El libro que narra las historias del río San Francisco y la Avenida Jiménez de Bogotá
La historiadora y escritora Jimena Montaña Cuellar da cuenta del proceso de urbanización que se dio en torno al río sobre el que se construyó la vía más emblemática de la capital colombiana.
La Avenida Jiménez de Bogotá, inaugurada en 1938, es una de las principales vías, sino la más representativa de la capital colombiana. Y aunque a diario miles de personas transitan por allí, pocos saben que su forma curva y sinuosa se debe a que fue construida siguiendo el cauce del río San Francisco, y allí se edificó gran parte del patrimonio arquitectónico y la memoria histórica de la ciudad.
Con el propósito de rescatar y traer al presente esas historias, recientemente la Red Distrital de Bibliotecas Públicas, BibloRed, lanzó el libro ‘El río que Corre: una historia del río San Francisco y la Avenida Jiménez’ de la historiadora y escritora Jimena Montaña Cuellar, el cual hace parte de la colección ‘Bogotá Leer para la vida’, proyecto editorial que reivindica contenidos de diversos géneros y temas relacionados con la cultura y el patrimonio bibliográfico de la Bogotá.
En Radio Nacional hablamos con la autora sobre esta nueva publicación.
¿Por qué el interés de escribir el libro?
Soy nieta, bisnieta y tataranieta de bogotanos, adoro Bogotá. Soy una apasionada por el patrimonio tangible e intangible, por todas las historias que nos cuenta el pasado para entender el futuro. Churchill decía que para poder avanzar se tiene que saber mirar atrás, para comprender nuestra historia con sus dificultades, con sus dolores. Y eso es lo que pretendo con esta segunda versión del libro: narrar a través de diferentes voces y de una forma diferente el palimpsesto y las historias de nuestra ciudad.
¿Cuál es la importancia del río San Francisco para Bogotá?
Bogotá se fundó en el centro de la Sabana, protegida por la cadena de montañas de la cordillera oriental, los cerros orientales, y entre dos ríos: el Vicachá y el Manzanares, renombrados en el proceso de urbanización como San Francisco y San Agustín.
El Vicachá- que nace en el Páramo El Verjón y hacía parte de esa cosmogonía Muisca- fue el que surtió los primeros acueductos y las primeras fábricas de la ciudad, y dio de beber y comer durante siglos a sus habitantes. Sobre y alrededor de él se empezaron a hacer las primeras grandes construcciones como el puente de San Miguel (que luego se llamará Puente de San Francisco) donde ahora está la iglesia de San Francisco; Los Molinos de Trigo, que van a utilizar la fuerza del río, procesos que requirieron la canalización del río con obras inmensas en las que se utilizaron unos canales gigantescos.
¿Con qué se va a encontrar el lector en esta segunda versión?
Esta versión cuenta la historia de ese territorio ancestral y el proceso de urbanización del cauce del río desde la Colonia pasando por la época de la República, la consolidación de la República, desde el siglo XVI hasta el año 2021, con fotos de archivo, y muchas crónicas y relatos que nos permiten entender las particularidades del devenir de la ciudad, y por qué la Avenida Jiménez es curva, no recta como todas las demás, y es porque se originó sobre el cauce del río San Francisco.
Sí, claro. Esta es una arquitectura digna de rescatar y de volver a mirar pues algunas de esas construcciones aún se mantienen. Edificios que duraron mucho tiempo construyéndose como la primera gran intervención en pleno corazón del río que iba a ser el Pasaje Rufino Cuervo que en principio es pensado como Palacio de la Gobernaciòn, pero que termina siendo un centro comercial; o el bellísimo edificio de la Compañía Colombiana de Tabaco, que se ubicaba en inmediaciones del edificio de El Tiempo.
Aquí están plasmados los relatos de los hermosos edificios que imitan la curva del río, las distintas propuestas arquitectónicas y el devenir sociopolítico y económico a lo largo de la construcción de la ciudad. Se plasma la historia de la construcción de los puentes, las iglesias, las plazas, de los grandes hoteles como el Regina y el Granada, del que hay una nota en la que cuento cómo fue su construcción y por qué lo demolieron.
El libro también invita a reinterpretar esa historia que transporta a los lectores al pasado pero para entender mejor el presente…
Si, por eso también hay fotos y reseñas actuales de la Avenida Jiménez, para que aprendamos a mirar hacia arriba y encontremos por ejemplo la arquitectura de esa primera modernidad como el edificio Uribe Ramírez, el edificio Monserrate, o el edificio Camacho. Que a través de esas imágenes podamos ver los materiales, las formas de esos edificios y entendamos cómo es ese diálogo con la ciudad.
Podemos ver construcciones que todavía se mantienen, por ejemplo, como el Puente Holguín, un puente del siglo XIX que se ubica cerca al Cerro de Monserrate y que hasta hace poco tenía sus barandales, su arco y castilletes perfectos perfecto, o como el Puente de Boyacá que queda en frente de City U, que lo desconocemos porque está encerrado entre rejas y semioculto.
Allí está contada la historia del origen del nombre de la Plaza de San Victorino, y por qué terminó siendo una especie de eje seco; la gente podrá conocer el origen de la Estación de la Sabana y la Estación del Sur que fue demolida cuando se acabó el tren; así como las historias de los “paseos” de las estatuas de Cristóbal Colón y Santa Isabel que empiezan en el siglo XIX hasta el 2022 cuando salieron para Italia para ser fundidas.
Uno de mis descubrimientos preferidos es una foto que me encontré de un edificio en San Victorino. Resulta que ese edificio era de la Sociedad Filarmónica de Conciertos de Bogotá (diseñado por Thomas Reed, el mismo que diseñó el Capitolio Nacional), primera entidad musical que existió en la ciudad a mediados del siglo XIX cuyo propósito era tener una gran escuela nacional de artes. Pero para lograr su construcción, había que intervenir el río, por lo que construyeron un puente, que se llamó el Puente de la Filarmónica.
Complementario a la publicación del libro se realiza un recorrido por la zona, ¿en qué consiste?
El río aún corre, aún se pueden ver sus cascadas y corrientes y seguir su cauce, por eso el sábado 21 de octubre nos encontraremos para brindarle un homenaje al San Francisco. La idea es descubrir y sentir al río. Nos vamos a tapar los ojos para sentir los cambios en el suelo hasta encontrarnos con el río. Luego, iremos al puente Holguín. Vamos a ver cómo era esa urbanización en torno al río, la de las casas que aún se mantienen.
Recorreremos el eje ambiental a través de sus espejos, reflejo de esa primera modernidad del agua; visitaremos el Café Pasaje, que es el único que sobrevive. El recorrido será un viaje a esa arquitectura, a esa historia de los primeros “rascacielos” de influencias americana y francesa, a reconocer también nuestra vegetación. Vamos a tratar de ir a los sótanos de la Jimènez, para conocer los mitos y leyendas y evidenciar esa intervención al río y cómo le hemos dado la espalda.
‘El río que corre: una historia del río San Francisco y la Avenida Jiménez’ es un homenaje a esa ciudad dibujada, leída y tantas veces recorrida. Es la historia de una ciudad forjada entre dos ríos, la ciudad de los espejismos, de la creatividad, la ciudad de los cachacos, la de todos y de nadie. Es un homenaje al río, a los cerros, a la riqueza arquitectónica, un homenaje a Bogotá con sus contradicciones y bondades.