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Con tierra y dignidad: ANT titula resguardos indígenas en defensa de la Amazonía en Caquetá

Son más de 141.000 hectáreas de selva que ahora quedan formalmente en manos de sus guardianes: los pueblos indígenas.
Entrega de tierras a comunidades indígenas en Caquetá
Créditos fotos: Agencia Nacional de Tierras
Miguel Ángel López

Con la entrega de títulos colectivos a siete resguardos indígenas en el departamento del Caquetá, la Agencia Nacional de Tierras (ANT) marcó un nuevo capítulo en la defensa de la Amazonía y el reconocimiento de los derechos ancestrales. Son más de 141.000 hectáreas de selva que ahora quedan formalmente en manos de sus guardianes: los pueblos indígenas.

Este proceso, que incluye la ampliación de cinco resguardos y la constitución de dos nuevos, beneficia a 920 personas pertenecientes a 259 familias, en municipios como Solano, Florencia, Cartagena del Chairá y San José del Fragua.

“Estamos hablando de territorios ancestrales habitados por pueblos que han resistido históricamente el conflicto armado. Con este reconocimiento fortalecen su cultura, su conocimiento y su autodeterminación”, afirmó Olinto Rubiel Mazabuel, subdirector de Asuntos Étnicos de la ANT.

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Créditos fotos:  Agencia Nacional de Tierras

Resistir desde el territorio, conservar desde la raíz

Para los pueblos indígenas, la tierra no es un recurso: es un ser vivo que respira, enseña y da vida. Así lo expresa Duván Valencia Moreno, líder del resguardo Jericó-Consaya del pueblo Coreguaje, que recibió una ampliación de más de 24.000 hectáreas:

“Este es un hito histórico para el pueblo Coreguaje. Esta ampliación nos permite conservar nuestro sistema de vida propio y también contribuir a la paz. A pesar de ser víctimas del conflicto armado, somos un pueblo pacífico, que sigue cuidando la vida y el bosque”.

Desde la cosmovisión indígena, el vínculo con la tierra está tejido con espiritualidad, memoria y futuro. Luz Meyi Patiño, lideresa Huitoto de Florencia, lo resume así:

“Cuando pisamos la tierra, pisamos a nuestra madre. Nuestras manos hacen parir la vida desde el vientre de la selva. Por eso cuidamos los árboles, las aguas, y todo lo que nos da la madre tierra”.

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Créditos fotos:  Agencia Nacional de Tierras

La región amazónica representa cerca del 42 % del territorio colombiano y concentra más del 65 % de los bosques del país. Sin embargo, la expansión de la frontera agrícola, la minería ilegal y la deforestación amenazan su equilibrio. Según líderes como Duván Valencia, este proceso de titulación también es una respuesta urgente:

“La Amazonía se está reduciendo, y eso no afecta solo a los pueblos indígenas. 

Esta ampliación ayuda a frenar la deforestación, protege la biodiversidad y garantiza que la selva siga viva para todos”.

Ampliaciones:

  • Huitoto de Coropoya (Solano) – 24.594 hectáreas
  • Huitoto Paraje de Witora o Huitora (Solano y Cartagena del Chairá) – 64.351 hectáreas
  • Coreguaje de Jericó-Consaya (Solano) – 24.275 hectáreas
  • Inga de San Miguel (San José del Fragua) – 271 hectáreas
  • Coreguaje de La Teófila (Solano) – 22.690 hectáreas

Constituciones:

  • Emberá Drua (Florencia) – 58 hectáreas
  • Nueva Betania del pueblo Makaguaje (Solano) – 4.915 hectáreas
  • En total, más de 141.157 hectáreas fueron formalizadas para el desarrollo de los planes de vida indígena y la protección activa del bosque.
Créditos fotos:  Agencia Nacional de Tierras

Un paso hacia la paz territorial

Este esfuerzo fue posible gracias al acompañamiento técnico de organizaciones como Amazon Conservation Team (ACT) y La Agencia Holandesa de Catastro, Registro de la Propiedad y Cartografía (Kadaster), así como el respaldo de la Embajada de los Países Bajos en Colombia. Durante el acto de entrega, la embajadora Reina Buijs destacó que estas acciones no solo reconocen derechos, sino que salvan el pulmón del planeta.

Desde su mirada profunda y serena, Rosendo Aisamo Tascón, líder indígena Emberá Chamí de Florencia, dio voz a décadas de lucha y desplazamiento:

“Hemos perdido lengua, cultura y territorio. Pero hoy, después de tantos años de resistencia, recibimos una bendición: nuestra tierra. Con ella, podemos seguir viviendo según nuestras raíces, cuidando el río, el bosque y la fauna, para nuestros niños, jóvenes y abuelos”.

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Créditos fotos:  Agencia Nacional de Tierras

La ANT, bajo la dirección de Juan Felipe Harman, ha reiterado que estos procesos forman parte de la reforma agraria del Gobierno del Cambio, vinculada al cumplimiento del Acuerdo de Paz y del Plan Nacional de Desarrollo. En palabras de Mazabuel, formalizar tierras es una forma concreta de garantizar la vida y el bienestar en tiempos de crisis ambiental.

“Los pueblos indígenas tienen una mirada distinta sobre la conservación. Restauran la naturaleza desde la espiritualidad, y eso garantiza la subsistencia de toda la humanidad. Porque la Amazonía no es solo del Caquetá: es el pulmón de Colombia y del mundo”, concluyó el funcionario.

La tierra es raíz, cultura y futuro

La entrega de estos títulos no es solo una victoria jurídica o política. Es un acto de justicia ambiental, cultural y espiritual. Las comunidades indígenas del Caquetá —Coreguaje, Huitoto, Inga, Makaguaje, Emberá— han demostrado que conservar la selva es parte de su vida diaria, de sus planes de vida, de su compromiso con las generaciones futuras.

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