Durante siglos, los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta fueron despojados de sus tierras más sagradas: la franja costera donde el mar se convierte en extensión natural de la montaña.
La colonización, el crecimiento de proyectos turísticos y ganaderos, así como el conflicto armado, los obligaron a desplazarse hacia las alturas de la Sierra, perdiendo no solo territorio físico, sino también un espacio vital para su espiritualidad, sus ceremonias y el equilibrio de la Madre Tierra.
Hoy, esa grieta histórica comienza a repararse. El Gobierno del presidente Gustavo Petro, a través de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) y en articulación con la Sociedad de Activos Especiales (SAE), entregó oficialmente el predio ‘Los Acantilados’ al pueblo Arhuaco.
Se trata de 227 hectáreas que amplían el resguardo Katanzama y, sobre todo, devuelven a esta comunidad ancestral el acceso directo al mar Caribe.

Un acto de justicia histórica
El acto de entrega se llevó a cabo en el mismo predio, ubicado en el corregimiento de Guachaca, en Santa Marta, Magdalena.
Allí, el cabildo gobernador arhuaco, Luis Enrique Salcedo Zalabata, destacó el momento como “histórico” porque significa recuperar la relación con el mar.
“Después de 15 años, con dificultades, con luchas y esfuerzos, logramos este resultado, recibimos formalmente este predio, donde nos vamos a reconectar con el mar, lo que significa un fortalecimiento de nuestra cultura y de nuestra política, para ejercer gobierno y control en nuestro territorio”.
Esta decisión forma parte de una política más amplia del Gobierno nacional, que busca extender y proteger la Línea Negra, la delimitación espiritual y territorial que conecta los puntos sagrados de los pueblos Kogui, Wiwa, Kankuamo y Arhuaco en la Sierra Nevada.
Así, el predio entregado no es solo un espacio geográfico: es, según la cosmovisión indígena, un puente espiritual que restablece el equilibrio entre montaña y mar.
En palabras de Juan Felipe Harman, director general de la ANT, “tener acceso al mar, después de 500 años, ya formal, en un resguardo legalmente constituido es parte de una aspiración colectiva del pueblo arhuaco. El mar en su ancla espiritual con la tierra”.

De la ilegalidad a la ancestralidad
El predio ‘Los Acantilados’ posee un valor simbólico, pues fue incautado a Diego León Montoya, alias "Don Diego", exjefe del narcotráfico.
Posteriormente, estuvo bajo la administración de Parques Nacionales Naturales y, tras su devolución a la Sociedad de Activos Especiales (SAE), finalmente regresa a sus verdaderos propietarios: el pueblo Arhuaco, como acto de reparación a una comunidad históricamente afectada por la violencia.
“Hoy se convierte en un espacio de vida, espiritualidad y reconstrucción cultural”, señaló Amelia Pérez Parra, presidenta de la SAE.
La entrega de 'Los Acantilados' se suma a otras adjudicaciones recientes: en menos de tres meses, el pueblo arhuaco ha recibido 1.257 hectáreas adicionales, tras más de una década sin lograr avances en materia de ampliación territorial. Para los arhuacos, este retorno al mar permitirá conservar el espacio como sitio de encuentro y ritualidad.
“Ya hemos sembrado más de 15.000 plántulas para contribuir a la conservación de la naturaleza. Una pequeña parte del predio se destinará a cultivos de pancoger que aseguren la alimentación de las comunidades. Y, como territorio sagrado, este espacio estará al servicio de todos los pueblos de la Sierra para la realización de pagamentos y rituales. El interés es proteger y cuidar la tierra”, subrayó Salcedo Zalabata.
La recuperación de este territorio representa también un paso importante en la implementación de la reforma agraria étnica, que busca que los pueblos originarios vivan y gobiernen la tierra según sus prácticas ancestrales, en armonía con la naturaleza.

500 años de ancestralidad
La entrega del predio ‘Los Acantilados’ también hace parte de la agenda de la conmemoración de los 500 años de Santa Marta, enfocada en visibilizar y destacar la contribución de los pueblos étnicos de la Sierra Nevada a la historia de la ciudad más antigua de Colombia.
“La Sierra Nevada de Santa Marta es la montaña nevada más alta del mundo que, brinda servicios ecosistémicos no solo a la región, sino al planeta entero. Entregar este territorio a sus propietarios naturales, los pueblos originarios, y en especial al pueblo Arhuaco, significa garantizar su conservación. Hacerlo en el marco de los 500 años de Santa Marta era el compromiso del presidente Gustavo Petro", aseguró Patricia Caicedo, asesora de la ANT para el Caribe.
De esta manera, el mar Caribe vuelve a ser parte del corazón del mundo, como llaman los pueblos de la Sierra a su territorio ancestral. Y aunque queda mucho camino por recorrer, la entrega de 'Los Acantilados' simboliza un acto de justicia histórica: un retorno a la esencia misma de su identidad, donde el territorio no es solo un espacio físico, sino la base viva de su cultura y espiritualidad.