Esta es solo una de las millones de historias de inmigrantes colombianos que hacen el bien en el exterior, a pesar de las políticas antiinmigración impulsadas por gobiernos como el de Donald Trump.
Como lo interpreta Alicia Keys en su canción Empire State Of Mind, "la jungla de cemento que es New York, donde están hechos los sueños de miles de personas", no es solo una característica de la ciudad, sino que es parte fundamental de su identidad y atractivo.
En cuanto uno pone un pie en Nueva York, la ciudad se presenta no con una, sino con mil voces.
Es imposible caminar por una calle de Manhattan sin escuchar al menos tres idiomas distintos. Una pareja discute en francés, un vendedor de comida habla en árabe por teléfono y una mujer mayor cruza la calle mientras canta en mandarín.
Cada esquina parece una postal de algún rincón lejano del planeta que ha encontrado hogar en esta metrópolis que nunca duerme.
En medio de esas voces está la de un colombiano, Óscar Mariño, quien vive hace 27 años en la gran manzana y llegó para ser conductor de planes turísticos.
"Desde hace mucho tiempo, recién llegado, encontré el trabajo como conductor de turismo, y entonces sé y sentí que era una buena oportunidad continuar y ya llevo 25 años como guía de turismo", dice Mariño, de 59 años, quien trabaja para una empresa que transporta turistas desde New York a Philadelphia, a Boston y también a Washington.
"Después de mucho tiempo se pudo armar paseos, excursiones de un solo día saliendo desde New York muy temprano, yendo a ciudades como Washington, Boston o Philadelphia y regresando el mismo día para que la gente pueda llevarse una idea completa de cómo son esas ciudades en otro lado".
Este barranquillero, que conduce y une ciudades gracias a su camioneta de color negro, amplia, cómoda y limpia, destaca virtudes de las diversas culturas que transporta en su vehículo.
"Si hablamos de la americana podemos aprender que el respeto es muy importante. Si hablamos, por ejemplo, de los judíos sabemos que son comunidades muy unidas que se ayudan entre ellos. Si hablamos de los chinos sabemos que son gente muy trabajadora y así sucesivamente. Si llegamos a la cultura colombiana sabemos que somos gente que nos gusta trabajar con calidad y profesionalismo", sostiene Mariño.
Óscar tiene otro recuerdo imborrable. Vivió aquél fatídico 11 de septiembre de 2001. Ese martes, de ataques terroristas, transportaba a un grupo de españoles cerca a la zona de los atentados.
"Estaba haciendo el tour con personas españolas, algunas de ellas tenían boletas para subir al mirador de la torre. Entonces fue todavía más impactante saber de cómo esas personas se salvaron pues todavía no era la hora de subir. Fue increíble, estuve ese día y por poco me cae una torre encima, afortunadamente y gracias a Dios todavía no era la hora de llegar allá", recuerda Mariño, quien es padre de una hija y está en comunicación permanente con Colombia y su familia.
Lo más fascinante de Nueva York no es solo que tenga gente de todo el mundo, sino que esas personas convivan: se mezclen y se reinventen, como lo hace el barranquillero Óscar Mariño desde hace más de 25 años.
Y aunque muchas ciudades quieran imitarla, pocas han logrado capturar esa mezcla de caos y armonía que convierte a la Gran Manzana en el corazón multicultural del planeta.