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Corredor Verde de la Séptima, una promesa rota: 165 predios demolidos y abandonados tras inversión de $1,5 billones

Más de una década después del anuncio del Corredor Verde en Bogotá, el proyecto sigue estancado. Hoy, decenas de lotes demolidos en Chapinero y otras zonas están desocupados, generando inseguridad y deterioro urbano.
Corredor verde de la carrera séptima: promesa rota con inversión de $1,5 billones
Foto: Secretaría de Movilidad de Bogotá
Carlos Ramos

El llamado Corredor Verde de la carrera Séptima en Bogotá, una de las promesas bandera de la movilidad sostenible en la capital, se encuentra en una parálisis preocupante. A pesar de haberse invertido más de 1,5 billones de pesos entre compra de predios, estudios y obras, gran parte del trazado sigue en el abandono: 165 de los 330 predios adquiridos ya están demolidos, pero no tienen uso alguno.

Los habitantes de sectores como Chapinero denuncian la acumulación de basura, inseguridad, ocupaciones ilegales y mal parqueo. Solo este año, en la zona se han impuesto más de 5.700 comparendos por estacionamiento indebido. Mientras tanto, el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) alega que esos espacios no pueden usarse hasta que se reactiven las obras del sistema de transporte definitivo.

En entrevista con Radio Nacional de Colombia, la concejal Heidy Sánchez, del Pacto Histórico, criticó duramente el manejo del proyecto por parte de las últimas administraciones: “Lo que se vendió como un corredor verde, con árboles, ciclorrutas y espacio público, no es otra cosa que una troncal de TransMilenio con buses eléctricos, disfrazada de sostenibilidad”, afirmó.


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Durante la alcaldía de Claudia López se contrató la obra en tres tramos, pero solo uno (entre la calle 100 y la 127) se está ejecutando. Los otros dos fueron suspendidos por el alcalde Carlos Fernando Galán, quien justificó la decisión para evitar el colapso vial por la simultaneidad con las obras del Metro sobre la Caracas. No obstante, ninguna empresa presentó ofertas para construir los tramos suspendidos, lo que también agravó el panorama.

La concejal Sánchez recordó que los predios fueron comprados con una destinación específica, y si no se usan para el fin planeado, el Distrito estaría obligado a devolverlos o permitir su recompra por los antiguos dueños. También señaló que existe un proyecto aprobado en el Concejo que propone habilitarlos temporalmente para usos económicos, comunitarios o de parqueo, con el fin de mitigar el abandono y el impacto en los barrios colindantes.

“El deterioro urbano afecta no solo el entorno, sino la seguridad y el valor de las propiedades vecinas. El Distrito debe actuar ya, sea con vigilancia permanente o usos provisionales, porque de lo contrario podrían enfrentarse a acciones jurídicas por parte de los ciudadanos”, advirtió.

A pesar de que el proyecto sigue en el discurso oficial como una prioridad de infraestructura verde, en la práctica la Séptima continúa atrapada entre renders optimistas, estudios sin ejecutar y promesas incumplidas. Mientras no haya soluciones claras, los barrios del oriente de Bogotá seguirán cargando con las consecuencias de un plan que se quedó en el papel.

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