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Bojayá recibe a sus hijos luego de 17 años

El próximo 17 de noviembre será la velación de los cuerpos y el 18, el póstumo entierro.

Por: Francisco Palacios, equipo Radio Nacional Chocó

Han pasado 17 años desde que los bojayaseños pudieron identificar a sus familiares y reconocer a quienes en vida llamaron, papá, mamá, hermano, primo o tía. Familias enteras que fueron separadas abruptamente, pero que hoy se reencuentran con sus raíces, sus orígenes y sus tierras.

"llevamos 3 años de preparación para este momento, el cual es para nosotros el inicio de la reparación colectiva" asegura Máxima Asprilla, familiar de las víctimas y miembro de las ‘Cantaoras de Pogue’, grupo tradicional que, a través de los alabaos y gualíes, han servido de voceras y testigos ante el mundo del dolor padecido en estas tierras desde hace más de una década.

En dos helicópteros de las Naciones Unidas, fueron trasladados 100 cajones, como prefieren nombrar los bojayaseños las urnas que contienen los restos de sus seres queridos. "74 corresponden a cuerpos plenamente identificados, siete a restos que no pudieron ser reconocidas a través de las diferentes pruebas científicas, nueve rinden homenaje a los niños en etapa de gestación, uno de los cajones corresponde a restos que no pudieron ser identificados y los otros nueve, a personas que continúan en condición de desaparecidos", así lo explicó Yuber Palacios, miembro del Comité de Víctimas del 2 de mayo en Bojayá.

Navegando el río Atrato sobre una embarcación de madera adornada con flores, banderas blancas en señal de paz y amenizado el recorrido por los rezos y cantos de las cantaoras de Pogue, además de la escultura del 'Cristo mutilado', imagen que dio la vuelta al mundo como representación de los hechos del 2 de mayo, fueron trasladados los cajones hasta Vigia del Fuerte, Antioquia, municipio vecino y primer lugar de refugio de los cerca de 1.500 pobladores que habitaban 'Bellavista viejo' para el año 2002.

Allí un centenar de personas con pancartas en mano esperaban al borde del río Atrato a sus vecinos, a quienes rindieron honores antes de su regreso.

De regreso al municipio los cajones regresaron al epicentro de la tragedia, aquella capilla que sirvió durante horas de refugio, pero que, por las acciones de la guerra, se convirtió en el monumento al dolor. A ese mimo espacio, reparado como un símbolo de la memoria, fueron llevados uno a uno los cofres con los testigos principales de la falta de presencia del Estado y la voracidad de los insurgentes en el afán por controlar el territorio.

"El proceso que continúa es de un duelo a medias, pues han pasado 17 años y aún, poseemos cuerpos sin identificar y familiares en condición de desaparecidos", relata Juan De la Cruz Valencia, líder del Comité de Víctimas de Bojayá; "habemos personas que perdimos hasta 28 familiares, pues en nuestra cultura, nuestras familias son extensas" asegura Yuber Palacios.

Para los habitantes de Bojayá las heridas aun no cierran, pues solo a partir del 17 de noviembre cuando se realice la velación, el 18 el póstumo entierro y los novenarios, podrán empezar con la verdadera reparación colectiva, afirman algunos de los familiares.

Durante los días 12, 13, 14, 15 y 16 de noviembre, cinco equipos técnicos de Medicina Legal, la Fiscalia General de la Nación, La Unidad de Víctimas, entre otras entidades, brindarán las explicaciones del proceso de identificación de cada uno de los cuerpos.

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