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Medicina ancestral, una mezcla de saberes de la Colombia rural

Su uso va desde las picaduras de animales, pasando por las dolencias estomacales comunes, hasta llegar a temas más complejos.

El poder de la tradición oral, los conocimientos ancestrales y en algunos casos la falta de acceso a puestos de salud, han hecho que la medicina campesina, la que desde tiempos inmemoriales ha utilizado diferentes combinaciones de hierbas y productos de fácil acceso para curar los males, sobreviva con vigor en zonas de la Colombia rural.

Para referirse a este tipo de medicina se han utilizado diferentes términos como medicina ancestral, alternativa o tradicional y para definirla se ha dicho que esta se basa en las costumbres de las comunidades campesinas de nuestro país.

Así, la medicina campesina hace referencia a la suma de conocimientos, técnicas y procedimientos basados en las teorías, las creencias y las experiencias prácticas de los habitantes rurales.

Su uso va desde las picaduras de animales, pasando por las dolencias estomacales comunes, hasta llegar a temas más complejos y de un tratamiento más prolongado como lo es el mal de ojo, pero siempre basados en el principio de la confianza y el conocimiento mutuo del paciente con quien está tratando de curarlo.

Además, con frecuencia integra al tratamiento de enfermedades, aspectos psicológicos y espirituales.

“Es imposible pensar una medicina tradicional sin pensar la tierra. Estamos hablando de artesanos de la salud. La comunidad campesina lleva un buen tiempo conectando el trabajo y la habilidad de las manos con el pensamiento y el sentir y denominarlos de esta manera nos permite reconocerlos como sujetos de conocimiento”, afirma Mauricio Múnera Gómez, uno de los principales investigadores sobre los saberes y prácticas campesinas de sanación.

Para el experto, este conocimiento se basa en tradiciones de trabajo con elementos presentes en la naturaleza colombiana y que se ha enriquecido históricamente al crearse vínculos con las comunidades indígenas y afrodescendientes de nuestro país.

“Una de las tareas para los investigadores de este campo es asumir cómo el conocimiento campesino es resultado de un proceso de transculturación. Aquel sujeto que entabla una relación con el campo se alimenta de los conocimientos de otras comunidades, que han estado asentadas durante un tiempo mayor en el territorio. Del mismo modo, se alimenta de los conocimientos que llegaron desde el otro lado del océano en los casos africanos y europeos”, asegura Múnera Gómez.

Las tradiciones orales, las costumbres y los conocimientos de las plantas medicinales se convierten de este modo en parte del patrimonio inmaterial de la Colombia rural, ya que combina manifestaciones de diferentes saberes tradicionales, así como la conexión con el territorio como base del conocimiento.

Mucho del conocimiento de la medicina rural se convierte entonces en contextual en la medida que es un conocimiento del ser humano conectado con los demás seres que habitan un medio ambiente.

“La medicina campesina es un concepto que inicialmente se refiere al cuidado que un ser humano hace del otro, pero no podemos olvidar que los sujetos que se desarrollan en contextos rurales también desarrollan una conexión cercana con los animales que los acompañan por lo que también incluiría dentro de la medicina campesina este tipo de tratamientos a los animales”, afirma Múnera Gómez.

Así, en la medida en que este tipo de medicinas siga demostrando resultados en quienes la aplican y creen en ella seguirá viviendo dentro de las tradiciones campesinas de nuestro país: una medicina dinámica que no se basa en principios activos sino en el fruto de las experiencias vividas y la conexión del sujeto con el territorio.

Escuche aquí la entrevista a Mauricio Múnera Gómez, investigador de saberes ancestrales en el programa El Atardecer:

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