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Inti Raymi: la celebración ancestral que evoca el espíritu de la naturaleza con danza

Un baile comunitario en Nariño que homenajea al sol zapateando la tierra para que se mantenga activa.
Sandra Erazo

Una de las celebraciones ancestrales más importantes que aún prevalece en algunos territorios indígenas del país es el Inti Raymi o fiesta en homenaje al Taita Sol. Uno de los componentes más importantes de esta celebración es la danza, que además del movimiento del cuerpo, tiene una conexión del espíritu humano con el espíritu de la naturaleza.

En esta danza comunitaria predominan los raymis, guainos y sanjuanitos durante la celebración; es semejante a una marcha que invita a zapatear en la tierra para que esta se mantenga despierta.

“A la hora que se zapatea se pisa al ritmo del tambor y de la flauta, ahí se hace la conexión con la Pacha Mama. Entonces, tenemos arriba al astro rey, al taita sol, al que al mismo tiempo se le hace el agradecimiento con la danza y con el baile al zapatear”, explicó Polivio Chakana, indígena etnoeducador del resguardo de Ipiales, Nariño.

Dentro de las danza se dibuja el churo cósmico a la entrada y la salida, que significa que el pensamiento está en diferentes sentidos y el churo cósmico es la representación de esto, que demuestra que el pensamiento indígena no es lineal, todo es cambiante, todo es inesperado.

El zapateo no es un baile de parejas, todo el mundo participa, no hay discriminación, pues todos los participantes con sus atuendos bailan, desde los guaguas hasta los mayores. En cada resguardo el pensamiento no es cuadriculado y se respetan las costumbres de un pueblo a otro.

“El Inti Raymi se baila a cuatro cuartos; es decir, cada cuatro tiempos hay un acento, esto está pensado para que toda la comunidad participe, es como un ritmo de marcha, las melodías son muy sencillas, se desprenden de manera similar a un enfrentamiento de coplas, a veces los hombres proponen una melodía con una letra y las mujeres responden”, contó Olimpo Herrera, director de la agrupación musical La Tulpa Raymi.

Y da un ejemplo:

Los hombres dicen:

A la vida de mi vida vuelta la quisiera ver,

y no verla padeciendo en brazos de otro querer

Y las mujeres responden:

Pañuelo blanco me diste, pañuelo para llorar,

de qué me sirve el pañuelo si no te puedo amar.

“Así, de este tipo de encuentros se desprenden las melodías”, agregó.

Para algunas comunidades este ritmo y tiempo, llamado solsticio de verano, es más masculino y sacude su fuerza zapateando, momento en el que Aya huma, el sujeto que tiene dos máscaras y que está animando el baile, es quien exige zapatear con la expresión “churan… churan…”.

Con la fuerza masculina que zapatea se levanta el polvo con impulso para mantener a la tierra activa y despierta. Como es un baile comunitario, cada grupo de familiares y amigos tienen sus propios músicos y ahí inician a bailar y zapatear hacia la izquierda, y en el momento del coro cambian hacia la derecha, haciendo el churo cósmico.

Esta forma de círculo se debe a que en aquellos tiempos no había equipos de amplificación y los participantes danzaban alrededor de ellos.

Cuando llega el día se entra con más alegría, a medida que pasa el día el zapateo va calmando el ritmo, se desprenden tres tipos ritmos: el inti Raymi que es el de zapateo, el sanjuanito y el fandango. “El zapateo es una manera de decir que seguimos vivos, estuvimos, estamos y seguramente estaremos como comunidades indígenas, presentes”, expresó Herrera.

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