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Curiosidades discográficas del jazz colombiano: segunda parte

En Colombia, la historia del piano solista dentro del ámbito del jazz es escueta y los registros discográficos son muy escasos.
Luis Daniel Vega

La ejecución del piano solo en el jazz se remonta a principios del siglo XX cuando intérpretes como Scott Joplin, Eubie Blake o Tony Jackson difundían sus síncopas en saloons y burdeles de Nueva Orleans. Del ragtime al estilo stride, pasando por el boogie-woogie o el experimentalismo en las décadas recientes, esta práctica se ha convertido en un paradigma del género y, asimismo, en sinónimo de vitalidad y metamorfosis.

En Colombia, la historia del piano solista dentro del ámbito del jazz es escueta y los registros discográficos son muy escasos. Curiosamente, el primero de esos vestigios se localiza en los albores del siglo pasado, justo cuando el género empezaba a emerger en tierras estadounidenses.


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En comparación a países latinoamericanos como Brasil, México y Argentina, Colombia permanece rezagada. Sin embargo, vale la pena recordar algunas escaramuzas fonográficas que, más allá de la rareza, se constituyen en el primer esbozo de un rompecabezas con muy pocas fichas. En aras de contribuir a la memoria, acá está un breve recuento de lo que ha pasado.

El primer ejemplo de un músico colombiano interpretando en piano ritmos cercanos al jazz (one- step, two- step, ragtime o foxtrot) fue Emilio Murillo Chapull (1880- 1942). Formado musicalmente al lado de Pedro Morales Pino y al interior de la Academia de Música, en los años de la Guerra de los Mil Días (1899- 1903) Murillo fue uno de los protagonistas de la bohemia bogotana finisecular como acompañante permanente de la Gruta Simbólica.

Durante las celebraciones del Centenario de la Independencia, en 1910 viajó a Nueva York donde registró para Columbia “High life”, una pieza suya para piano solo etiquetada bajo el rótulo two- step. En 1917 para la casa Victor grabó el one- step “Wurlitzer”, otra pieza de remoto estilo jazzero que hace parte de la prehistoria discográfica colombiana.

Tendrían que pasar 57 años para que una pieza de jazz interpretada en piano fuera grabada en Colombia. Se trató de “The waltz”, una composición de Dave Brubeck grabada por Juancho Vargas. Pionero del jazz en Colombia, Juan Roberto Vargas Schoonewolff nació en Barranquilla el 11 de noviembre de 1934. A mediados de los años cincuenta se trasladó a Medellín donde dirigió la legendaria Orquesta Sonolux.

En 1965 grabó para la RCA Victor dos discos de culto en la historia del jazz colombiano: ‘Colombian brass’ y ‘Cumbias espaciales’. Dos años después, también para la RCA Victor, registró un disco publicitario de siete pulgadas titulado ‘El jazz en Colombia’ donde, además de “The waltz”, se incluyeron piezas de Jobim, Gillespie y Charlie Ventura.

Mauricio Bechara Cadavid (1957- 1995) fue un malogrado pianista bogotano que, infortunadamente no dejó más registros de su obra que se perfilaba como una de las más adelantadas en el ámbito local del jazz y la música de cámara. Alumno de Fabio González Zuleta, pasó por el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia, completó sus estudios en la Escuela superior de Música de Tunja y a finales de los ochenta se radicó en Barcelona e ingresó a L´ Aula de Música Moderna donde se interesó por el jazz y la improvisación libre.

Da cuenta de esto Legado (1996), disco póstumo que reúne seis piezas originales para piano solo en las que el jazz –entre blues, baladas y cierta sonoridad caribeña- sale a flote en medio de un espíritu introspectivo, contemplativo y optimista.

La siguiente grabación de este incipiente catálogo corre por cuenta de otro bogotano. Se trata de Pablo Schlesinger, un pianista graduado en 1998 del Berklee College of Music. Ha sido compositor y arreglista de varios cortometrajes como ‘El jefe’, de Jorge Hiller, y ‘El beso de la mujer araña’ y ‘Los monólogos de la vagina’, obras de teatro dirigidas por Ramiro Osorio y Fanny Mikey, respectivamente.

Dedicado a la pedagogía, Schlesinger grabó ‘Pianosolo’ (2001), un disco en el que explora con cuidado y elegancia once estándares del blues y el jazz estadounidense como “I got rhythm”, “You don´t know what love is”, “I remember Clifford” y “Stella by starlight”, entre otros.

Entre Barranquilla, Cali, Buenos Aires y Bogotá ha transcurrido la vida del pianista Holman Álvarez (1981), uno de los músicos más activos de la escena del jazz en Colombia. El hard bop, el free, el barroco, el romanticismo, las baladas románticas, la salsa, el cine de Herzog, las ficciones borgianas y un amplio espectro de la música contemporánea hacen parte de su estilo particular que decantó con ‘Yegua de la noche’ (2012), una grabación que se llevó a cabo en una sesión espontánea donde se escuchan ecos de Monk, Tristano, Paul Bley, Ligeti, Lucho Bermúdez, Schoenberg, Petronio Álvarez y Ornette Coleman, influencias que le permitieron internarse en silenciosos pasajes de improvisación, descargar agradables disonancias y arriesgarse con versiones muy personales de algunos clásicos del jazz y la música popular colombiana.

Ricardo Gallo es uno de los músicos colombianos más prolíficos en los terrenos del jazz. Empezó su carrera discográfica con ‘Los cerros testigos’, el primero de cuatro discos grabados entre 2006 y 2013 junto a su cuarteto integrado por Juan Manuel Toro (contrabajo), Jorge Sepúlveda (batería) y Juan David Castaño (percusión).

Miembro de grupos de cámara –en los que explora música andina colombiana, electroacústica, free jazz y libre improvisación-, el pianista bogotano estrenó en 2016 varios discos dentro de los que se encuentra ‘Más allá de las montañas’, su primer registro de piano solo, grabado en Canadá en 2012.

Este sorpresivo registro contiene algunas versiones de sus discos anteriores en cuarteto, vertiginosos homenajes a Cecil Taylor y Archie Shepp, y una luminosa versión de “Una copla me ha cantado”, canción original de Violeta Parra.

Desde Bogotá, Francy Montalvo combina investigación y creación musical. Desde sus años en el Instituto Pedagógico Nacional una pregunta ha atravesado su oficio creativo: ¿cuáles son las conexiones sutiles que existen entre el jazz y las músicas andinas colombianas? De ese lugar dialéctico surgió Carrera Quinta Ensamble, agrupación que fundó junto al guitarrista Javier Pérez Sandoval.

Luego de tres grabaciones al lado de Carrera Quinta, la pianista recapituló su cuestionamiento esencial que floreció, esta vez, en un disco solista llamado ‘Desde adentro’. Grabado entre marzo y abril de 2019 en la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el disco contiene seis piezas originales de Montalvo en las que el pasillo –vestido de luminosas nostalgias, sucintos romanticismos y viejos arrullos bogotanos- deambula libremente.

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