Pasar al contenido principal
CERRAR

15 de mayo, día del maestro

Los docentes colombianos han adoptado estrategias para seguir formando a sus pupilos.
Foto: Ministerio de Educación Nacional
Ana María Lara

La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. Paulo Freire

Entre los oficios dignos de gratitud se destaca el de los maestros, a quienes celebramos cada 15 de mayo.  La fecha se eligió en honor al sacerdote y pedagogo francés Jean Baptiste de La Salle (1651 – 1719), reconocido por el Papa Pio XII en 1950 como el patrón de los profesores. Este hombre fue el fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en la segunda década del siglo XVIII, y a partir de ese momento se propuso abrir las puertas de la educación a jóvenes de escasos recursos.

Este hecho está relacionado a que se definió que la educación fuera un derecho en el mundo apenas durante el siglo XIX.  En culturas antiguas, como la griega, se enseñaba estética y filosofía, lo que ahora se ha agrupado en la categoría de humanidades, pero estas eran clases  que recibían solamente los “individuos pudientes” en sus propias casas. 

En el caso concreto de Colombia, durante  en el mencionado siglo se inauguró la educación laica. Esto fue posible gracias a un acuerdo entre la Iglesia Católica y el Estado y la ley 33 de 1888,  sin embargo, hay que destacar que los religiosos supervisaban la enseñanza y decidían quién ejercía la labor de maestro. Este lineamiento se mantuvo hasta la tercera década del siglo XX, cuando los gobiernos liberales lograron democratizar la educación con profesores formados en escuelas no religiosas.

Desde ese momento,  hasta la actualidad, el sector educativo en Colombia  ha logrado avances significativos y cada vez hay más personas trabajando como docentes. De hecho, según la última Gran Encuesta Integrada de Hogares, realizada por el Dane en 2019, en Colombia hay 920.436 docentes que laboran en colegios y universidades públicas y privadas del país.

Cabe mencionar que, si bien es cierto que la democratización de la educación se logró paulatinamente, los maestros siempre han tenido un papel destacado en la sociedad. Su labor es valorada sobre todo en los pueblos donde todavía hay altos índices de analfabetismo.

Los colegios donde se ofrecen cursos de preescolar, primaria y bachillerato terminan siendo el segundo hogar de los niños, y los maestros no solo enseñan matemáticas, español, historia y geografía, sino que también hablan del cuidado de la  naturaleza y se convierten en amigos y consejeros de los estudiantes. Incluso, se hacen cercanos a los padres de familia, a quienes ilustra sobre la realidad.

En el caso de las instituciones de educación superior, los profesores también juegan un papel fundamental para alentar a los profesionales del futuro. 

En América las universidades fueron fundadas poco después de la Conquista e inicialmente fueron confesionales, como fue el caso de la Universidad Santo Tomás (1580) y Universidad Javeriana (1621) aquí mismo en Colombia.  Luego, a finales del siglo XIX, aparecieron las universidades públicas y privadas que tenían una oferta curricular más amplia. En ambos casos, se reclutaban profesionales especializados en las diferentes áreas que ayudan a los estudiantes a entender conocimientos académicos avanzados y estimular su espíritu crítico. 

Tanto profesores de educación básica y superior hacen un trabajo admirable, sobre todo teniendo en cuenta que en muchas oportunidades trabajan en condiciones difíciles. 

Si bien es cierto que, según el Dane, el 97 por ciento de los docentes colombianos tienen un empleo formal, este hecho no los exime de tener sueldos bajos y problemas para llegar a sus lugares de trabajo, principalmente en zonas rurales, donde a veces también reciben amenazas. La pandemia ha vuelto más complejo ejercer la labor docente, pues la educación virtual se ve limitada por falta de conectividad a internet o la falta de dispositivos electrónicos de los estudiantes.

A pesar de esto, los maestros y maestras han creado y adoptado estrategias para poder seguir formando a sus pupilos y apoyar a sus familias. Estos profesionales han buscado las mejores maneras para que no se pierdan las bases del proceso educativo: la comunicación y la interacción. Esta situación ha demostrado claramente la importancia de la relación personal entre maestro y alumnos y de la construcción de vínculos sociales para el logro del bienestar colectivo. 

En esta coyuntura, más que nunca, es evidente que los maestros merecen nuestra gratitud. Estos profesionales son fundamentales, porque incluso con tantas herramientas tecnológicas, su labor no podría ser reemplazada

Artículos Player