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Jéssica León Pomare, el ‘ángel guardián’ de los desamparados de Providencia

Después del paso del huracán Iota, 320 familias damnificadas de Providencia encontraron en ella una amiga para superar la tragedia.
Foto: Colprensa
Liana Karina Flórez

Hace un año los damnificados del huracán Iota en la isla de Providencia que fueron evacuados hasta San Andrés, encontraron en la fisioterapeuta Jéssica León Pomare, una ‘ángel guardián’, que en un gesto de solidaridad y filantropía se apropió del cuidado, manutención y alimentación de más de 300 familias que encontraron en ella una amiga que veló por su salud y por su estabilidad emocional durante más de tres meses.

El compromiso de Jéssica con los afectados por el paso de Iota comenzó al día siguiente de la tragedia, su gestión consistió en recibirlos en el aeropuerto de San Andrés hasta brindarles ayuda psicológica; este trabajo fue posible gracias al apoyo de sus familiares, amigos y profesionales de diferentes áreas, a quienes ella misma buscó para pedirles que la acompañarán en su misión de apoyar a los providencianos que eran evacuados tras la catástrofe.

“A mí me nació liderar este proceso porque me dio dolor, tristeza, ver como llegaban a San Andrés sin rumbo fijo familias enteras que lo habían perdido todo”, explicó Jéssica.

Con esta iniciativa llena de amor y mucha resiliencia, Jéssica se convirtió en la esperanza de muchos afectados por el pasó del huracán, según aseguró Inés Acevedo, una sanandresana que conmovida por el trabajo de esta mujer se unió a su labor social.

Durante los tres meses en que se brindó la ayuda a los damnificados, se tejieron lazos de fraternidad en medio de los recuerdos y de la incertidumbre por lo sucedido, además de la resiliencia y el amor por el prójimo se entrelazaron entre Jéssica y los providencianos superando con cualquier calamidad.

Para muchas personas de Providencia que llegaron a San Andrés devastadas por el huracán, la ‘ángel guardián’ fue una luz en medio de la oscuridad, una líder para superar la emergencia y una amiga que hoy, desde la distancia en los Estados Unidos donde reside, mantiene contacto con muchas de las familias que ayudó y que aún sigue apoyando un año después del paso de Iota.


Jéssica

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