En pleno corazón del departamento del Cesar, el municipio de La Jagua de Ibirico se convirtió en el epicentro de un encuentro que celebra la vida, la tierra y el legado: el primer festival de semillas ancestrales nativas y medicina tradicional. Más que un evento, fue un acto de memoria y futuro.
El festival tuvo como objetivo principal sentar las bases para la creación de un banco de semillas nativas, una apuesta por la soberanía alimentaria y la protección de los saberes transmitidos por generaciones. El proyecto es liderado por el Consejo Comunitario de Comunidades Negras de La Jagua (COACNEJA) y respaldado por el Gobierno nacional en un predio colectivo de 40 hectáreas.
Con el acompañamiento del Ministerio de las Culturas, los Saberes y las Artes, el festival permitió el intercambio de conocimientos, la revalorización de prácticas ancestrales y el anuncio de una futura política pública que promueva la conservación, producción y protección de semillas nativas y criollas.

Diversidad viva en manos campesinas
Desde diferentes rincones del territorio, familias campesinas y afrodescendientes llegaron con semillas de maíz, yuca, plátano, guineo, fríjol, guandul, cacao, papaya, café y caña de azúcar, entre otras. Todas recogidas en sus propias parcelas, con el propósito de conservarlas, intercambiarlas y contar las historias que guardan.
Estas semillas no solo son alimento: son memoria viva. Muchas de las personas que participaron han sido víctimas del conflicto armado y hoy, con este banco de semillas, reafirman su vínculo con la tierra como forma de resistencia, cuidado y esperanza.

Territorio, comunidad y autonomía
El Consejo Comunitario COACNEJA reúne a cerca de 8.000 personas que habitan un territorio colectivo de 40 hectáreas. Allí siembran, cultivan, crían animales de corral y mantienen prácticas agrícolas y medicinales tradicionales, con el propósito de garantizar el alimento diario a las familias que más lo necesitan y conservar sus especies nativas.
Este tipo de iniciativas buscan fortalecer la autonomía alimentaria de las comunidades negras rurales y honrar la sabiduría que ha permitido a estos pueblos mantenerse firmes frente a las adversidades.
“Sembrar semillas es sembrar identidad, futuro y dignidad”, expresó uno de los voceros del consejo durante el festival, subrayando que el banco de semillas no es solo una estrategia técnica, sino una herramienta para cuidar la vida comunitaria y las raíces de su pueblo.