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Arte religioso en Nariño, un recorrido por la época colonial

Como una amalgama se funden el arte religioso con la arquitectura religiosa de la ciudad, siendo los templos los lugares de protección de la historia del arte.
Sandra Eraso

Reconstruir la historia del arte religioso en San Juan de Pasto es difícil, primero porque la ciudad sufrió muchos saqueos durante las guerras independentistas y segundo no existen fuentes documentales.

Sin embargo, de acuerdo con las investigaciones posteriores, el arte religioso del sur del país recoge una historia que viene de la época colonial y abarca territorios importantes del Ecuador, lo que ha permitido más allá de unir tendencias religiosas, encontrarse en medio de la escultura y la pintura de piezas de arte religioso. 

Si nos remontamos al siglo XIX, “de 1814 a 1820 la ciudad fue epicentro de los hechos de reconquista por parte de los realistas. Batalla va, batalla viene, con un comercio bastante movido, en este trasunto bélico Pasto mantuvo buenas relaciones con Quito, desde allá venían doradores a trabajar en las iglesias a pesar del permanente estado de guerra,” afirma el maestro Oswaldo Granda Paz, en su investigación sobre el arte en Pasto. 

En este cruce comercial se dio el intercambio de técnicas, materiales y estilos, heredando de la Escuela de Arte Quiteño todos estos rasgos que artistas del sur adecuaron en sus obras realizadas por encargo para las cofradías religiosas y templos de la ciudad. 

Este aspecto unido con la fuerte influencia de la religión que se quedó marcada en el territorio dentro del proceso de mestizaje y evangelización, la ciudad es portadora de una gran riqueza de piezas de arte religioso que ha sido salvaguardada por las órdenes religiosas y por particulares, obras de arte que datan de siglos 16 y 17, quedando como modelo para lo que los artistas y artesanos de aquel entonces realizaban en el territorio. 

“Buena cantidad de obras de la escuela quiteña reposan en iglesias y conventos de Pasto desde el siglo XVI, pinturas de Santiago y Samaniego y esculturas legardianas y de Capiscara, al igual que tallas españolas como la imagen de la Dolorosa perteneciente al templo de San Andrés, que según la tradición es de pura cepa sevillana”, corrobora el maestro Granda Paz. 


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Como una amalgama se funden el arte religioso con la arquitectura religiosa de la ciudad, siendo los templos los lugares de protección de la historia del arte pintado con el fervor religioso, en esta ciudad catalogada como Ciudad Teológica de Colombia se cuidan piezas de arte que cuentan parte de la historia de territorio.

“A este templo de cristo rey vienen avistar la imagen del señor  al Cristo de Sibundoy una imagen que data del año de 1547 que habían traído los capuchinos a la misión de Sibundoy de putumayo, después de la salida de ellos de esa misión la entregaron a so dominicos y ellos la trajeron a Pasto.”, comenta al respecto el Sacerdote Jesuita Manuel Lodoño, rector Templo de Cristo Rey.

Convirtiendo a la ciudad en repositorio de piezas que entraron por Ecuador y que gracias a la fe de los fieles se conservan y protegen, siendo además el albergue de piezas que evidencian el cruce y la herencia del arte quiteño.

“Muchas de las Imágenes traídas a Pasto entre los siglos XVI y XVIII fueron obras de imagineros españoles de segunda o tercera categoría, seguidores o continuadores en sus temas y cánones de la Imaginera religiosa popular de Sevilla y Madrid.”, complementa el maestro Luis Eduardo Arturo de la Escuela de Arte El Monasterio. 

Las obras de los imagineros, talladores y doradores de Pasto se relacionan con la de los quiteños, de más experiencia y mejor disciplina, quienes llegaron a la capital de Nariño a trabajar en los retablos de la recién construida Iglesia de San Juan Bautista en 1667, primera Catedral de la capital nariñense.

A través de estudios realizados por el maestro Oswaldo Granda pudo reconocer trabajos de autores cuyo influjo se dejó sentir en la región; especialmente de Mateo Mexia, del Padre Bedon, Miguel Samaniego y los hermanos Cortés; y en el campo de la escultura el Padre Carlos Bernardo Legarda y Manuel Chilli conocido como Caspicara.

Para analizar estas obras se deben tener en cuenta la temática, la técnica, la estilística y las fuentes iconográficas, lo que permite diferenciar aquellas piezas con influencias de la escuela quiteña, catalogadas de tradición, “muy pulida en su aplicación del color de una anatomía armónica y suave, de manos delgadas y personajes religiosos de rostros también delgados y suaves”, afirma Granda Paz y de otra parte está la pintura autóctona, “la elaborada por artistas que no habían recibido de lo quiteño sino el conocimiento de la técnica”.  

Para Luis Eduardo Arturo, artista religioso, este es un tema digno de analizarse a profundidad para realizar investigaciones más puntuales y así dilucidar la verdadera o falsa atribución de obras a pintores nariñenses e incluso atribuciones de tallas y pinturas a las escuelas sevillanas, quiteñas o santafereñas.

Dentro del inventario de arte religioso que reposa en esta ciudad se encuentra la imagen del señor del Río de gran importancia en el desarrollo religioso artístico de la ciudad, “la pintura pastusa más antigua, pintada por el padre Santiago Rodríguez del Padrón, según testigos de finales del siglo XVIII hacia 1663, tiene sus antecedentes en la imagen de Jesús Nazareno o Jesús del Río, que reposa en el Museo de Massachussets”, concluye Oswaldo Granda Paz. 

Imágenes de arte sevillano comparten espacio con las piezas de arte de la escuela quiteña fundidas con las obras realizadas por escultores y pintores nariñenses, cuyos nombres no se escribieron en su época al ser obras de encargo, pero que recogen las influencias artísticas retratadas en las costumbres y saberes de estos territorios. 

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