Los territorios en conflicto son cuerpos con hambre: una reflexión en el Día Mundial de la Alimentación
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, el 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación. Este día tiene como propósito que las comunidades, los gobiernos y cada país tome conciencia sobre la importancia de los alimentos, así como aunar esfuerzos para combatir el hambre, la desnutrición y la pobreza.
La FAO explica que los sistemas agroalimentarios en el mundo están enfrentando desafíos nunca antes vistos; todo esto se debe a los conflictos persistentes en distintas regiones del planeta, los efectos meteorológicos y climáticos extremos y la creciente desigualdad entre la población. La Corporación Grupo Semillas ha venido adelantando esfuerzos en el sur del Tolima y el norte del Cauca, articulando un trabajo por el cuidado de las semillas nativas, el agua y el alimento con los pueblos originarios y comunidades locales, atendiendo la problemática “de abajo para arriba”, o como bien lo explica Fernando Castrillón, coordinador de proyectos del grupo Semillas, “así como las plantas primero echan raíces y las desarrollan para crecer. También en el sur del Tolima encontramos comunidades y propuestas que crecían desde abajo como las semillas y decidimos acompañarlas y apoyarlas”.
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Desde el Grupo Semillas se ha venido trabajando por promover la idea de los pueblos originarios, en la que se considera que el alimento es cultura, pero especialmente el alimento propio, el que tiene conexión con el universo, “el que no toca solo el estómago, sino también el corazón”, puntualiza Fernando Castrillón.
Alimentos y paz en el mundo

Las guerras también han sido motivadas por el hambre en los hogares, pero la misma guerra ha traído hambruna a los territorios. Un ciclo interminable. Ante esto, Castrillón, del Grupo Semillas, asegura que “muchas personas, ante crisis climáticas, ante arrinconamiento por pérdidas de sus tierras y sus aguas, se quedan sin sus medios y sustentos”. El sur del Tolima, una región afectada históricamente por el conflicto armado colombiano, ha decidido trabajar desde la sabiduría indígena pijao, ahorrando y cuidando agua, sembrando e intercambiando semillas para hacerle frente al hambre y la desnutrición.

María Claudina Loaiza, guardiana de semillas del pueblo Pijao, enfatiza que “las semillas necesitan para ser cuidadas, ser sembradas y para ser sembradas necesitan ser llevadas en la mano y en el corazón”. La construcción de paz en el mundo implica pensarse esfuerzos colectivos para que ningún ser humano tenga hambre y a su vez para que los alimentos que se consumen estén libres de agroquímicos.
“La guerra no solamente desconecta la región, sino que también interrumpe el ciclo de las semillas, el intercambio de alimentos y semillas… El primer territorio en conflicto es un cuerpo con hambre; no solo es dar comida, es también producir y brindar alimentos con dignidad, con afecto”, reflexiona al respecto Fernando Castrillón. Pensarse un mundo en paz, regiones pacíficas, implica construir estrategias para que la población no aguante hambre, para que las personas no sean sometidas nunca más a la restricción del ingreso de alimentos en sus territorios.