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Colombia es sede de Foro Internacional: crímenes contra la naturaleza y el territorio

El evento se desarrolla en Bogotá por iniciativa de la Jurisdicción Especial para la Paz JEP.
Foro Internacional: crímenes contra la naturaleza y el territorio: conclusiones
Juan Miguel Narváez Eraso

Colombia es un país con más de 115 pueblos indígenas y alrededor de 65 idiomas originarios; sin embargo, ha sido marcado por la guerra con distintas manifestaciones que han dejado daños irreparables a los ecosistemas. 

Apreciaciones como estas se analizan en marco del Foro Internacional: Crímenes contra la naturaleza y el territorio en el marco del conflicto; evento que se desarrolla en la ciudad de Bogotá por iniciativa de la magistrada Belkis Florentina Izquierdo Torres, vicepresidenta de la Jurisdicción Especial para la Paz.

El evento en el que participan especialistas de todas las áreas jurídicas y ambientales se realiza con el apoyo del Instituto Colombo Alemán por la Paz, la Embajada del Reino Unido en Colombia y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Pnud.  

En la jornada, Roberto Carlos Vidal, presidente de la Jurisdicción Especial para la Paz se refirió a los 5 años de trabajo e investigación realizados por la JEP particularmente en los casos territoriales que implican a grupos étnicos como indígenas y afrocolombianos. En su intervención también hizo énfasis a los crímenes cometidos contra la naturaleza y a las graves afectaciones a los territorios de las comunidades que allí habitan. 

De aquellos daños precisó que ha resultado un conjunto de problemas sumamente difícil que tiene que ver con la investigación, juzgamiento y la sanción de esos fenómenos que afectan a la naturaleza y que cobran enorme importancia en el contexto mundial sobre la degradación ambiental y el cambio climático. 

En el panel sobre daños graves, diferenciados y desproporcionados al territorio y a la naturaleza, su reparación y sanación; Dayana Blanco Acendra, magíster en medio ambiente de la Universidad Nacional se refirió a los daños causados por la marginalización de los territorios.

“En aquellos lugares se encuentran comunidades negras, cuya marginalización ha hecho que dichos territorios se encuentren de alguna manera apartados de centros poblados. A la vez están alejados de la institucionalidad”, expresó. 

Frente a esas circunstancias, indicó que aquellos territorios son objeto de apropiación e incursión no solamente de actores armados que aprovechan las grandes extensiones de tierra y los ecosistemas para su propio beneficio, sino también para la explotación de recursos naturales, la ganadería o el desarrollo de megaproyectos. 

Naturaleza como sujeto de derecho y víctima 

Alejandro Santamaría Ortiz, docente e investigador del Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Externado de Colombia y director de la Línea de Investigación sobre pueblos étnicos, intervino desde la antropología jurídica y sus investigaciones para plantear la forma cómo se ve a la naturaleza como sujeto de derecho y como víctima. 


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“En Colombia se debe hacer una diferenciación muy importante en las decisiones que se han tomado para la protección de la naturaleza a través de los reconocimientos judiciales. Y es que hay un conjunto de decisiones que si bien parecen tener como disparador la multietnicidad de Colombia se construyen desde un paradigma absolutamente occidental”, expresó.

“Sin embargo, hay otras decisiones que, por el contrario, aprovechando esa puerta que se abrió en el País a la hora de denominar a la naturaleza como sujeto de derecho, se ha tratado de fijar distintas formas de entender el territorio”, agregó.

A la vez se refirió a la ausencia de las ontologías étnicas que tuvieron que ver en la construcción de las decisiones que enmarcó la sentencia del río Atrato y la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que reconoce al río Amazonas como sujeto de derecho.

“Pese a la existencia de más de 70 consejos comunitarios del río Atrato y de muchísimas comunidades embera, no hay ni una sola referencia de las formas de percepción que dichas comunidades tienen sobre el río y su significado. Además, se desconoce que piensan sobre esos complejos colectivos humanos y no humanos que se relacionan entre sí y a la enorme riqueza que hay en el río Atrato”, manifestó. 

Además, argumentó que si lo anterior no existe en la sentencia del río Atrato, hablar del Amazonas como sujeto de derecho sin preguntarle a las comunidades y a los diferentes pueblos indígenas que predominan allí, sería una locura también.

“Se declara que el Amazonas es sujeto de derecho y jamás se pregunta a los pueblos indígenas cuáles son sus formas de percepción, quienes son sus colectivos y quiénes son esos sujetos humanos y no humanos que componen el territorio. Tampoco se sabe cómo viven de manera sustentable con el territorio”, argumentó.

A la vez afirmó que ese ejemplo se ha multiplicado en espacios donde hay varios pueblos indígenas y no se los tiene en cuenta. Por ello expresó que ese tipo de sentencias se debe dejar a un lado y que merecen una reflexión particular.

El docente universitario también se refirió a la apertura de espacios para reconocer el territorio como sujeto de derechos. Es en ese espacio donde los pueblos étnicos encontraron un lugar para reivindicar sus propias formas de percepción, sus maneras de relacionarse, recuperar sus colectivos y relaciones horizontales y jerárquicas con seres no humanos como animales, vegetales y accidentes geográficos.

“Y ese es por supuesto el ejercicio que ha hecho la JEP en los casos No 2 y No 5 y lo que posiblemente sucederá con el caso No 9. Desde luego no se me puede pasar la sentencia de justicia y paz con el río Magdalena, allí con la riqueza y conocimientos de los pueblos étnicos se construyen decisiones”, dijo.

“Armonizar las regiones”

“Los pueblos indígenas hacemos parte de la naturaleza y quienes conocemos el territorio nos comunicamos con los espíritus y demás seres vivientes de nuestros territorios. Los sabedores y sabedoras dialogamos en nuestro propio idioma y somos los pueblos ancestrales quienes guardamos una intrínseca relación con la madre naturaleza”, comentó Rider Pay Nastacuas, consejero mayor y representante legal de la Unidad Indígena del Pueblo Awá-Unipa.

Desde su propia cosmovisión, aseguró que los pueblos originarios están en la capacidad de conectarse con la ‘pachamama’ y conversar con sus espíritus para conocer los daños que los conflictos armados y los intereses económicos ocasionan a la naturaleza. 

“Hoy se ve a la naturaleza como un negocio y eso es lo que está acabando con nosotros los pueblos indígenas. Nosotros sabemos que nuestros territorios tienen vida y los daños provocados a la naturaleza se deben reparar”, expresó. 

De igual manera el dirigente indígena subrayó que frente a los perjuicios generados a sus territorios se hace necesaria una inmediata armonización.

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