, siempre quiso ser minero y no se dio cuenta de que era una gloria nacional”, cuenta Álvarez Gardeazábal.

“Él intenta escribir una nueva novela, ‘Camilo’, para representar la historia de Simón Bolívar, pero no avanza porque hay una crisis creativa en él”, dice el escritor y académico Fabio Martínez. También está ‘Fania’, novela desaparecida en su mayoría.

“El paso del tiempo afectó a ‘María’ y a Isaacs. Él se dejó matar por ‘María’”, concluye Álvarez Gardeazábal.

Desde 1881, Isaacs y su familia viven en casas alquiladas. El estado actual de la casona de Ibagué parece reflejar parte de ese triste final.

Foto: Colprensa

“Mi conclusión, luego de estudiar el caso de la casona y hacer el documental, es que no hay voluntad política porque se buscaría el mecanismo jurídico y el dinero para levantar la casa y restaurarla. Es un símbolo. Se dice que no se puede invertir en ella porque es un bien privado. También se dice que está en zona de riesgo por el río Combeima, pero la vivienda está casi a 250 metros del río y además, en casi 200 años no se ha caído. Como la estructura no tiene gran valor arquitectónico no se le hace caso, pero su importancia es más por su autor, que por la casa misma. En estos momentos ya se cayó el segundo piso y allí reposa, por ejemplo, la cama donde murió Isaacs y una de sus espadas”, afirma Lisandro Penagos.

Carlos Orlando Pardo cuenta que él trajo a Ibagué a Consuelo Araújo Noguera, cuando era ministra de Cultura, y ella afirmó que la casa debería ser nombrada Patrimonio Cultural de la Nación, con pruebas que demostraran que el escritor vivió y murió allí. Sin embargo, hay dos dificultades: primero, es un bien privado y, segundo, un político ibaguereño puso una placa que dice que Isaacs murió en la casa cural de la Catedral de Ibagué.

“Se sabe que allá sí lo velaron, pero el fallece en su casona, porque al ser un hombre importante trajeron su cadáver para hacer las pompas fúnebres”, afirma el escritor Fabio Martínez.

Foto: Documental 'La casona del olvido', Lisandro Penagos.

Gustavo Álvarez Gardeazábal también intentó comprar la casa cuando era gobernador del Valle y quería que fuera ONG. “Hice un viaje al Tolima para hablar con el gobernador Lozano y buscar la manera de hacer un convenio Valle-Tolima, intentando a través de alguna entidad, hacer algo por la casa. La propietaria estaba ilusionada, pero pidió mucho y no fue posible realizar el convenio. La casa se le cayó. Sé que la sostenía con unos plásticos. El Valle del Cauca se quedó con El Paraíso y al Tolima no le interesó Jorge Isaacs”, afirma.

Aún es una incógnita si la casa será restaurada y si pondrá en alto el nombre de uno de los escritores más importantes de Colombia y, porque no, de la literatura universal. El tiempo aumenta la premura.

“En la medida en que se le estudie mejor su obra va a tener más reconocimiento: el fue el primer hombre moderno de la literatura colombiana en un país tan adverso como el que le tocó vivir a el en el siglo XIX, por eso es un deber defender su legado”, afirma Fabio Martínez.

En el 2017, año de Jorge Isaacs, parece que aquel hombre lúgubre, brillante, polifacético, esperara que su obra aún fuera homenajeada dándole vida a su legado.

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