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Banco de semillas ancestrales: saber afro y campesino que florece en Cesar

La Jagua de Ibirico fue escenario del primer Festival de Semillas Nativas, un paso clave para proteger la soberanía alimentaria y el conocimiento ancestral en manos de comunidades afrodescendientes.
Banco de semillas en Cesar: saber afro
Fotos propias
Lina Clavijo

En pleno corazón del departamento del Cesar, el municipio de La Jagua de Ibirico se convirtió en el epicentro de un encuentro que celebra la vida, la tierra y el legado: el primer festival de semillas ancestrales nativas y medicina tradicional. Más que un evento, fue un acto de memoria y futuro.

El festival tuvo como objetivo principal sentar las bases para la creación de un banco de semillas nativas, una apuesta por la soberanía alimentaria y la protección de los saberes transmitidos por generaciones. El proyecto es liderado por el Consejo Comunitario de Comunidades Negras de La Jagua (COACNEJA) y respaldado por el Gobierno nacional en un predio colectivo de 40 hectáreas.

Con el acompañamiento del Ministerio de las Culturas, los Saberes y las Artes, el festival permitió el intercambio de conocimientos, la revalorización de prácticas ancestrales y el anuncio de una futura política pública que promueva la conservación, producción y protección de semillas nativas y criollas.

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Diversidad viva en manos campesinas

Desde diferentes rincones del territorio, familias campesinas y afrodescendientes llegaron con semillas de maíz, yuca, plátano, guineo, fríjol, guandul, cacao, papaya, café y caña de azúcar, entre otras. Todas recogidas en sus propias parcelas, con el propósito de conservarlas, intercambiarlas y contar las historias que guardan.

Estas semillas no solo son alimento: son memoria viva. Muchas de las personas que participaron han sido víctimas del conflicto armado y hoy, con este banco de semillas, reafirman su vínculo con la tierra como forma de resistencia, cuidado y esperanza.

Territorio, comunidad y autonomía

El Consejo Comunitario COACNEJA reúne a cerca de 8.000 personas que habitan un territorio colectivo de 40 hectáreas. Allí siembran, cultivan, crían animales de corral y mantienen prácticas agrícolas y medicinales tradicionales, con el propósito de garantizar el alimento diario a las familias que más lo necesitan y conservar sus especies nativas.

Este tipo de iniciativas buscan fortalecer la autonomía alimentaria de las comunidades negras rurales y honrar la sabiduría que ha permitido a estos pueblos mantenerse firmes frente a las adversidades.

“Sembrar semillas es sembrar identidad, futuro y dignidad”, expresó uno de los voceros del consejo durante el festival, subrayando que el banco de semillas no es solo una estrategia técnica, sino una herramienta para cuidar la vida comunitaria y las raíces de su pueblo.

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