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Palacio de Justicia: un suceso en la historia colombiana para no olvidar

Hoy se cumplen 35 años del asalto al Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M-19.
Radio Nacional de Colombia

Este 6 de noviembre se cumplen 37 años del asalto al Palacio de Justicia por parte de la guerrilla del M-19 ocurrido en 1985. El combate entre el grupo subversivo y el Ejército dejó cerca de 100 muertos entre magistrados, militares, policías, civiles y guerrilleros, además de varios desaparecidos. Un trágico hecho que dejó una huella imborrable en la historia del país.

Este hecho sigue polarizando a la opinión pública en torno al perdón y olvido. También a cómo se debe actuar y qué no se debe hacer en un conflicto. Sin embargo, el llamado “Holocausto del Palacio” ha generado diversas manifestaciones a través del arte, como la literatura, el teatro, la pintura y el cine entre otras.

Adolfo León Atehortúa Cruz, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional y doctor en Sociología, se especializa en temas como: seguridad, fuerzas armadas, violencia política y resolución de conflictos. Ha escrito varios libros sobre el Palacio de Justicia.

El primero de ellos lo realizó en compañía de Humberto Vélez y se tituló ‘Militares, guerrilleros y autoridad civil: el caso del Palacio de Justicia’. Una investigación basada en el expediente judicial y en la visión histórica que se tenía de los actores en el conflicto, es decir, la guerrilla del M-19, del poder ejecutivo, representado por el presidente y sus ministros y del legislativo en el congreso.


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Foto: Colprensa

“En el año 2005 con mis alumnos, todos ellos menores de 20 años, encontré que no habían vivido los hechos del Palacio de Justicia y tenían un total desconocimiento del suceso. Por esa razón me reuní con Humberto Vélez y escribimos un nuevo libro que llevó el título ‘Que pasó en el Palacio de Justicia’”, señala.

El primer término que discute este libro es que no fue una toma sino un asalto por parte del M-19. La toma presupone el control, el dominio absoluto de la edificación y sus ocupantes, como sucedió en ‘La toma de la Embajada Dominicana’.

«Ese es el caso, por ejemplo, del “asalto al cuartel Moncada”, un hito histórico de la revolución cubana. En el caso del Palacio de Justicia, el asalto fue la realidad. Una realidad monstruosa y amarga por su desenlace y sus resultados. Las Fuerzas Armadas tampoco lograron “tomarse” o “recuperar” el Palacio», asegura.

El libro como lo comenta el profesor Atehortúa, básicamente trata de responder algunas preguntas fundamentales que continuamente le hacían sus estudiantes, como por ejemplo ¿Por qué las Fuerzas armadas y particularmente el Ejército respondió de esa forma a la toma del M-19?

“Esta pregunta la respondemos con un argumento histórico. Mirando la historia de las Fuerzas Armadas en Colombia, en especial del Ejército y observando la militarización que se había incubado no solo a través de la doctrina de la Seguridad Nacional sino sobre todo por la negociación entablada por el Gobierno Nacional con el M-19”, señala.

Foto: Colprensa

Según el historiador hay dos hechos trascendentales que definen la respuesta de los militares a la toma del M-19. El primero es que el M-19 se muestra como un émulo del Ejército en Corinto (Cauca). Cuando se va a firmar la tregua, el M-19 desafía al Ejército quedándose allí indefinidamente.

El segundo es lo que se llamó la Batalla de Yarumales, Corinto (Cauca) cuando el Ejército intenta desalojar al M-19 de aquella zona y este se resiste tomando una posición fija en el sitio. El Ejército Nacional, comenta, no quiso desbaratar al M-19 por cuanto eran sobre todo guerrilleros niños. Para el M-19 habían vencido al Ejército porque, a pesar de su arremetida, no los habían podido mover un solo centímetro del espacio en que se encontraban.

“Este desafío se muestra sociológicamente por el hecho de que ningún ejército puede permitir que otro ejército lo emule. En condición contraria, esto fue lo que llevó a que el Palacio de Justicia se convirtiera en un escenario de guerra y para que el Ejército y las Fuerzas Armadas en general lo vieran como la trampa, la ratonera en donde iba a caer la dirección del M-19. Eso también es lo que genera el incendio en el Palacio de Justicia”, asegura.

“Pero ese militarismo también está presente en el M-19”, asegura el profesor Atehortúa porque al mirar la historia de este grupo ellos habían puesto sobre todo en las armas la manera de hacer política. Su misma consigna: “Con el pueblo, con las armas, al poder”. lo decía. Pero siempre los actos armados los habían catapultado ante la opinión nacional. Actos armados intrépidos como la toma de la embajada o el robo de las armas del Cantón Norte.

Foto: Colprensa

Otra pregunta frecuente es dónde se encontraba el actual presidente Gustavo Petro, quien en su juventud militó en este grupo guerrillero, cuando ocurrieron estos hechos. Según unos de los pocos documentos oficiales de aquel tiempo, el 24 de octubre de 1985, Héctor Borbón, Gustavo Petro y Luis Alberto López fueron capturados y procesados por porte ilegal de armas, es decir 12 días antes de los hechos en el Palacio. Petro estuvo detenido y recuperó su libertad a principios de 1987.


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El profesor Atehortúa dice que aún faltan elementos importantes por esclarecer, pero no solamente con respecto a las acciones que se llevaron a cabo en el Palacio de Justicia. Todavía hay algunas dudas con respecto a los desaparecidos, a la participación de los militares y del presidente de esa época.

“Belisario Betancur que había prometido que en su momento daría una declaración real sobre los hechos, que nos llevó a pensar que estaba en la posibilidad de escribir un libro incluso póstumo, nos lo quedó debiendo. Tuve la oportunidad de hablar sobre esto con el propio Belisario que dijo que en efecto en su debido tiempo él contaría las verdades de lo sucedido en torno a los hechos del Palacio de Justicia. Pero al parecer desistió de ese propósito”, dice.

Sobre el perdón y el olvido, Atehortúa dice que, como todos los hechos de violencia, particularmente en Colombia, el perdón pasa por el conocimiento pleno de la verdad y esta con respecto al Palacio no ha ocurrido. Pasa también por la expresión plena de perdón por parte de los autores.

“Desafortunadamente con respecto al M-19, los responsables directos fallecieron en el Palacio de Justicia o fallecieron después. Digo desafortunadamente porque no tuvieron la oportunidad de expresar ese pedido de perdón como hoy por ejemplo lo hacen las Farc por algunos hechos. Por parte de los militares, todo el tiempo se han empeñado en negar una participación violatoria de los derechos humanos”, asegura.

Sobre las lecciones que dejó este nefasto episodio, el historiador cree que para el M-19 generó la necesidad de la negociación, a tal punto que, sin panorama, decidió el secuestro de Álvaro Gómez para propiciar la apertura de una negociación que estuvo dispuesta casi sin pedir nada a cambio, porque comprendió que ya no tenía alternativas de llegar al poder a través de la vía armada y que era necesaria otra posibilidad.

Foto: Colprensa

Para las Fuerzas Militares la lección que dejó este suceso es que tenían que preparar militarmente comandos especiales, que se dedicaran a contrarrestar este tipo de acciones. En varios documentos confidenciales del Ejército se pensó en trabajar las lecciones aprendidas y se exploró la necesidad de enfrentar de manera diferente la guerra, según explica Atehortúa.

El historiador también indicó, que en ese momento quedó claro para el Ejército que era necesario abrir las posibilidades a la paz, al acuerdo, a la negociación con la guerrilla. Antes del Palacio de Justicia el Ejército no aceptaba de ninguna manera ningún tipo de negociación

“Las lecciones para la sociedad civil, el legislativo y el ejecutivo se resumen en la necesidad de que Colombia no pudiera seguir en este tipo de confrontaciones y de que tuviera que abrirse con sinceridad a la posibilidad de una negociación. Por supuesto que estas lecciones se aprendieron parcialmente en su momento, pero tampoco fueron asumidas por otros actores y quizá por todo eso, el conflicto que debió terminar su agenda en el siglo XX, continúa en el siglo XXI”, concluye el profesor Adolfo Atehortúa.

Esta entrevista fue realizada y publicada originalmente en 2020 por Richard Hernández.