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En Pasto, los niños son guardianes del Carnaval de Negros y Blancos

Cuales raíces de árbol frondoso, los niños son quienes reciben el conocimiento del carnaval, son ellos los nuevos protagonistas de esa alegoría.
Beatriz Fajardo

El Carnaval de Negros y Blancos, como muestra cultural de las tradiciones del sur de país, comparte en cada inicio de año el color, la magia, los sonidos y en general la cultura de un pueblo, y donde los niños cuales raíces de árbol frondoso, reciben del día a día la sabia del conocimiento del carnaval, son los niños los nuevos protagonistas de esa alegoría, de la fiesta, de la tradición.

“Aprendiendo, disfrutando, acá en la escuela del carnaval conozco mucho de mis raíces, ya que la experiencia es hermosa, y cuando salimos al desfile más aún, ya que lo aplauden a uno, lo aplauden por todo el esfuerzo que se hace durante todo el año, y mis amigos dicen que soy luchador al estar en el carnaval”, señala Juan Sebastián Barrera, aprendiz de carnaval de la fundación ‘Guardianes del Carnaval’.

Del 2 al 6 de enero las familias de artesanos, músicos, pintores, cultores y artistas se visten con sus mejores galas alusivas al Carnaval de Negros y Blancos, y a la par de ellos van de la mano sus hijos, los que con dulces miradas se asombran del poder del papel esculpido a gran escala, quienes entre juego se esconden y se imaginan príncipes y princesas dentro de las monumentales carrozas y trajes tradicionales, los mismos que los van llevando por el camino del arte.

“Entré a los cuatro años mirando las figuras, me pasaban figuras y yo las pintaba, las empapelaba, es como entrar a otro mundo”, cuenta Giselle Mera Burgos, otra aprendiz de Carnaval.

Sin saberlo ellos ya son herederos milenarios de la tradición del carnaval; sin saberlo en su piel se marcan invisibles los rasgos del sol de los pastos, el símbolo tradicional de los indígenas en el sur del país.

“En Nariño somos una cuna netamente de artistas, en cada familia siempre hay un músico, un escritor o un pintor (…) nuestro departamento hace que la expresividad de las personas sea muy rica y tengamos en esencia una escuela natural de aprendizaje”, relata Cesar Villota, docente e investigador de la escuela del carnaval.

Al largo del os 365 días del año se entretejen los sueños de diseño de carrozas, los presupuestos, líneas, formas, música y todo los que será la presentación de cada carroza, y en ese mágico mundo los niños siempre están en las sombras de sus padres artistas ya sea en el campo o en la ciudad, dándole vida y regado ancestral.

Dentro del este colorido espectáculo que se presenta cada año, la organización del mismo ha designado el 3 de enero para que las muestras artesanales se reflejen en su máxima expresión, en el marco del Carnavalito, donde los pininos de mini carrozas, murgas y arte tienen espacio a lo largo de los 7 kilómetros de la senda del carnaval, mismo evento que surgió como una forma de resistencia, cuando hace 52 años a un pequeño no le dejaron realizar y participar de una carroza.

El docente Cesar Villota concluyó que el Carnaval es como los sueños, porque en ellos siempre habrá en vida; los niños en el carnaval pueden soñar y cada vez que esculpen, danzan o tocan en instrumento musical, pueden generar vida.

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