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Ariel Vásquez, el locutor de San Jacinto que ve con los ojos de la paz

Este locutor de 41 años, en situación de discapacidad visual, encontró refugio en los micrófonos y en las consolas de radio luego de tiempos difíciles en medio del conflicto.
Historias de paz | Ariel Vásquez, el locutor invidente de San Jacinto
Yesica Paola Valdés

Bajo el ardiente sol de San Jacinto, Bolívar, con lentes oscuros, a paso lento, pero seguro, camina Ariel Vásquez Arroyo por las calles. No logra visualizar plenamente, pero de tanto transitarlas ya las tiene memorizadas. El miércoles 17 de diciembre de 1980, cuando Ariel nació, sus ojos no vieron la luz, pero su llanto fue un aviso de que su voz sería la iluminación para su vida.

Para este locutor de 41 años de Bajo Grande, uno de los siete corregimientos de San Jacinto, su discapacidad visual de nacimiento -producto de un problema en los conos y bastones de la retina- nunca ha sido límite para sentir lo que le apasiona como si tuviera la oportunidad de ver todos los días.

Aunque fue víctima del conflicto armado, cada vez que presenta un programa en la cabina de radio o en tarima, recuerda que, aunque tenga una discapacidad visual, su voz tiene el poder de transformar y hacer ver a los demás la vida de otra manera. Para él un micrófono se convierte en su mejor forma de ver el mundo.

“Fui desplazado en 1996 por un grupo al margen de la ley. Ese día retuvieron a varias personas y les quitaron la vida. Posteriormente, a medianoche, llegaron pateando las puertas y, apenas amaneció, muchos tuvimos que partir al casco urbano de San Jacinto”, narra Ariel, como si estuviera dirigiendo un programa de radio.

La violencia se asomó en Bajo Grande y fue tan fuerte su presencia que los familiares de Ariel que faltaban por desplazarse no tuvieron otra alternativa que tomar el mismo camino.

“Yo nunca había caminado tanto, fueron dos horas y media de recorrido a pie desde Bajo Grande hasta el corregimiento de Las Palmas. Veníamos lentamente por mi discapacidad y fue algo muy fuerte porque cada vez que escuchábamos el sonido de un carro teníamos que correr a escondernos entre el monte por temor”, describe con algo de nostalgia.


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Después de esa travesía en la búsqueda de un refugio, donde las balas se escuchaban a lo lejos, Ariel llegó a San Jacinto. Poco después, en 1997, varias familias empezaron a retornar a Bajo Grande, pero nuevamente la violencia se cimentó en ese territorio provocando otro desplazamiento forzado en 1999.

Fueron dos veces en las que Ariel huyó de las garras del conflicto armado. Precisamente, en el segundo desplazamiento, la radio y la música fueron las ‘armas’ con las que se defendió y empezó a apostarle a la paz.

“A pesar de los traumas de la violencia, venía cargado de muchas ilusiones. A mí me gusta mucho la música y, curiosamente, desde mi llegada a San Jacinto comencé a hacer amigos con las personas de la emisora comunitaria de la época. Lo que menos me imaginé fue ser locutor, porque era un sueño que al principio generó burlas. Pero me llené de valentía y desde entonces la radio ha sido clave para que mi corazón no tenga secuelas de ese pasado de violencia. La radio me enseñó a construir paz”, comenta emocionado.

Definitivamente Ariel es un hombre de retos, pues en su faceta de locutor también se le midió a memorizar los textos, una tarea nada sencilla pero que requirió de algo que le sobra: esfuerzo y confianza en sí mismo.

“Aprenderme los textos fue algo muy difícil porque la persona que programaba me leía lo que decía la publicidad y yo debía aprendérmelo. Pero a medida que lo intentaba pude ir memorizando más rápido la información. Tiempo después me llamaban para realizar comerciales y yo mismo me encargaba”, señala.

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La capacidad de resiliencia de Ariel es indiscutible, así como sus ganas de transformar sus condiciones de vida. Ahora sueña con crear un grupo de mariachi que espera sea tan reconocido como su voz inconfundible en los Montes de María.

“Dios quita, pero también da muchas cosas, porque todos los que tenemos una limitación poseemos el privilegio de contar con una inteligencia natural que muchos admiran”, enfatiza Ariel, quien ha aprovechado la radio como herramienta para la construcción de la paz.

Esta historia hacen parte de ‘Onda Pacífica’, el proyecto colaborativo entre las emisoras de paz de Radio Nacional de Colombia y Colombia +20 del diario El Espectador.

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