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Colombia conmemora el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra

Cada 6 de noviembre, el mundo reflexiona sobre los impactos de la guerra en la naturaleza. En Colombia, comunidades transforman los daños del conflicto en acciones de paz y restauración ambiental.
Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra
Atentados a oleoducto Caño Limón-Coveñas
Juliana Figueroa Moreno

El Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, que se conmemora cada 6 de noviembre, busca generar conciencia sobre los graves impactos que los enfrentamientos bélicos dejan en los ecosistemas y los recursos naturales. Esta fecha, proclamada por la Organización de Naciones Unidas, recuerda que la protección ambiental es una condición esencial para la paz y la reconstrucción de las sociedades afectadas por la violencia. En muchos conflictos, los bosques, los ríos, los suelos y las especies se convierten en víctimas silenciosas; por ello, este día invita a los Estados y a las comunidades a fortalecer las acciones de conservación, justicia ambiental y construcción de una paz sostenible.

En el Guaviare, la educación ambiental siembra conciencia y reconstruye la paz

En el departamento del Guaviare, territorio de enorme riqueza natural, esta conmemoración adquiere un significado especial. Durante años, la región fue escenario de conflictos que afectaron tanto a las comunidades como a los ecosistemas

Hoy, los esfuerzos se centran en la reparación ambiental, la conservación y la construcción de una paz duradera con la naturaleza, a través de iniciativas que fortalecen la relación entre las comunidades locales y su entorno, garantizando que el desarrollo y la reconciliación avancen de la mano con la protección del medio ambiente. A través de la educación ambiental, se promueven estrategias que integran la paz con la naturaleza, mediante actividades pedagógicas en las escuelas del departamento. Desde el Ministerio de Cultura también se impulsan becas para proyectos que fomentan la resolución pacífica de conflictos y la seguridad territorial.

Según Solange Guzmán, de Educapaz, las comunidades están asumiendo un papel protagónico frente a los impactos del conflicto armado, fortaleciendo los procesos de control social ambiental, educación comunitaria y gobernanza local. Después del acuerdo de paz, las comunidades campesinas e indígenas han transformado su experiencia de guerra en acciones colectivas concretas, construyendo una nueva relación con la tierra. “Cuidar el territorio es cuidarse a sí mismo”, afirma Guzmán, destacando que este compromiso se ha convertido en una forma de sanar las heridas que dejó la guerra y prevenir la violencia a través del cuidado ambiental.

Río Cauca, aguas que claman por paz y protección ambiental

En el departamento del Cauca, la conmemoración resalta la importancia de proteger los ecosistemas afectados por la violencia y las disputas territoriales. Las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas han sido guardianas históricas de la tierra y el agua, y hoy lideran procesos de reforestación, defensa del territorio y justicia ambiental, demostrando que la paz también se construye cuidando la naturaleza.

Un hecho histórico marcó este proceso: el 17 de julio de 2023, en el marco del Caso 05, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) acreditó por primera vez a un río como víctima del conflicto armado. El río Cauca fue reconocido debido a las graves afectaciones derivadas de su utilización como fosa común, el uso de mercurio en la minería ilegal y el vertimiento de químicos provenientes de la producción de drogas ilícitas. Según el Auto 226, entre 2000 y 2004 se desarrolló una práctica sistemática en la que grupos armados, con permisividad de la fuerza pública, arrojaron miles de cuerpos al río, impactando no solo la vida humana, sino también el equilibrio del ecosistema y la relación espiritual y cultural de las comunidades con la naturaleza.

Río Cauca como víctima del conflicto armado

Caquetá le apuesta a la restauración del territorio como camino hacia la paz ambiental

En el Caquetá, corazón de la Amazonía colombiana, esta conmemoración se convierte en un llamado a cuidar lo que durante años fue vulnerado. El conflicto armado dejó huellas en los ecosistemas y en las comunidades que dependen directamente de ellos, pero también despertó una conciencia colectiva sobre la necesidad de proteger los bosques y promover alternativas sostenibles.

En San Vicente del Caguán, el histórico río Pato, que nace en la Zona de Reserva Campesina y desemboca en el río Caguán, fue víctima del conflicto y del estigma que lo acompañó. Hoy, familias campesinas, jóvenes y firmantes de paz trabajan en su restauración mediante la siembra de árboles nativos, en un proceso liderado por la Red de Viverismo Comunitario de la Amazonia, una iniciativa que surge de los firmantes del Acuerdo Final de Paz en los departamentos de Caquetá, Guaviare, Putumayo y Meta.

Este esfuerzo, denominado “Río-conciliación”, busca sanar las heridas que la guerra dejó en la tierra y el agua mediante la siembra de especies frutales y maderables como achapo, aguacate, carbón y ceiba. Rubiel Moreno, firmante de paz y miembro de la red, destacó: “Desde el vivero Semilleros de Paz de El Doncello hemos traído 30 especies nativas en 13 mil plántulas para sembrar en esta cuenca. Estas actividades son amigables con el medio ambiente, el agua y el territorio, y nos permiten seguir reconstruyendo el tejido social.”

Finca Aguas de Dios, San Vicente del Caguán

Arauca trabaja por recuperar su territorio tras los derrames de crudo

En el departamento de Arauca, región estratégica por su biodiversidad y su papel en la Orinoquía colombiana, el conflicto armado y las actividades ilícitas han afectado gravemente los ecosistemas, alterando el equilibrio ambiental y social. Actualmente, las comunidades avanzan en procesos de reconciliación con la naturaleza, promoviendo prácticas sostenibles, conservación de la biodiversidad y un compromiso conjunto con la paz territorial y ecológica.

Los derrames de crudo ocasionados por los ataques a los oleoductos Caño Limón–Coveñas y Bicentenario han generado graves daños ambientales, contaminando suelos y fuentes hídricas, y afectando la calidad de vida de comunidades en municipios como Arauquita, Fortul y Saravena. En lo corrido de 2025, se han registrado más de seis atentados contra la infraestructura petrolera en el departamento, afectando directamente los ríos Banadía y Arauca. Según el Ministerio de Defensa, entre enero y junio de este año se reportaron 21 voladuras a nivel nacional, lo que representa un incremento del 600%, evidenciando el impacto ambiental que aún deja la confrontación armada en Colombia.


Atentados a oleoducto Caño Limón-Coveñas

Proteger la naturaleza es reparar las heridas de la guerra

Este día nos recuerda que la verdadera paz no se alcanza únicamente con el silencio de las armas, sino también con el respeto y el cuidado hacia la tierra que nos sostiene. Reconocer los esfuerzos de las comunidades que protegen el ambiente es honrar su resiliencia y su sabiduría. Fortalecer las acciones que promuevan la armonía entre la vida, la cultura y el entorno natural es un compromiso con las generaciones presentes y futuras, para que la paz también florezca en cada río, bosque y territorio del país.

Vivero Semillas de Paz en el ETCR Urías Rondón. Perteneciente a la Red de Viverismo Comunitario de la Amazonía.
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