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Del dolor del desplazamiento a la voz de la paz en Riosucio

Víctima del conflicto en el Bajo Atrato, Jenry Serna transformó el dolor por la desaparición de su padre y hermano en liderazgo social, memoria y reconciliación desde la Emisora de Paz en Riosucio, Chocó.
Jenry Serna: del desplazamiento forzado en Riosucio a la construcción de paz en Chocó
Lidia Rivas

“La violencia me quitó mis seres queridos, me sacó de mi territorio cuando apenas tenía 13 años”, fueron las primeras palabras de Jenry Serna en esta conversación que sostuvimos.

Serna nació en una comunidad del municipio de Riosucio, Chocó, en el Truandó Medio. Allí quedaron sus recuerdos más valiosos de infancia: “Jugar en las playas, pajarear el maíz… esas eran de las mejores diversiones que teníamos”, recuerda con nostalgia.

El inicio del desplazamiento

A finales de 1996, el Bajo Atrato fue escenario de múltiples violaciones a los derechos humanos: desplazamientos forzados, asesinatos, torturas y desapariciones. Jenry es una de las víctimas de ese periodo. Su padre y su hermano fueron desaparecidos en medio del recrudecimiento del conflicto.

“Recuerdo que mi papá nos mandó a cortar plátano, a recoger yuca, a pilar arroz, porque había decidido sacar a su familia de allá por los rumores que se escuchaban que no eran muy buenos para las comunidades. Nosotros, los muchachos, no entendíamos nada. Ese diciembre de 1996 partimos en una balsa de madera. Fueron dos días rodando al ritmo de las aguas del río Truandó. Llegamos a las 5:00 a. m. a Riosucio. Reinaba el silencio y la tristeza de un pueblo que vivía los momentos más difíciles de su historia”, narró Jenry.


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Operación Génesis

En febrero de 1997 se desarrolló la Operación Génesis, que según el Ejército buscaba combatir a las Farc. Sin embargo, quienes más sufrieron fueron las comunidades.

Jenry recuerda con dolor la última vez que vio a su padre: “Era enero de 1997 cuando mi papá decidió mandarnos a Quibdó. Salimos nosotros en una lancha llamada El Niño Chévere. Más de una semana nos echamos para llegar a la capital. Él regresó a la comunidad a recoger algunas pertenencias. Antes de partir nos abrazó fuerte y nos dijo: ‘Todo estará bien’. Pero no fue así. Nunca más lo volvimos a ver”.

Mientras tanto, las comunidades quedaban atrapadas entre bombardeos y enfrentamientos. Luis Octavio Martínez, amigo de infancia de Jenry, revive esos momentos: “Cuando esos aviones pasaban uno quedaba sordo. Lo único que hacíamos era tirarnos al suelo y rezar que no fuera a caer una bomba donde estábamos nosotros”.

El refugio en Quibdó y la noticia que lo cambió todo

En Quibdó, Jenry, su madre y sus hermanos intentaban sobrevivir al desarraigo. En marzo de 1997 decidieron regresar hacia Riosucio en una lancha conocida como La Guaica y Puro. Tras cinco días de viaje llegaron de madrugada. Fue entonces cuando la madrina de Jenry les dio la noticia: “Mi madrina en voz baja le dice a mi mamá: ‘Mataron a mi compadre’. Fue muy duro para nosotros porque iniciamos a llorar y mi madrina nos dice que no lloráramos duro porque alguien podía escuchar. Eso nos cambió la vida por completo”.

El buscador incansable

Aunque muchos de los desaparecidos de esa época fueron reportados como asesinados, Jenry decidió emprender la búsqueda de su padre y su hermano. Lo hizo con miedo, pero con determinación.

“Hablar de la desaparición forzada y de mis familiares no era fácil, pero en un espacio organizado en 2020 por la parroquia Nuestra Señora del Carmen y el Centro Nacional de Memoria Histórica entendí que la búsqueda era también un derecho. La llegada de la Unidad de Búsqueda significó mucho para mí”, afirmó.

Aunque hablar de la desaparición forzada no fue fácil, Jenry encontró en la organización comunitaria, en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en el Centro Nacional de Memoria Histórica y en la UBPD un camino para transformar su dolor en búsqueda y dignidad.

En territorios como el Bajo Atrato, la UBPD se ha convertido en un aliado de las comunidades. Para Jenry y muchos otros, la búsqueda no solo se trata de encontrar restos o información, sino de un acto de resistencia frente al olvido.

Un líder que transforma el dolor en esperanza

Hoy, Jenry es un reconocido líder social y comunitario. Es productor de pódcast, cofundador de la escuela Ronca el Canalete y ha acompañado a comunidades negras, indígenas, mujeres y jóvenes. También impulsó la asociación Canto a mis ancestros del Darién chocoano, ha ocupado varios cargos en la junta directiva de su consejo comunitario y participó en pedagogías de paz durante la implementación de los Acuerdos.

Su decisión ha sido clara: no responder con odio. “La desaparición de mi padre y mi hermano dolió mucho, pero no cuento mi historia para generar lástima. La cuento porque tuve la posibilidad de vengarme, y decidí perdonar. Ese es mi mensaje: no pagar con guerra, aunque sepas quiénes fueron los que te quitaron a tus seres queridos”.

La voz de la paz en Riosucio

Por toda su trayectoria, hoy Jenry hace parte de la Emisora de Paz de Riosucio, Chocó, donde ejerce como periodista. “Mi llegada a la emisora es la posibilidad de seguir dando a conocer mi territorio, pero lo más importante: seguir hablando de paz”, concluye.

Las Emisoras de Paz son un compromiso del numeral 6.5 del Acuerdo Final de 2016. Nacieron con el objetivo de crear 20 emisoras comunitarias en frecuencia FM en las regiones más golpeadas por el Conflicto Armado, especialmente en zonas PDET. Bajo la coordinación de RTVC – Sistema de Medios Públicos, estas emisoras funcionan las 24 horas y destinan su programación a la memoria, la reconciliación, los procesos comunitarios y el fortalecimiento de las culturas locales.

Hoy, las 20 emisoras ya están en funcionamiento en diferentes territorios del país, entre ellos Riosucio. Son espacios donde las comunidades pueden contar sus propias historias, visibilizar su diversidad cultural y promover la paz.
En Riosucio, esta emisora se ha convertido en un escenario donde líderes como Jenry transforman el dolor en palabra, y la palabra en un camino de esperanza.

Aunque Jenry aún no ha dado con el paradero de su padre y su hermano, continúa impulsando la búsqueda no solo de sus familiares, sino también de quienes están cerca de él. Ha participado en todos los procesos de exhumación realizados en Riosucio. “Para mí, ver que una familia encuentra a su ser querido es como si también fuera uno de los míos. Eso me llena de mucha alegría”, conluyó.

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