Dando cumplimiento de la sentencia 01 del 10 de marzo de 2022, emitida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, se ordenó restituir los derechos territoriales del resguardo indígena Triunfo Cristal Páez, de Florida, Valle, perteneciente al pueblo Nasa. Esta decisión judicial reconoce la propiedad ancestral sobre 1.357 hectáreas de tierra, fortaleciendo así el proceso de reparación integral para esta comunidad históricamente afectada por el conflicto y el despojo.
Y atendiendo dicha sentencia, la Unidad de Restitución de Tierras (URT) activó planes orientados a garantizar la seguridad alimentaria de la comunidad, respetando sus prácticas culturales y conocimientos ancestrales. Estas acciones buscan no solo restituir la tierra, sino también asegurar condiciones sostenibles de vida, en armonía con el territorio y la cosmovisión del pueblo Nasa.
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“Venimos enmarcados en la orden judicial de restitución de derechos ancestrales, donde la Unidad de Restitución vino a intervenir en el territorio y se ha avanzado en más de un 90% en la ejecución de esa orden”, aclara Julio César Lúlico, gobernador del Resguardo Triunfo Cristal Páez.
En respuesta a las necesidades de la comunidad y sus prácticas alimentarias, se pusieron en marcha líneas productivas de gallinas ponedoras, porcicultura, ganadería y cultivo de trucha. Estas iniciativas se implementaron en las cinco comunidades que conforman el Resguardo Triunfo Cristal Páez, beneficiando a más de 823 familias.
“Nosotros desde pandemia veíamos la necesidad de tener productos agrícolas propios, porque no teníamos en el territorio ni un huevo; por eso se empezaron a crear grupos que iban a emprender las iniciativas productivas y ahora todos estamos empoderados en el tema, los productos se comparten en el territorio y se sacan a la zona urbana”, explica Nelly Mestizo, autoridad local de la comunidad Betania del Triunfo Cristal Páez.
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Esta comunidad realizó el cierre formal de los proyectos de seguridad alimentaria, que tuvieron una inversión superior a los $2.386 millones, con el compromiso de tener continuidad, ya que ellos reafirman sus saberes ancestrales y los procesos comunitarios.
“Es un ejercicio que se viene realizando muy importante para el territorio porque esto ha venido fortaleciendo los cambios sociales de garantías a las del territorio y ha dado garantía en la seguridad alimentaria, en cada una de esas unidades”, concluye Lúlico.
El desarrollo de esta visión colectiva fortalece el reconocimiento de la sabiduría ancestral de la comunidad, integrando prácticas sostenibles en la producción de alimentos y reforzando las capacidades para la autogestión y la resiliencia. Todo ello orientado a la protección de los derechos de los pueblos indígenas.
