Viaje de influencers colombianos a Israel desata críticas por “lavado de imagen” en medio del genocidio palestino
“Turismo de guerra”: así calificaron varios medios alternativos la reciente visita de influencers colombianos a Israel, en medio del genocidio palestino que sigue cometiendo ese país.
Mientras personalidades como Kika Nieto, la actriz Johanna Fadul, el chef Nicolás de Zubiría, Juan “Food Time” y Alexander Ospina (conocido como “Te amo hijo TV”) compartían fotos en el aeropuerto, el Mar Muerto, paisajes bíblicos y platos exóticos, a pocos kilómetros cientos de miles de palestinos luchaban por sobrevivir bajo los bombardeos israelíes sobre Gaza, que siguen cobrando la vida de civiles, entre ellos niños.
Las críticas no se centraron solo en la frivolidad del viaje —realizado cuando la ONU reporta más de 66.000 personas asesinadas en Gaza, la mayoría mujeres y niños—, sino en su origen: la visita fue organizada y financiada por la Embajada de Israel en Colombia.
“Los Estados usan la cultura, el entretenimiento y el turismo por medio de influenciadores para limpiar su imagen internacional, después de haber violado los derechos humanos”, señaló una usuaria en redes sociales.
No te lo pierdas: Israel recibió este lunes a los últimos rehenes liberados por Hamás en la Franja de Gaza
“Genocide-washing”: propaganda digital y limpieza de imagen
Según los críticos, se trató de una estrategia de “genocide-washing”, es decir, el uso de relaciones públicas y marketing digital para lavar la imagen de un Estado acusado de crímenes de guerra.
De acuerdo con medios como La Oreja Roja y Volcánicas, la visita de estos creadores de contenido no fue un hecho aislado, sino parte de una operación global de propaganda financiada por el gobierno israelí, que ha destinado presupuestos millonarios para difundir mensajes pro-Israel a través de influencers.
“Soft power”: viajes que blanquean el genocidio palestino
Según Middle East Monitor, el gobierno israelí habría destinado un presupuesto cercano a 900 mil dólares para una campaña de propaganda digital que incluye a creadores de contenido. De acuerdo con este medio, los influencers pudieron haber recibido hasta 7 mil dólares por publicación, lo que equivale a más de 26 millones de pesos colombianos por cada pieza que hiciera parte de esta estrategia de genocide-washing.
El medio feminista Volcánicas advierte que la narrativa de estos influencers, por su falta de contexto y por reproducir una “historia oficial”, fue cuidadosamente orquestada.
No se trató de cualquier viaje, sino de un producto del soft power israelí: una táctica que combina cultura, turismo y entretenimiento para reposicionar su imagen internacional, incluso en países como Colombia, que rompió relaciones diplomáticas con Israel en mayo de 2024.
Una operación simbólica de poder
De acuerdo con varios medios alternativos y críticas en redes sociales, el tour fue ideado, financiado y monitoreado por el gobierno israelí para mostrar un Israel “incluyente, moderno y pacífico”, mientras oculta las denuncias por crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio.
El medio La Oreja Roja señala que se trata de una operación simbólica de poder, recordando que “lo que se omite también comunica”, citando a Hannah Arendt, quien en su obra La banalidad del mal afirma:
“El problema no solo radica en quien comete un crimen o una injusticia, sino también en quien, desde la indiferencia, la normaliza y la justifica”.
Lee también: Israel intercepta el último barco de la flotilla con ayuda humanitaria rumbo a Gaza
El poder de narrar y la banalización del horror
Las críticas de la opinión pública apuntan a la responsabilidad de quienes tienen poder para narrar.
El viaje no fue cubierto por periodistas ni activistas, sino por influencers seleccionados por sus cifras, estética y afinidad ideológica.
Como subraya Volcánicas, muchas de estas figuras promueven un discurso espiritualizado que termina funcionando como dispositivo de marketing geopolítico:
la religión convertida en experiencia turística al servicio de una narrativa estatal.