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De todos los lugares, mi lugar: Una nueva crónica viva de la resistencia queer en Bucaramanga

Esta crónica cultural en formato fanzine, es la nueva entrega de la periodista y gestora cultural Mila Bahamón junto al fotógrafo y gestor Camilo Carrillo, quienes, como respuesta a la falta de memoria y narración de una ciudad diversa, traen a la vida esta nueva entrega bajo la editorial LACSA - Laboratorio Creativo de Santander.
Ruth Gélvez

En medio de las calles intensas de Bucaramanga, donde durante años la diferencia ha tenido que esconderse en rincones nocturnos o camuflarse en los márgenes de la vida pública, nace un gesto editorial que sacude con delicadeza y fuerza los silencios de esta ciudad. El fanzine “De todos los lugares, mi lugar: cultura queer y resistencia bumanguesa”, escrito por Mila Bahamón (@milabahamon) y acompañado por el lente sensible de Camilo Carrillo - Miles de Equis, no es solo una crónica: es un acto de amor, un archivo vivo y un espacio seguro puesto en papel. Es una casa construida con palabras para todos aquellos que alguna vez sintieron que no tenían un lugar.

Este fanzine no se presenta como una guía ni como un manifiesto definitivo. Su propósito es más íntimo y a la vez más poderoso: dejar constancia de lo que se ha vivido, de lo que se ha conquistado, de lo que se sigue peleando, de lo que duele y de lo que florece en las vidas diversas de Bucaramanga. En un país donde la memoria aún es privilegio de quienes la pueden escribir desde el centro, esta publicación emerge como un documento vital desde lo local, lo Queer, lo cotidiano, lo festivo y lo político.


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La historia que aquí se cuenta arranca con una imagen de lluvia, una metáfora perfecta para pensar cómo el clima puede disolver las rigideces de una ciudad que por mucho tiempo solo entendió lo binario, lo recto, lo normado. Y es precisamente en la Noche Queer de San Valentín en Municipal (Muni), un epicentro de libertad y arte desde 2018, donde comienza esta narración: cuerpos brillantes, transformados, vividos y vivos, entrando por una puerta que no pide explicaciones, que no exige disfrazarse de otra cosa que no sea uno mismo.

Desde ahí, la autora nos lleva por una serie de escenas que podrían parecer cotidianas para quienes viven inmersos en esta cultura, pero que cobran sentido histórico al estar recogidas con tanta ternura. Nos habla de eventos como la Noche Queer, de las batallas de lip-sync, de la apropiación de espacios por parte de la comunidad, no esperando permisos, sino inventando su lugar a fuerza de presencia. Nos recuerda que el cambio no ha sido concedido desde arriba, sino ganado desde abajo: a pulso, con brillo, con escarcha, con miedo, pero también con risa.

Las voces que pueblan el fanzine no son anónimas: tienen nombre, rostro, historia y agencia. Ahí está Vanessa Durán, psicóloga, docente y activista que lleva más de dos décadas abriendo camino en una ciudad que durante años solo ofrecía bares escondidos como único refugio. Está Robinson Duarte, también activista, recordando los reinados queer de los noventa, cuando lo diverso solo podía existir en la penumbra del centro. Está AndyCrack, hoy una de las líderes de la escena drag local, hablando de cómo el arte fue el camino para reconciliarse con su feminidad, con su historia, con su derecho a ser.

Pero no solo hay voces humanas: el mismo escenario, los camerinos, el tocador repleto de bases y escarchas, los espacios como Euforia, Cabaret Drag, Prisma, La Vida en Drag, todos ellos hablan también. Cada uno de estos lugares y eventos ha sido una victoria, una ruptura, una puerta abierta para que otras identidades puedan cruzar con menos miedo. Y eso, en una ciudad como Bucaramanga, donde el conservadurismo aún pesa, tiene un valor incalculable.

Este fanzine no es solo un homenaje a lo que se ha hecho, sino también un grito por lo que falta. Las historias que recoge no idealizan ni romantizan la experiencia Queer. Hablan también del desgaste, de la salud mental, de la competencia interna, de la soledad, de los peligros aún presentes en el espacio público. Pero al hacerlo, no caen en el drama: apuestan por la sanación, por el autocuidado, por el poder colectivo. Porque la resistencia queer no solo consiste en pararse en una tarima, sino en sostenerse día a día, en comunidad, con cuidado mutuo.

Uno de los aspectos más valiosos del fanzine es que no pretende universalizar una voz. No hay aquí una verdad única sobre qué es ser marica, lesbiana, trans, Queer o no binarix en Bucaramanga. Hay, en cambio, una polifonía de existencias que se cruzan, se abrazan, se cuestionan y se potencian. Desde lo rural hasta lo urbano, desde lo íntimo hasta lo espectacular, desde lo corporal hasta lo espiritual, lo que se documenta aquí es la diversidad en su estado más puro: cambiante, fluida, múltiple.

Leer “De todos los lugares, mi lugar” es permitir que la historia reciente de una ciudad se nos revele desde sus márgenes, esos mismos márgenes que hoy reclaman con dignidad el centro del escenario. Es entender que el drag, la danza ballroom, las noches de perreo, los camerinos compartidos, las discusiones sobre identidad y género, todo eso es también historia. Y que escribirla, nombrarla y celebrarla es una forma poderosa de resistir.

Este tipo de procesos editoriales, comunitarios y autogestionados son fundamentales no solo como ejercicios de memoria, sino como estrategias de pedagogía social. Permiten poner en circulación narrativas que no suelen caber en los formatos institucionales. Visibilizan lo que muchos prefieren no ver. Dignifican lo que por años ha sido relegado a la clandestinidad. Y, sobre todo, invitan a construir una ciudad distinta, más abierta, más tierna, más justa.

Hoy, cuando las violencias estructurales continúan afectando a las personas LGBTIAQ+, especialmente en territorios periféricos, este fanzine llega como una herramienta potente para docentes, artistas, gestores culturales, medios de comunicación y ciudadanía en general. No solo como documento, sino como puerta de entrada a un universo que merece ser escuchado, cuidado y celebrado.

Una entrega ciudadosa que tuvo la guianza de Carlos Ulloa, filósofo, gestor, escritor y director editorial del Laboratorio Creativo de Santander (@lacsa.co). A su vez, la destreza creativa y amplia de la artista, ilustradora y diseñadora gráfica Abby Sampayo (@abbysampayo). La impresión estuvo a manos de La Bruja Riso (@labrujariso), un taller de Risografía que se ha transformado en un espacio cultural en el que se comparte y se gestiona proyectos alrededor de las artes gráficas y la edición. Un proyecto ganador de la Beca Cree en Tu Talento del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga en este 2025.

De todos los lugares, mi lugar es, en última instancia, un canto colectivo a la posibilidad de vivir sin miedo. A la potencia del arte como forma de sanar. A la importancia de narrarse desde adentro. A la necesidad de que ninguna niña marica, ningún adolescente trans, ninguna adulta queer, vuelva a creer que no merece un lugar. Porque ese lugar existe. Y se está construyendo, con uñas pintadas, pestañas postizas, seres fluidos y auténticos y un corazón abierto, en Bucaramanga.


 

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