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Nueve golpes jazzneros

Situado en la región de los Llanos, el entramado musical llanero se conformó canónicamente a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Por: Luis Daniel Vega

Situado en la región de los Llanos del Orinoco, el entramado musical llanero se conformó canónicamente a partir de la segunda mitad del siglo XX. Ya fuera en el ámbito rural o en el urbano, el joropo –con todas sus formas y variantes rítmicas como el galerón, el seis por derecho, el pasaje, el gabán, el carnaval, el pajarillo, la kirpa y el zumba que zumba- es una música regional popular que ha permanecido sitiada dentro de fronteras geográficas y simbólicas.

Bien entrada la década de los noventa estas prácticas musicales, arraigadas en idealismos de pureza e identidad, sufrieron un remezón. Tímidamente la agrupación Mayelé realizó los primeros acercamientos entre el jazz y el joropo, de igual forma que Guafa Trío hizo lo suyo una par de años después no solo con el joropo sino con el vals y el merengue venezolanos. Luego aparecerían en el escenario el Ensamble Sinsonte, Edmar Castañeda, Juan Sebastián Monsalve, Cimarrón, Lucía Pulido y Laura Lambuley, quienes abrieron nuevos caminos que hoy transitan –desde exploraciones más aventadas- el trío Arpistols y el noneto Cachicamo.

¿Jazz joropo? ¿Jazz llanero? Sería prematuro apuntar cualquiera de estas etiquetas ya que estamos frente a una historia que apenas se empezó a escribir veinte años atrás, y en la que hasta ahora empezamos a descubrir rasgos en común y divergencias. Sin embargo, a pesar de que la discografía es escasa, los ejemplos brillan por su osadía.

Acá les compartimos nueve sorprendentes golpes “jazzneros”.

Guafa Trío - Samita

Desde 1998, cuando fue fundado por el flautista bogotano Ignacio Ramos, Guafa Trío se ha caracterizado por su novedoso formato que le permite volar muy libre en los terrenos de la improvisación. Con flauta traversa, cuatro lanero y bajo han explorado músicas andinas de cuerda y el amplio espectro de los sonidos colombo-venezolanos. En Tiempo nuevo, su más reciente disco publicado en 2014, aparece “Samita”, un bello merengue venezolano escrito por Ramos.

Edmar Castañeda - Fuego

Si bien en Latinoamérica la música de arpa está ceñida a regiones de la geografía hemisférica específicas, el bogotano Edmar Castañeda ha logrado sacar del confinamiento el instrumento y llevarlo a lugares que en el jazz nunca se habían explorado. El prestigio de Castañeda a nivel mundial es indiscutible y ya hace parte del selecto Olimpo de arpistas en la historia del jazz. Lo anterior queda evidenciado en Live in Montreal, una grabación que recoge la presentación del explosivo dueto que conformó en 2017 junto a la pianista japonesa Hiromi Uehara para el Festival Internacional de Jazz de Montreal. “Fuego” hace parte de la suite “The Elements”, escrita especialmente por Hiromi para el tándem impetuoso.

Lucía Pulido - Tonada de luna llena

Dos remembranzas cruciales atraviesan la vida de la cantante Lucía Pulido. Por un lado, la luna llena, gigante y roja de los atardeceres del Llano y, por otro, la llegada a casa de su padre, quien luego del trabajo, colgaba el sombrero en la pared y descolgaba la guitarra para cantar rajaleñas, guabinas, bambucos, joropos, cumbias y fandangos. En el punto equidistante donde lo lúdico se confunde con la premeditación racional, la voz de Lucía evoca arcanos y fuerzas sobrenaturales como sucede con su estremecedora versión de “Tonada de luna llena”, aquella lánguida canción de Simón Díaz.

Cimarrón - Tonada de la palomita

Luego de acontecimientos extraños en su vida –como terminar montado por azar en la comitiva que acompañó a Gabriel García Márquez a recibir el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo- el arpista Carlos Rojas fundó Cimarrón en 1985. Lo que en un principio era un laboratorio de estudio se convirtió rápidamente en una las agrupaciones protagonistas de la naciente movida de música llanera en Bogotá. De todas, la de Rojas llamó la atención por intentar desmarcarse de los rígidos arquetipos de la tradición. El espíritu de ruptura se ha mantenido intacto hasta Orinoco, su disco más reciente en el que aparece “Tonada de la palomita”, una canción que evoca los cantos de ordeño a través de la estremecedora voz de Ana Veydó. Esta pieza, única en el disco, nos recuerda los experimentos étnicos de Oregon.

Ensamble Sinsonte - Melodía ausente

Fue en el local Tocata y Fuga donde se encontraron por primera vez hace 16 años los personajes que luego de unos meses bautizarían su banda con el nombre de un pájaro que imita con precisión el canto de sus similares alados. Después de cambios drásticos en su formación y de dos grabaciones referenciales del nuevo joropo en Colombia, el Ensamble Sinsonte editó en 2016 De vuelta al mundo, su disco más emparentado con el lenguaje del jazz. Prueba de ello es “Melodía ausente”, pieza original de Daniel Sossa, el bajista del grupo, quien se inspira en la Onda Nueva, aquel estilo sofisticado inventado en Venezuela a finales de los setenta por el gran Aldemaro Romero.

Juan Sebastián Monsalve Trío - Raga que zumba

Bajista, compositor y arreglista de proyectos tan diversos como 1280 Almas, Cabas, Victoria Sur, Kraken, Cuatroespantos, Comadre Araña y Curupira, Juan Sebastián Monsalve ha experimentado con el jazz desde muy joven cuando en 1993 ganó la beca de Colcultura con la obra “Diez piezas para cuarteto de jazz “. El lenguaje elástico del jazz le ha servido para suscitar simbiosis inusuales como “Raga que zumba”, una composición en la que el músico bogotano logra conectar los modos melódicos de la música clásica india y uno de los tantos golpes del joropo.

Arpistols - Al sol

El trío de arpa, contrabajo y batería no ha sido usual en la historia del jazz, salvo algunas esporádicas apariciones de Alice Coltrane en el disco A monasticc trio. En Bogotá hay un grupo que le ha sacado buen provecho al excéntrico formato: se trata de Arpistols, un combo integrado por el joven y virtuoso sanmartinero Juan Pablo Rodríguez –arpista, entre otros, de Cholo Valderrama y John Onofre-el contrabajista Julián Gómez y el baterista Ramón Berrocal. Lo de Arpistols es vertiginoso y prueba que los encuentros entre el jazz y los aires musicales colombo-venezolanos nos tienen deparadas sorpresas como “Al sol”, una pieza de Rodríguez basada en un aire de merengue venezolano.

Laura Lambuley - Laura

Influenciada por las ideas revolucionarias de Nueva Cultura –colectivo artístico al que pertenecían sus padres- la pianista Laura Lambuley hace parte de una generación de músicos que reaccionaron ante moldes y paradigmas ortodoxos. Resultado de su tesis de grado en la que quiso develar las posibilidades musicales del joropo en el piano, Lambuley editó en 2008 el disco Llano en blanco y negro, un disco sin artificios, grabado en la acogedora sala Juan II Parra de Bogotá. En “Laura”, un vals compuesto por su maestro Carlos López, aparece con gracia y dulzura el espíritu de Bill Evans.

Cachicamo- Canto de trabajo

Cachicamo es un transgresor proyecto de la cantante y pianista bogotana Andrea Hoyos. Si bien el punto de partida son algunos motivos rítmicos y armónicos del joropo, su exploración representa, más bien, la metáfora sonora de una llanura imaginada que no encaja en una postal turística. Ese arrojo –que se vale de la elasticidad del jazz para crear una mitología personal- nos transporta a una vastedad donde hay tanto de suspenso y congoja como de quietud y delirio. Este “Canto de trabajo” parece inspirado tanto en Charlie Haden como en Guillermo Klein.

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